Cinco años para consumar un suceso que paralizaría al mundo por 149 minutos de caos y terror que conmocionó el planeta tierra.
Los ojos del mundo se posaron sobre la tragedia de las “Torres Gemelas”, suceso que causó la muerte de 2.996 personas.
Lo que para los Estados Unidos, era un emblema de poderío, construido contra cualquier fenómeno de la naturaleza, no soportó las explosiones sincronizadas y programadas por un grupo de terroristas identificado como al Qaeda.
Falló el sistema de seguridad e inteligencia de una de las potencias del mundo. Un 11 de septiembre de 2001, ocurren cuatro secuestros de vuelos comerciales por miembros de al Qaeda.
Una de las aeronaves de American Airlines despega desde el Aeropuerto Internacional Logan de Boston rumbo a Los Ángeles.
El vuelo con el piloto, copiloto, más nueve aeromozos y 81 pasajeros, cinco de la tripulación eran atacantes, entre ellos, el líder táctico de los atentados, el egipcio Mohamed Atta.
Segundo avión es raptado en el mismo aeropuerto de Boston, el vuelo 175 de United Airlines; también despega rumbo a Los Ángeles, con nueve tripulantes y 56 pasajeros, cinco son secuestradores.
Luego el vuelo 77 de American Airlines salió del Aeropuerto Internacional de Washington-Dulles en Washington D.C con seis tripulantes y 58 pasajeros que incluían cinco terroristas, su destino Los Ángeles.
Las cuatro aeronaves secuestradas tenían previsto viajar de costa a costa, llevaban los tanques cargados con 43 mil litros de combustible, cuatro misiles dirigidos.
El cuarto avión de United Airlines, salió del Aeropuerto Internacional de Newark, en Nueva Jersey, rumbo a San Francisco, debió despegar a las 8:00 am de ese día, pero se atrasó por la cantidad de tráfico aéreo de esa mañana. Llevaba siete miembros de la tripulación y 37 pasajeros con cuatro secuestradores.
Primer impacto
Pasadas las 8:44 de la mañana de ese día, ocurre lo que nadie se esperaba, a pesar que los controladores de vuelos, pensaron que el avión en un cielo despejado de Nueva York, se dirigía al Aeropuerto Internacional John Kennedy, a eso de las 8:46 se estrella contra la Torre Norte, una de las Torres Gemelas del World Trade Center, rascacielos de 110 pisos.
El avión atravesó los pisos 93 y 99, matando de esta manera a cientos de personas, el impacto colapsó las vías de escape desde el piso 92, situación que hace suponer que muchos quedaron con vida pero atrapadas.
Hubo una bola de fuego ocasionada por el combustible del avión que destruyó ascensores y pisos inferiores, sobrevivientes no tuvieron chance de escapar.
En algunos lugares las temperaturas alcanzaron los 1.000ºC y un humo negro y espeso envuelve los pisos superiores no solo de la Torre Norte, sino también de la Sur.
El presidente de EE.UU., George W. Bush, está por entrar a un salón de clase de la escuela primaria Emma E. Booker en Sarasota, Florida, cuando le informan que “un pequeño avión de dos motores” ha chocado contra una de las Torres Gemelas.
Bush es notificado de que aún no hay más información disponible y decide seguir con su plan de leerles a los niños.
Si bien a esta altura la FAA lleva más de 20 minutos al tanto del secuestro del primer avión, no hay registros de que otra agencia en Washington lo sepa.
Tampoco la Casa Blanca está al tanto.
Allí se encuentra el vicepresidente, Dick Cheney, quien se entera por la televisión y reacciona quizás como millones de personas a lo largo del mundo: “¿Cómo diablos pudo un avión chocar contra el World Trade Center?”, pregunta.
A 10 minutos del choque, en los pisos más altos de la Torre Norte quedan pocos lugares donde refugiarse del calor, el fuego y el humo, y las primeras personas empiezan a caer desde más 300 metros de altura. O a saltar.
Otros impactos
El UA175 se estrella contra la Torre Sur del WTC, atravesando desde el piso 77 al 85, después de 17 minutos del primero que ocurrió contra la Torre Norte.
