Un equipo internacional de cient\u00edficos descubri\u00f3 una nueva entidad biol\u00f3gica en el microbioma de los seres humanos, cuyas caracter\u00edsticas \u00fanicas le sit\u00faan entre los virus y los diminutos viroides, sin ser ninguno de los dos tipos de agentes infecciosos.<\/p>\n
A partir de ahora, el nuevo elemento, denominado \u00abobelisco\u00bb, ser\u00e1 estudiado y clasificado por los bi\u00f3logos que tendr\u00e1n que \u00abexplicar qu\u00e9 es exactamente este nuevo pelda\u00f1o en la escalera de la vida\u00bb, explic\u00f3 Marcos de la Pe\u00f1a, investigador en el Instituto de Biolog\u00eda Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) y coautor del estudio.<\/p>\n
\u00abEste hallazgo no solo cambia nuestra concepci\u00f3n de la escala biol\u00f3gica en el planeta, sino que adem\u00e1s demuestra que probablemente a\u00fan nos queda mucho por descubrir en el mundo microbiol\u00f3gico\u00bb, subraya el vir\u00f3logo espa\u00f1ol.<\/p>\n
El estudio, realizado a partir de an\u00e1lisis bioinform\u00e1ticos, descubri\u00f3 que estas nuevas entidades biol\u00f3gicas son parte de nuestro microbioma, un complejo ecosistema microbiol\u00f3gico formado principalmente por bacterias, as\u00ed como por hongos, protozoos, y sus par\u00e1sitos, como los virus.<\/p>\n
Esta compleja red biol\u00f3gica juega un papel esencial en nuestra salud llegando a ser responsable de enfermedades metab\u00f3licas, como la obesidad y la diabetes, o trastornos autoinmunitarios y enfermedades mentales, de ah\u00ed la importancia de estudiar sus componentes, sus funciones y sus interacciones.<\/p>\n
Los detalles del hallazgo, liderado por el premio Nobel Andrew Fire, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), se publicaron en la revista Cell.<\/p>\n
En la escala biol\u00f3gica, los viroides son los agentes infecciosos m\u00e1s peque\u00f1os conocidos; est\u00e1n por debajo de los virus, \u00aby sabemos que infectan a las plantas, pero existen tambi\u00e9n algunos agentes muy similares a los viroides, como el del virus de la hepatitis D humana y otros ARNs similares, que infectan a animales\u00bb, comenta De la Pe\u00f1a.<\/p>\n
\u00abPero llev\u00e1bamos tiempo sospechando que ten\u00eda que haber algo m\u00e1s, porque era sorprendente que estos agentes infecciosos de ARN circular tan sencillos fuesen minoritarios (solo se conoc\u00edan unas 50 especies desde su descubrimiento hace 50 a\u00f1os) y solo infectasen organismos complejos como animales y plantas\u00bb.<\/p>\n
Adem\u00e1s, en los \u00faltimos a\u00f1os \u00abhab\u00edamos encontrado muchas indicaciones de que tambi\u00e9n podr\u00edan estar infectando a organismos m\u00e1s simples y extendidos del planeta, como las bacterias\u00bb, relata el investigador espa\u00f1ol.<\/p>\n
Con esa idea, Ivan Zheludev, de la Universidad de Stanford, \u00abdecidi\u00f3 analizar el microbioma humano, analizando muestras de heces de estudios previos de pacientes con diversos problemas intestinales\u00bb.<\/p>\n
Mediante an\u00e1lisis bioinform\u00e1ticos, se detect\u00f3 que en torno al 7 % de las muestras conten\u00edan unos novedosos agentes subvirales m\u00ednimos de ARN que se bautizaron como ‘obeliscos’ y que estaban presentes en personas enfermas y sanas, es decir, \u00abno parec\u00edan estar correlacionados con ninguna enfermedad\u00bb.<\/p>\n
En estudios posteriores, los investigadores tambi\u00e9n lograron detectar obeliscos en la microbiota bucal, en una cepa aislada de la bacteria Streptococcus Sangu\u00ednis, com\u00fan en nuestra boca.<\/p>\n
Despu\u00e9s de analizar bioinform\u00e1ticamente millones de datos gen\u00e9ticos, constataron que estos nuevos elementos infecciosos est\u00e1n distribuidos por todo el planeta y se han detectado hasta 30.000 nuevas especies de obeliscos en muestras medioambientales de todo tipo (microbiomas animales, r\u00edos, suelos, mares, etc).<\/p>\n
Los obeliscos, llamados as\u00ed por su forma de varilla alargada, son elementos gen\u00e9ticos m\u00f3viles simples que infectan a bacterias, aunque los investigadores no descartan que puedan infectar a otros organismos m\u00e1s complejos \u00abcomo hongos o protistas, entre otros\u00bb, apunta De la Pe\u00f1a.<\/p>\n
\u00abAhora tenemos que ver c\u00f3mo funcionan a nivel molecular y c\u00f3mo se replican. Sabemos que los virus de ARN m\u00e1s simples necesitan un tama\u00f1o de genoma superior a los 3.000 nucle\u00f3tidos, pero los obeliscos apenas pasan de los 1.000, muy por debajo del de los virus, pero que, sin embargo, les permite codificar una o dos prote\u00ednas. Adem\u00e1s, su genoma de ARN circular y su estructura les dota de una serie de caracter\u00edsticas nuevas que les hacen ser distinto a todo lo que conoc\u00edamos\u00bb, detalla.<\/p>\n
\u00abEn cualquier caso, estamos hablando de algo que nos rodea, y que, aunque lo acabemos de descubrir, lleva probablemente muchos millones de a\u00f1os en la naturaleza desempe\u00f1ando un papel que ahora tendremos que desvelar\u00bb, comenta, y que \u00abcreemos que esta nueva puerta que se abre podr\u00eda revolucionar nuestra comprensi\u00f3n de la virolog\u00eda, la biolog\u00eda e incluso el origen de la vida en la Tierra\u00bb, sostiene De la Pe\u00f1a.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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