Es de vital importancia que en estos momentos de turbulencia psicosocial, emocional en el que nos encontramos, fomentemos el trabajo psicoemocional en nuestros niños, adolescentes y en las familias.
A nosotros nos han enseñado a atender la salud desde el punto de vista físico, sin profundizar en muchas oportunidades en las condiciones psicológicas y emocionales en las cuales está inmersa la persona que está envuelta en una determinada situación o enfermedad.
Nos hablan de cuidar el cuerpo, la belleza, la imagen, pero no nos educan para cuidar nuestra mente, a escuchar nuestro mundo interior, a tener contacto con nuestra esencia, diría la afamada Psicoterapeuta Virginia Satir” a tener un contacto íntimo”, es más ni nos hablan de ella.
Avivar ese encuentro íntimo con nuestro SER forma parte de nuestro trabajo, promover la formación de niños preguntones, de esos que nos hablan los insignes Maestros Simón Rodríguez, Paulo Freire, rompamos con el conformismo en nuestros niños, dejemos ya de formar niños repetidores de conocimientos que en muchas oportunidades no le son de verdadera utilidad.
Estamos donde estamos, somos lo que somos por las rutas que hemos construido, que hemos aceptado y que hemos mantenido para nosotros mismos.
Los pensamientos son rutas mentales que hemos creado a lo largo de nuestra vida. Algunos los adquirimos por parte de nuestros padres, otros por los maestros (as) algunos son útiles, otros no lo son, los usamos una y otra vez y no nos damos cuenta que algunas de estas rutas nos hacen daño, nos alteran y nos limitan.
Podemos construir nuevas rutas, podemos pensar diferente. Al construir nuevos caminos le damos a la mente la opción de escoger entre dos caminos. Dejamos de estar obligados a viajar por el camino que no funciona. Podemos elegir y esto es lo que nos hace únicos dentro de la creación.
Revisemos un poco las reglas que nos impusieron y las que hemos impuesto en nuestros niños hasta transformarlas en una guía verdaderamente útil. Podemos descubrir nuevas rutas si ponemos atención a todas las veces que decimos: hay que, no hay que, habría que, tengo que, debería.
Nos han dicho en las antiguas reglas por ejemplo que “No debo discutir con mis mayores”, esto podría cambiar por puedo discutir con mis mayores cuando difiero de opinión y cuando así lo decido, solo que debo hacerlo con el debido respeto. Cada cambio representa una etapa de riesgo y un nuevo aprendizaje.
¿Qué tal si eliminamos de nuestro vocabulario las palabras defecto- anormal, y sustituimos la palabra defecto por rasgos en desarrollo o aspectos por mejorar?.
La palabra anormal la sustituimos por diferente. La palabra debería la sustituyo por podría o pudieses.
La palabra fracaso la sustituimos por experiencia de vida…o podríamos decir, los resultados no fueron los esperados.
Cada nueva palabra viajaría por nuestra red neuronal creándonos nuevas expectativas, nuevas rutas mentales y por ende obtendremos conductas diferentes. En este sentido te propongo: Elabora una lista de todo lo que te han dicho que deberías ser y hacer y elabora otra lista con lo que tu pudieses ser o hacer.
De esta manera contribuiríamos a crear nuevas rutas, pensar y sentir de manera diferente, a aumentar los niveles de Autoestima, fortalecer el Autoconcepto, aceptarnos tal y como somos y de igual manera respetaríamos a nuestros semejantes, los aceptaríamos tal y como son, con sus virtudes y rasgos en desarrollo, fomentaríamos el respeto, el libre albedrío y en consecuencia la condición de SER de cada ser humano.
Establecer un contacto real con nuestro SER significa entonces hacernos responsables de lo que surge de nosotros. Crear nuevas rutas mentales nos permitiría crecer como individuos y como ser social, y en consecuencia enriquecernos como seres humanos.
Prof. (M.S.c) Dinora García Rausseo
Psicoterapeuta, Neurofacilitadora, Coach Organizacional,
Màster-Trainer en PNL, Coordinadora Estadal del Centro de Investigación y Formación de los Educadores. “Luis Beltrán Prieto Figueroa”
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