A diferencia de lo que sucedió con el primer avión, el UA175 se inclina antes del choque, dejando intactas partes enteras del edificio en los propios pisos donde impactó.
Poco después del segundo impacto contra las Torres Gemelas, American Airlines y United Airlines toman la decisión de no permitir que otros vuelos suyos despeguen en todo el país.
El UA93 estaba a minutos de convertirse en el cuarto avión secuestrado.
La toma de la cabina del UA93 por secuestradores, empieza 46 minutos después del despegue y no a la media hora como en los otros tres aviones. Esta demora más los 42 minutos de retraso de salida serán decisivos para el desenlace del vuelo.
Liderados por el libanés Ziad Jarrah, los atacantes repiten la táctica de usar una supuesta bomba como amenaza, aseguran que están regresando al aeropuerto y llevar a los pasajeros al fondo del avión.
En simultáneo, desde el Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington informan al Servicio Secreto de que una aeronave no identificada se dirige hacia la Casa Blanca. El vicepresidente es evacuado a un búnker.
Pero entonces el avión da un giro de 330 grados. Ya no se dirige a la Casa Blanca ni tampoco al Capitolio: va hacia el Pentágono, que está a solo 8 kilómetros de distancia, y lo hace a máxima potencia: a 800 km/hora.
En un nuevo golpe de horror, la Torre Sur colapsa sobre sí misma en apenas 11 segundos.
El derrumbe mata a todos aquellos en el edificio y a otros que están en la calle y en el hotel Marriott, ubicado dentro del complejo WTC.
El UA93 empieza a bajar. Se escucha a los secuestradores exclamar: “¡Alá es lo más grande!”, mientras los pasajeros siguen con su contraataque.
El avión se estrella en un campo en Shanksville, Pensilvania. Nadie sobrevive.
En la Casa Blanca pasarán varios minutos sin saber si el avión fue o no derribado por los militares, pues estos contaban con la orden de abatirlo para evitar que llegara a su objetivo, fuese la residencia presidencial o el Capitolio.
Colapso de la Torre Norte
El colapso de la Torre Norte mata a todos los que aún están allí, con la excepción de 12 bomberos, un policía y tres civiles que se encuentran en la escalera B de la Torre Norte, la cual pasa a ser recordada como “la escalera de los sobrevivientes”.
Con 2.977 personas muertas (sin contar a los 19 atacantes), fue la mayor pérdida de vidas en suelo estadounidense provocada por un ataque del extranjero.
También es la mayor pérdida de personal de rescate en un evento en la historia del país. Por ejemplo, solo en Nueva York, 343 de las víctimas mortales fueron bomberos.
Además, en los ataques y durante los meses de limpieza y reconstrucción unas 400.000 personas fueron expuestas a toxinas, lesiones y daños emocionales que provocaron enfermedades crónicas e incluso la muerte a miles de ellas, según datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU.
De acuerdo con el “Reporte de la Comisión del 11-S”, nadie en el sector aéreo comercial del país “se había enfrentado a múltiples secuestros. No se había llevado a cabo un plan así en ningún lugar del mundo en más de 30 años y nunca en Estados Unidos”.
Las agencias de seguridad, por su parte, “tuvieron dificultades para improvisar una defensa nacional contra un desafío sin precedentes que nunca antes habían enfrentado y que nunca se habían entrenado para enfrentar”.
El enemigo, asegura el informe, resultó ser una organización “sofisticada, paciente, disciplinada y letal”, “con base en uno de los países más pobres, remotos y menos industrializados del mundo”.
Se refiere al grupo al Qaeda, que entonces era liderado por Bin Laden y tenía sede en Afganistán, país gobernado por el Talibán.
Las acciones de Bush tras los atentados derivaron en la guerra en Afganistán y luego en Irak, y de manera más amplia en la llamada “guerra contra el terrorismo”.
El conflicto en Afganistán terminó siendo el más largo en el que EE.UU. haya participado y al cual puso fin el pasado 31 de agosto con la retirada definitiva de sus tropas.
Tras 20 años de insurgencia, el Talibán recuperó el control total del país, desatando una crisis humanitaria.
Bladimir Martínez Ladera – soynuevapresadigital.com/BBC
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