Heráldica

Más recientemente, la heráldica ha sido admitida dentro de las ciencias anexas de la historia junto con la diplomática, la falerística, la sigilografía y la vexilología.

Se desarrolló durante la Edad Media en toda Europa hasta convertirse en un código coherente de identificación de personas, progresivamente incorporado por estamentos de la sociedad feudal como la nobleza y la Iglesia católica para la identificación de linajes y miembros de la jerarquía, siendo igualmente adoptado por otros colectivos humanos, como gremios y asociaciones, además de ser adoptado para la identificación de ciudades, villas y territorios.

Siguiendo a Alberto Montaner Frutos, la heráldica es un sistema de comunicación que forma parte del sistema de la emblemática y está formado por signos constituidos por armerías o escudos de armas.​ Estas armerías están conformadas por cuatro conjuntos de elementos o «repertorios paradigmáticos»:

1) El campo, normalmente limitado por la representación de un escudo, aunque no siempre, que solo excepcionalmente posee valor distintivo.

2) Las particiones del campo, que delimitan zonas en su interior

3) Las señales, también denominadas muebles, que pueden ser figuras geométricas u objetos.

4) Los esmaltes, o colores heráldicos, que se dividen en metales: oro y plata; y colores: gules, azur, sable, sinople y púrpura.

A partir del siglo XIV aparece un quinto repertorio paradigmático, el de los ornamentos exteriores al campo. Pueden situarse encima del escudo (timbre), que tiene como formas básicas la corona y el yelmo, este último con o sin cimera; a sus lados, sosteniéndolo (soportes o tenantes); rodeándolo (collares, cintas, cordones…) o enmarcándolo (mantos y pabellones).

Estos elementos paradigmáticos se seleccionan para formar signos sintagmáticos según ciertos principios, como el que prescribe que no se utilice en el campo y las señales esmaltes del mismo grupo (colores y metales), sino combinar metal y color.

Definiciones

Blasón es una palabra de origen oscuro, puede ser que venga de alguna lengua franconia de la palabra blâsjan (antorcha encendida, gloria), o más probablemente del latín blasus significando ‘arma de guerra’.​ “Blasonar” significa describir las armerías siguiendo las reglas de la ciencia heráldica. En un estricto sentido, el blasón es, entonces, un enunciado que puede ser oral o escrito.

Es la descripción de las armerías hecha en un lenguaje técnico, el lenguaje heráldico. El blasonamiento es la acción que consiste en describir las armerías (y, por tanto, de enunciar el blasón que representa).

La ciencia del blasón es muy antigua, se funda menos de un siglo después que se estableciera el uso de armerías en la Edad Media.

En esgrima, los blasones (amarillo, rojo, azul…) son exámenes que permiten probar un nivel de técnica adquirida, de arbitrar o de participar en ciertas competencias.

Algunos son distribuidos igualmente después de una victoria. Se expresan en una pieza de tela (cuyo color cambia siguiendo el nivel) en el codo o añadida al hombro desarmado.

Arma, escudo, blasón y armerías

Las definiciones siguientes son precisas, aunque está lejos de reflejar su uso real. En la práctica los términos “blasón”, “armas”, “escudo” y “armerías” funcionan como sinónimos y son intercambiables, tanto en las obras comunes como en las de los estudiosos de la heráldica.

Las armas son emblemas pintados en un escudo que deben poder ser descritas en la lengua del blasón, y que designan a alguien o a algo. Tienen el mismo rol que una marca, logotipo o nombre propio: son la manera heráldica de identificar, representar o evocar una persona, física o moral (casa o familia, ciudad, corporación…). Las armas son consideradas generalmente como la propiedad (intelectual) de esta persona, que es el titular.

El escudo es el elemento central y principal de las armerías, es el soporte privilegiado sobre el que se representan las armas. Sin embargo, diversas armas pueden ser representadas en un mismo escudo, sin necesariamente representar a una sola persona: puede ser la unión de dos armas representando un matrimonio o la superposición de numerosas armas. Un escudo representa entonces unas armas o una alianza de armas. En todos los casos, el escudo delimita gráficamente el sujeto del que habla la composición y es suficiente para identificar las armas o una alianza.

Las armerías (siempre en plural) son aquellas que están representadas gráficamente sobre un objeto armado (ejemplo: el escudo). Las armerías comprenden el conjunto de la panoplia formada por el escudo, que designa al sujeto, y sus eventuales ornamentos exteriores (soporte, corona, collar de orden…), que dicen algo sobre el sujeto. Algunos ornamentos exteriores (cimeras, tenantes) forman parte de las armas (y están asociadas sistemáticamente), algunos son arbitrarios o fantásticos (lambrequines, símbolos alegóricos o votivos), pero la mayor parte son la representación heráldica de títulos, de cargos o de dignidades: son atribuidos oficialmente y pueden variar según el estado del titular en un momento dado.

Blasonar significa describir las armerías. El blasón es el resultado de hacerlo: es la descripción (en términos heráldicos) de todo lo que es significativo en las armerías, y más específicamente en el escudo. La correspondencia entre un blasón y su representación es el eje de la heráldica: la descripción de un blasón debe permitir representar correctamente las armerías y la lectura correcta de las armerías debe conducir a un blasón que rinda cuentas sobre sus rasgos significativos. Dos representaciones (o armerías) son equivalentes si responden al mismo blasón, son, por tanto, las mismas armas, aunque puede haber muchas maneras equivalentes de blasonar las armas.

Ciencias heráldicas

La heráldica es lo relativo al lenguaje del blasón, a la ciencia de los heraldos y al diseño de las armerías. Más específicamente, es la disciplina que tiene por objeto el conocimiento y el estudio de las armerías. La heráldica cubre cuatro disciplinas conexas:

El blasonamiento. Históricamente, la heráldica es la ciencia de los heraldos, que en los torneos anuncian a los caballeros describiendo en su lenguaje propio las armerías que portaban en su escudo. Esta disciplina se prolonga hasta la heráldica teórica, que tiene por objeto precisar las reglas del blasón, su vocabulario, su gramática y su semántica. Puede convertirse en un deporte mental consistente en describir en términos de blasón figuras variadas y originales, a veces alejadas de composiciones tradicionales, cuya legitimidad descansa en ser fiel a un genio heráldico.

La composición. La rama tradicional de la heráldica se refiere a la creación y a la composición de las armas y blasones para aquel que desea convertirse en titular. Esta heráldica se apoya en una parte en la genealogía del titular y, por otra parte, en el simbolismo particular que desea conferirle a sus armas. La heráldica, no teniendo más reglamentos que ella misma (salvo en ciertos países), puede llevar a estas composiciones empujadas por la vanidad del cliente a excesos: la heráldica ha creado numeroso muebles inútiles simplemente por originalidad. La regla fundamental de la nobleza es que es el titular quien debe darle prestigio a sus armas, no a la inversa, y debe haber, por tanto, una prudente sobriedad.

La decoración. La rama artística de la heráldica se interesa en la representación gráfica de los blasones en la forma de armas y de armerías, para armar toda clase de soportes.

La heráldica histórica, finalmente, es una ciencia auxiliar de la historia. Por un lado, se apoya en los documentos y muebles armados para obtener información particular sobre la historia del titular. Por otro, analiza la composición de esas armas y blasones para estudiar, de manera general, la simbólica social.

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