Los Ángeles.- Con «Ghostbusters» todo queda en casa. Jason Reitman toma el relevo de su padre, Ivan Reitman, en «Ghostbusters: Afterlife», la nueva entrega de esta saga de comedia paranormal en la que la familia es el componente clave tanto en la ficción como en la misma gestación de la cinta.
«Los fantasmas representan todas las cosas con las que necesitamos lidiar en nuestras vidas. Y obviamente, la gran sombra que se cernía sobre mí era acerca de si alguna vez dirigiría o no una película de ‘Ghostbusters'», admitió.
A Jason Reitman no le urgía responder la llamada de «Ghostbusters».
Dueño de una filmografía admirable y marcada por el humanismo, la sensibilidad y el cariño a sus personajes, el director brilló en las excelentes «Juno» (2007) y «Up in the Air» (2009) por las que fue candidato a cuatro Óscar.
Pero en «Ghostbusters: Afterlife», que llegará a las salas estadounidenses el viernes 19 de noviembre, Jason Reitman asume por fin el legado de su padre, que es productor en esta nueva cinta, para recuperar los éxitos ochenteros que protagonizaron Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y el desaparecido Harold Ramis.
Jason Reitman reconoció que no le resultaba fácil soportar la responsabilidad de continuar con la herencia de su padre.
Nacido en Checoslovaquia en una familia judía que sobrevivió al Holocausto y que se refugió en Canadá, Ivan Reitman no es solo el arquitecto de «Ghostbusters» sino también el cerebro detrás de comedias como «Meatballs» (1979), «Stripes» (1981), «Twins» (1988), «Junior» (1994) o «Six Days Seven Nights» (1998).
«Solo recientemente encontré la seguridad para agarrar esta saga, coger la mochila de protones y hacer esta película», indicó Jason Reitman.
Lazos de sangre
«Ghostbusters: Afterlife» se centra en una madre soltera, interpretada por Carrie Coon, y sus dos hijos, a los que dan vida Finn Wolfhard y la gran revelación de la película, una fantástica Mckenna Grace.
Esta familia llega a un pueblo en medio de la nada y, poco a poco, descubre que en sus antepasados hay una conexión con aquellos Cazafantasmas que causaron sensación en Nueva York.
Bill Murray, Dan Aykroyd y Ernie Hudson vuelven al mundo de «Ghostbusters» con papeles secundarios en una historia llena de guiños a los fans de estas películas.
«Ghostbusters: Afterlife» sigue la narración de «Ghostbusters» (1984) y «Ghostbusters II» (1989) saltándose el reciente «remake» femenino «Ghostbusters» (2016) con Melissa McCarthy al frente.
Esta película se dio un importante batacazo en taquilla y también sufrió en las redes sociales una lamentable campaña de acoso machista hacia todo el reparto, y de ataques racistas a la actriz Leslie Jones.
Volviendo a «Ghostbusters: Afterlife», Jason Reitman recalcó que no quería abusar de la nostalgia y los recuerdos de las dos primeros filmes de «Ghostbusters» sino que aspiraba a «expandir todo lo que sabemos» de la saga.
También ensalzó los fichajes de Finn Wolfhard y Mckenna Grace al sostener que son actores jóvenes «increíblemente talentosos».
«Son muy inteligentes, encantadores y divertidos», aseguró.
Por otro lado, Jason Reitman defendió que en un Hollywood dominado por los superhéroes y los efectos digitales todavía hay espacio para la inocencia, el humor naíf y el toque mágico de películas para todos los públicos como «Ghostbusters».
«Por supuesto que lo creo. Tenemos una generación de personas que crecieron con películas de los años 80 y que están absolutamente enamoradas de ellas», argumentó.
El director cerró el círculo recurriendo, una vez más, al ingrediente estrella del regreso de «Ghostbusters»: la familia.
«Este tipo de películas están para entretenernos y para ayudarnos a comprender nuestras propias vidas. No hay nada más básico que la familia y que entender a nuestros padres y nuestros hijos, y esta es una cinta que yo hice para mi padre y para mi hija», finalizó.
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