“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encintas o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»
Reflexión hecha por Luis Perdomo, Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Andrés Dung-Lac, Presbítero y 116 compañeros mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, Proclamados santos por San Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988. Es memoria obligatoria. También celebramos el 43 aniversario de la Diócesis de Ciudad Guayana. Felicitaciones a toda la feligresía de nuestra Diócesis.
Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas, capítulo 21, del verso 20 al verso 28. en el que JESÚS Profetiza la suerte final que le corresponderá vivir a Jerusalén, entrelazada con una catástrofe cósmica, símbolo de la caída del orden social injusto. El cuadro descrito con características y estilo apocalíptico, es altamente dramático. En
esa narrativa todo se bambolea, es como si volviéramos al caos primitivo de la civilización humana, y evoca el final de los tiempos.
JESÚS, introduce en su discurso Su Compasión por las víctimas inocentes, representadas en las madres con niños pequeños. La escena se cierra con la visión del Hijo del Hombre, figura misteriosa que triunfa sobre todos los opresores, llevando en sus manos las llaves y la suerte de la historia. Es el toque de la Esperanza, para que sus seguidores, aun viendo estas cosas tan horrendas, puedan levantar la cabeza, porque llega la salvación, en medio del caos.
Y es que JESÚS, relaciona la tragedia que significa la destrucción de Jerusalén para sus habitantes, con la oportunidad de salvación que tienen los que observen sus mandatos. Por lo que es oportuno recordar que a diferencia de otros grupos religiosos que estaban atados al territorio, o a las edificaciones o instituciones de sus ciudades, el cristianismo es capaz de renacer en cada lugar y cultura, ya que no depende de una raza o de unos edificios, sino que viaja como Palabra de Vida en el corazón de los creyentes.
Al confrontarnos con el texto, vemos que mientras las potencias mundiales se turnan para imponer sus políticas o estilos de vida, Nuestro Amado JESÚS busca que quienes acojamos Su Mensaje de AMOR, lo sepamos traducir no en consignas y programas espurios, sino en gestos y acciones humanas que permitan reivindicar la dignidad de la persona. Y es esta aceptación y la acción decidida de los discípulos de todos tiempos, lo que ha hecho al cristianismo perdurar en la historia.
Teniendo claro que muchos de los que nos llamamos seguidores de JESÚS nos asustamos o perdemos la esperanza ante las dificultades, las enfermedades o la propia muerte. Por eso es que JESÚS, nos llama a levantar la mirada y configurarnos con Él, y de esta manera podamos entender que la profundización de las crisis y el inminente final de una época, no es la culminación del camino, sino que es ese el escenario propicio para el renacer de la esperanza, y el recomenzar de la civilización del AMOR, donde todos vivamos la experiencia de la vida de acuerdo a los designios de DIOS.
Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Qué puedo responderles a todos aquellos que dicen que esto se lo llevó quien lo trajo? ¿También yo me siento sin esperanza? ¿Estoy claro que yo soy el instrumento para que Dios pueda llevar su mensaje de esperanza a todos mis semejantes? ¿Estoy atado a mis posesiones materiales o afectivas, de tal manera, que siento pánico de poder perderlas? ¿Qué importancia le doy a la Palabra de Dios, presente en las Sagradas Escrituras? ¿Creo que lo que está escrito es para mí o para otros?
Señor JESÚS, ayúdanos a entender que la profundización de la crisis y el inminente final de una época, no es la culminación del Camino, sino que es el escenario propicio para el renacer de la esperanza, donde todos vivamos la experiencia de la vida de acuerdo a los designios de DIOS.
Amén
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