Al menos ocho civiles murieron este lunes tras impactar un dron cargado con explosivos contra la mezquita en la que se encontraban en la localidad de Al Fasher, el último bastión del Ejército de Sudán y que está bajo el asedio del grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).
Los comités de resistencia de Al Fasher, que se encargan de contabilizar las bajas durante el conflicto, dijeron en un comunicado que otras doce personas resultaron heridas en el ataque con dron, presuntamente lanzado por las FAR contra una mezquita en el barrio de Al Tijaniya, en el noreste de la localidad.
Al Fasher se ha convertido en uno de los focos del conflicto en Sudán debido a su importancia estratégica y a que decenas de miles de personas se encuentran atrapadas en el fuego cruzado, la gran mayoría de ellas desplazadas por el conflicto que sufre el país africano desde el 15 de abril de 2023.
FAR
Por otra parte, tanto el Ejército como las FAR se acusaron mutuamente de destruir un importante puente que conecta las localidades capitalinas de Jartum Norte y Omdurmán, que están disputadas por ambas partes enfrentadas.
Según el Ejército, los paramilitares destruyeron el lado oriental del puente de Halfaya para impedir el avance de los soldados hacia Jartum Norte; mientras que las FAR acusaron a las Fuerzas Armadas de hacer lo mismo.
El puente de Halfaya, al norte de Jartum, ha permanecido cerrado desde el inicio de la guerra puesto que su lado occidental ha estado controlado por el Ejército, que se ha hecho con el control de gran parte de Omdurmán.
Los paramilitares, por su parte, controlan el este de la estratégica infraestructura, que conecta con Jartum Norte, una localidad también en manos de las FAR que este mismo lunes ha sido bombardeada por aviones de combate del Ejército, según informaron testigos a EFE.
Por su parte, las FAR atacaron hoy con artillería varias posiciones del Ejército en el norte de Omdurmán y causaron al menos once heridos de distinta gravedad, según los equipos médicos de esta ciudad.
La guerra en Sudán se ha saldado con entre 30.000 y 150.000 muertos, según diferentes estimaciones, y ha provocado el desplazamiento interno y exterior de más de 10 millones de personas, convirtiendo al país africano en la peor crisis de desplazados de todo el planeta.
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