Ciudad Guayana.- Abrir la santamaría, trabajar en un local comercial o pagar impuestos ha quedado en un segundo plano cuando los tentáculos del desempleo tocan la puerta. Los barberos de la avenida Guarapiche en Unare III pasaron a formar parte del 84,5 % de venezolanos en la informalidad laboral, según datos de la Universidad Católica Andrés Bello.
Un improvisado espacio, hecho con tubos que sostienen unas láminas de zinc para el resguardo del sol y el agua, con nada más que una pequeña mesa de madera y un espejo reposando sobre ella, adornan las aceras de Unare III.
La pandemia mundial causada por el nuevo coronavirus acrecentó el número de venezolanos marginados de la formalidad laboral. Muchos negocios cerraron su santamaría a causa de no poder pagar los alquileres.
Jhonatan Acosta es uno de los barberos que se vio obligado a reinventarse y buscar nuevas maneras de encontrar el sustento de las cinco personas que habitan en su casa. Antes trabajaba en la mecánica, pero la Covid-19 lo obligó a mudarse a la barbería.
«Llevo 8 meses trabajando aquí en la calle. Yo era mecánico, pero la pandemia me obligó a volverme panadero y hasta barbero. Sí quería un local, pero las oportunidades son pocas. La inversión que uno necesita para eso es más elevada», contó Jhonatan.
Sobre esto último, la falta de crédito bancario para pequeños emprendedores es un elemento que en Venezuela hace vida desde que la hiperinflación formó parte de las cifras económicas del país en 2017.
Aquel pequeño espacio en las aceras de la avenida Guarapiche no tiene ningún dueño legal. Es un espacio público; sin embargo, quienes hacen vida en ese sitio, afeitando, aseguran que los bloques que están en la parte trasera de «las barberías» fueron quienes los autorizaron a ocupar el lugar.
También explicaron que anteriormente la Alcaldía pasaba por el lugar cobrando una especie de porcentaje; no obstante, cuentan que eso dejó de suceder hace bastante tiempo.
Alberto Pacheco, otro de los que trabajan en esas improvisadas barberías, cuenta una historia parecida. Su emprendimiento de pizza quebró durante la pandemia. Fue allí cuando debió encontrar otras maneras de hacer dinero para mantener a su familia.
«Hablé con un amigo para que me ayudara a conseguir un lugar aquí en la calle. Al principio intenté trabajar en un local, pero me cobraban un porcentaje de 15$ semanales por una silla. Aquí uno no paga nada. La luz la sacamos en una extensión de los bloques», explicó.
El monto que cobran estos barberos es de 3 USD por persona. Informan que, si les va bien, pueden hace entre 50 USD y 60 USD. Lo que se traduce en unos 200 USD mensuales.
Estos números sobrepasan, casi diez veces más, el sueldo mínimo al que están sometidos los venezolanos; sin embargo, apenas excede el 50% de lo necesario para adquirir la canasta alimentaria, pues esta se ubicó en 365 USD según el Observatorio Venezolano de Finanzas.
Brayan Silva
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