Bagdad.- Alaa al Rikabi es un reconocido farmacólogo y activista político en el sur de Irak, donde sufrió ataques y amenazas durante las protestas que sacudieron el país en 2019. Las coacciones no le han desalentado y se presenta a las elecciones generales del día 10 como el candidato de la llamada «revolución de octubre».
Doctor en farmacología y toxicología por la Universidad de Bagdad, Al Rikabi (1974) lideró las masivas protestas antigubernamentales en la provincia sureña de Di Qar, una de las regiones en las que fueron más violentas y en la que se registraron la gran mayoría de los más de 600 manifestantes muertos.
A pesar de las amenazas recibidas por su activismo, Al Rikabi se presenta como candidato al frente de una formación nacida de esas protestas: Imtidad (Extensión, en árabe).
PAGAR EL PRECIO
Muchos de los que como él entraron en política al calor de las protestas, se han retirado de la carrera electoral por las amenazas e intentos de asesinato que han sufrido. Candidatos y formaciones consideraron que la situación de inseguridad generalizada en el país impide que los comicios tengan garantías mínimas.
Al Rikabi discrepa y cree que estas elecciones por las que cientos perdieron la vida «son la única puerta para hacer un cambio real por medios pacíficos», dice en una entrevista telefónica con Efe.
En su opinión, boicotear las elecciones por la falta de seguridad, el fraude electoral y las milicias, no es una opción porque «no cambia este escenario».
Él mismo ha sufrido en sus propias carnes varios intentos de asesinato o de secuestro, pero asevera que «quien quiera lograr un cambio en el futuro del país debe pagar el precio».
«Ya no tenemos miedo de ser atacados o asesinados mientras sigamos adelante por el camino en el que creemos (…) Estamos tratando de crear un futuro mejor», asegura el hombre de 47 años.
«Si el precio es nuestras vidas, lo consideramos un pequeño precio a cambio de un futuro mejor para nuestro país. Nuestras vidas no son más valiosas que las vidas de cientos de personas que murieron en la revolución de octubre de 2019», remacha.
HAY FUTURO PARA IRAK
Al Rikabi es optimista cuando dice que «ahora se ve una luz al final del túnel», en referencia a los próximos comicios.
Estas serán las primeras elecciones de la historia de Irak en las que compitan candidatos independientes, algo que se consiguió gracias a la aprobación de una nueva ley electoral, otra de las demandas de los manifestantes que fue cumplida.
Gracias a esta nueva norma, que limita también el monopolio de los partidos tradicionales, Al Rikabi sueña con entrar en el Parlamento y formar una coalición de movimientos opositores capaces de incidir en el futuro del país.
«El gran desafío al que nos enfrentamos es convencer a los votantes de que las elecciones son la verdadera puerta al cambio», apunta.
El activista tiene claro el diagnóstico de Irak, sus desafíos y sus retos, que no son pocos: desde la mejora de los servicios básicos e infraestructuras, dilapidadas por décadas de guerra, pasando por el fin de la corrupción endémica en el país y la devolución de la «dignidad» a los ciudadanos.
SUS PROPUESTAS
El farmacólogo es consciente de que no existe una píldora mágica que cure todos los males de Irak, pero tiene claro cuáles son las prioridades: «Lo más importante en la próxima etapa es trabajar para recuperar nuestra identidad nacional y nuestra soberanía nacional violada».
Al Rikabi está cansado de que Irak sea el campo de batalla entre sus aliados: por un lado, Estados Unidos, y por otro, Irán. Además, comparte frontera con la conflictiva Siria y Turquía interviene militarmente en el norte del país contra los milicianos kurdos.
En las pasadas dos décadas, Irak fue escenario de la invasión estadounidense entre 2003 y 2011, y de la ocupación del grupo yihadista Estado Islámico entre 2014 y 2017.
Al Rikabi también desea un futuro económico próspero para los iraquíes, que no se benefician de las riquezas de Irak, el segundo productor de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Propone que la economía nacional no sea tan dependiente del crudo, desarrollar el sector privado y «establecer fondos soberanos para invertir parte de las ganancias en proyectos industriales y agrícolas» para ofrecer oportunidades laborales.
Mejorando las condiciones económicas, quizás será posible devolver la dignidad a los iraquíes, ya que «la dignidad humana en nuestro país está perdida».
Amer Hamid EFE
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