Washington.- El fallo del Tribunal Supremo de EE.UU. que acabó con la protección al aborto vigente desde hace casi medio siglo lo ha cambiado todo este año: desde el debate político hasta la vida de millones de mujeres estadounidenses, cuyos derechos dependen ahora del estado en el que viven.
La decisión judicial ha fragmentado al país en diferentes zonas con 18 estados, la mayoría en el sur, que prohíben el aborto casi por completo; mientras que otros estados aún están enzarzados en batallas legales que han creado caos y confusión.
Por ejemplo, en junio, cuando el Supremo emitió su fallo, Utah cambió sus leyes tres veces en solo cinco días: un viernes entró en vigor una prohibición al aborto, el lunes siguiente un juez la invalidó, y el martes el parlamento estatal determinó que solo se puede interrumpir el embarazo hasta las 18 semanas.
«Ahora más que nunca, la autonomía de cada cuerpo y el derecho de cada uno a determinar su futuro depende del código postal en el que vivas», manifestó en declaraciones a EFE Alexis McGill Johnson, que preside Planned Parenthood, la mayor red de clínicas de salud sexual y reproductiva de Estados Unidos.
Pese al terremoto que ha provocado el fallo del Tribunal Supremo, muchos defensores del aborto como McGill Johnson no se vieron sorprendidos por la abolición de ese derecho.
UNA VICTORIA PARA LA DERECHA CRISTIANA
La derecha cristiana llevaba décadas movilizando a su base y financiando campañas políticas para que el Tribunal Supremo revocara el fallo «Roe contra Wade», que desde 1973 protegía a nivel federal el derecho al aborto hasta las 23 semanas de gestación.
Con el fin de «Roe contra Wade», cada estado ha podido fijar sus propias normas sobre si una mujer puede o no interrumpir su embarazo, y hasta cuántas semanas de gestación.
En todo caso, la derogación del derecho al aborto fue posible porque el expresidente Donald Trump (2017-2021) consiguió colocar en el Tribunal Supremo a tres magistrados conservadores y afianzó la mayoría que la derecha ya tenía en esa instancia.
De los nueve magistrados, seis se posicionaron a favor de acabar con las protecciones federales al aborto.
Además, uno de los más conservadores y el único afroamericano, Clarence Thomas, urgió al tribunal a que reconsidere la legalidad del matrimonio igualitario, el derecho a obtener métodos anticonceptivos o tener relaciones entre personas del mismo sexo.
CONSECUENCIAS EN LAS URNAS
Sin embargo, esas amenazas de Thomas y el propio fallo del aborto movilizaron a muchos estadounidenses de cara a las elecciones de medio mandato en noviembre.
De hecho, en las cuatro semanas que siguieron al fallo del Tribunal Supremo, el número de mujeres que se registró para votar creció un 35 % en diez estados con diferentes tendencias progresistas y conservadoras, según The New Tork Times.
Además, muchos de los candidatos demócratas que pusieron el derecho al aborto en el centro de sus campañas salieron victoriosos.
Una de ellas es la senadora demócrata Catherine Cortez Masto, que optaba a la reelección y cuya victoria en Nevada ha sido clave para que los demócratas conserven la mayoría en el Senado.
«Muchos votantes, incluidos miembros de la comunidad latina, apoyan el derecho de una mujer a elegir y muchos de ellos hablaron conmigo sobre eso durante la campaña», dijo a EFE Cortez Masto.
2023: LA BATALLA SE TRASLADA AL CONGRESO
Pasadas las elecciones y con el Tribunal Supremo en manos conservadoras, la batalla por el derecho al aborto se ha trasladado ahora al Congreso.
El Legislativo es el único órgano que tiene poder para aprobar una ley que proteja el derecho al aborto a nivel nacional e impida que cada estado fije sus propias reglas.
Los demócratas, sin embargo, no tienen suficientes votos para hacerlo ya que necesitarían el apoyo de diez republicanos en el Senado y, además, a partir de enero los conservadores tendrán la mayoría en la Cámara de Representantes, lo que dificultará aún más esa misión.
Pese a las dificultades, legisladoras demócratas como Judy Chu han estado haciendo presión para que los republicanos abandonen su trinchera política.
Chu es una de las principales impulsoras de un proyecto de ley destinado a restablecer las protecciones de «Roe contra Wade» y que ya ha sido aprobado en dos ocasiones por la mayoría demócrata de la Cámara Baja, aunque se ha atrancado en el Senado.
«Nuestros derechos no deberían depender del estado en el que uno vive. Por eso, voy a pedir a mis compañeros republicanos que consideren la ley que he impulsado y que crea un derecho al aborto a nivel federal, restaurando los derechos que perdimos con el fallo del Supremo», adelantó Chu en declaraciones a EFE.
2023 será, por tanto, otro año marcado por la batalla por el aborto. El escenario, sin embargo, ya no será el Tribunal Supremo sino el Congreso y cada uno de los parlamentos estatales donde están en juego los derechos reproductivos.
Y es que, desde la revocación de «Roe contra Wade», una de cada tres mujeres de EE.UU. ha perdido el derecho a decidir sobre sus cuerpos, según Planned Parenthood.
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