EFE Noticias
Sao Paulo, Brasil. Emoción, orgullo y mucha nostalgia en el circuito de Interlagos, en Sao Paulo, donde miles de aficionados brasileños recordaron este miércoles al «más grande de sus héroes», Ayrton Senna, cuando se cumplen 25 años de su trágica muerte sobre el trazado de Ímola.
Familias de distintas generaciones acudieron en masa al autódromo José Carlos Pace, la casa del triple campeón del mundo de Fórmula Uno, donde consiguió dos victorias históricas (1991 y 1993) que aún hoy continúan grabadas a fuego en el corazón de sus incondicionales.
«Representó tanto para nosotros… pero lo que más quiero destacar es el orgullo de ser brasileño. Hoy en día estamos viviendo una fase muy difícil aquí y es una cosa que precisa ser rescatada», dice a Efe Laudiceia Oliveira, de 51 años.
Por ello el Instituto Senna, una organización sin ánimo de lucro conducida por la familia del piloto, organizó hoy un festival repleto de actividades, exposiciones y conciertos a fin de mantener viva la memoria de «Beco», como se le conocía fuera de las pistas.
A Oliveira aún hoy se le caen las lágrimas cuando ve el mono rojo que vistió Senna en McLaren y el azul de Williams, con el que perdió la vida un 1 de mayo de 1994 en un Gran Premio de San Marino que nunca debió celebrarse.
«Nos acordamos de aquel momento y es triste, hace falta una persona como él en el país», afirma visiblemente emocionada.
Ese fin de semana de hace 25 años otro brasileño, Rubens Barrichello, sufrió un grave accidente en los entrenamientos del viernes y un día después falleció el austríaco Roland Ratzenberger tras un choque casi frontal con la barrera de protección.
En la carrera del domingo, Senna perdió el control de su monoplaza a más de 300 kilómetros por hora al entrar en la curva Tamburello y se estrelló contra el muro cuando completaba la séptima vuelta.
El motivo del accidente, la rotura de la barra de la dirección, y la causa de su fallecimiento, una maldita pieza de la suspensión delantera que salió disparada contra su casco causándole graves lesiones cerebrales.
La tristeza por aquel trágico final se apoderó entonces de Brasil, que hoy, sin embargo, conmemoró, un cuarto de siglo después, que su legado sigue más vivo que nunca y es además intergeneracional.
Solo así se explica que Guilherme Campos, quien apenas tenía poco más de un año cuando ocurrió el accidente, sea un ferviente hincha del «Rey de Mónaco» -Senna ganó seis veces en el Principado-.
«Para mí es la mayor figura de un héroe que puedo tener, es una inspiración para convertirme cada día en una persona mejor en todos los aspectos», recuerda este joven de 26 años que llegó a la ‘religión Senna’ a través de vídeos y reportajes sobre su trayectoria.
Todos sus fieles recuerdan como el momento más emocionante de su carrera las dos victorias que consiguió en Interlagos. En la muestra se exhibe el coche de seguridad, modelo Fiat Tempra, que le ‘rescató’ de una multitud en júbilo tras ganar por segunda vez en 1993.
«No hay cómo olvidarlo, infelizmente no estuve aquí en la época, pero hoy cuando llegué en el autobús y vi el autódromo, el corazón se me encogió», comenta Oliveira.
También se muestra el «kart 007», un regalo de su padre con el que se bautizó en el automovilismo cuando tan solo tenía cuatro años; el mítico casco con los colores de la bandera brasileña, convertido en uno de los símbolos más reconocidos en el mundo; y algunos objetos personales como su gorra azul en la que aparecía escrita la palabra «Nacional».
A unos quince kilómetros del autódromo, en la parte más alta de una colina del cementerio de Morumbi descansan los restos mortales de Senna, rodeados este miércoles de una multitud de fotos, ramos de flores y mensajes de añoranza: «Te extraño todos los días», dice uno de ellos.
«Senna siempre vivo en nuestro recuerdo», reza otro cartel a unos pocos metros.
Allí también se han congregado algunos seguidores, como Luise Helena Schmidt, quien todos los 1 de mayo se acerca para rendirle su particular tributo.
«Para mí era como parte de mi familia», dice a Efe frente a la placa de bronce donde reposa el cuerpo del legendario piloto con el epitafio: «Nada puede separarme del amor de Dios».
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