El neerlandés Max Verstappen (Red Bull), líder del campeonato y que aspira a ganar un tercer título seguido, saldrá primero este domingo, por delante del español Fernando Alonso (Aston Martin), en el Gran Premio de Mónaco, el sexto del Mundial de Fórmula Uno, que se disputa en el circuito urbano de Montecarlo. Testigo directo de una calificación espectacular; que se resolvió, como era de esperar, al límite y por márgenes mínimos.
La cronometrada principal, decisiva habitualmente con miras a una prueba que discurre por las estrechas calles del bello principado de la Costa Azul, dictaminó que el otro español, el madrileño Carlos Sainz (Ferrari) arranque quinto; mientras que el mexicano Sergio Pérez, compañero del nuevo ídolo de los Países Bajos -al que secunda en la general, a catorce puntos-, accidentado en la primera de las tres rondas, lo hará desde el último puesto de la parrilla.
Verstappen, de 25 años, apuntará, en la carrera más icónica del Mundial, a su trigésima novena victoria en la F1, la cuarta de la temporada y la que sería su segunda en Mónaco; donde ganó hace dos años. En el circuito más corto del campeonato. Donde este sábado logró su vigésima tercera ‘pole’ en la F1, la que por sólo ocho centésimas se le escapó a Alonso, en una segunda juventud a los 41; que había salido por última vez desde el primer puesto de la parrilla hace casi once años: en Hockenheim y en el Gran Premio de Alemania de 2012.
La calificación, como era de prever, fue, sencillamente espectacular. De las mejores en muchísimo tiempo. Y rozó la locura, con los cuatro primeros coches en un margen de sólo dos décimas. Antes de que el súper-depredador neerlandés, a quien el doble campeón mundial asturiano -espectacular una vez más- se lo puso bien difícil ese sábado, la decantase a su favor.
‘Mad Max’ voló sobre la casi imbatible nave diseñada por el magistral sabio inglés Adrian Newey, el gurú de la aerodinámica, con la que Red Bull apunta a su segundo periplo glorioso, después del que lideró, entre 2010 y 2013 -con cuatro títulos de pilotos y otros tantos de constructores- el alemán Sebastian Vettel. Y en su último intento hizo magia en el tercer sector de la pista monegasca, en la que el que más cerca estuvo de chafar sus planes fue otro catedrático, éste de Oviedo.
Admitiendo la casi incontestable superioridad del coche de la escudería austriaca, Alonso se ha erigido en la gran sensación del arranque de temporada, en el que ha subido cuatro veces al podio en las cinco primeras carreras del año: sus cinco primeras con Aston Martin. Equipo al que ha convertido en la revelación del curso, con un coche que el año pasado era el séptimo de la parrilla y que, en un circuito ‘de piloto’, re-confirmó como segundo.
Sin descartar la tan ansiada victoria 33 -diez años después de la 32, en el Gran Premio de España de 2013, en el circuito de Montmeló (Barcelona), que se volverá a llenar a reventar el próximo fin de semana- Alonso -dos veces ganador en Montecarlo- sabe que, siendo realista, su objetivo es dar otro salto cualitativo y, después de cuatro terceros, apuntar al segundo puesto. Pero, insistamos: sin descartar nada.
En una carrera en la que entre él y su compatriota Sainz, desde la segunda fila, tomarán la salida el monegasco Charles Leclerc -compañero del madrileño e investigado tras la calificación- y el francés Esteban Ocon (Alpine), que sale cuarto.
Verstappen cubrió los 3.337 metros de la pista monegasca en un minuto, once segundos y 365 milésimas, sólo 84 menos que Fernando -tercero en el Mundial, a 44 puntos-, que mejoró en una décima a Leclerc y en casi dos a Ocon. Sainz se quedó a 27 centésimas y arrancará desde la tercera fila al lado del séptuple campeón mundial inglés Lewis Hamilton; que vivió tiempos mejores en esta linda plaza mediterránea,
El capitán de Red Bull, que había sido el más rápido en los entrenamientos del viernes, también lideró la tabla de tiempos en el tercer y último ensayo, en el que mejoró en 73 milésimas a ‘Checo’. En una sesión que acabó cinco minutos antes de lo previsto, con una bandera roja, a consecuencia del accidente -sin mayores consecuencias físicas- de Hamilton, que perdió el control, bajando a Mirabeau, de su Mercedes; que hubo de ser retirado de pista, dejando unas espectaculares imágenes, mediante una grúa.
Tercero había sido el canadiense Lance Stroll, compañero de Alonso -que no había pasado del decimocuarto- en Aston Martin. Por delante de un Sainz que el viernes -antes de tocar el muro en la zona de salida de la piscina- había sido primero en la primera sesión y tercero en la segunda.
El talentoso piloto madrileño -quinto en el Mundial, con 44 puntos, 75 menos que Verstappen- se inscribió cuarto, a 485 milésimas del que fuera su primer compañero en la F1 (en 2015, a bordo de un Toro Rosso, actual Alpha Tauri) en el último ensayo. Una sesión que Alonso acabó, sin opción a un último intento para mejorar crono, en decimocuarta posición; ya que poco antes del accidente de Hamilton también se había quedado parado en pista el Haas del danés Kevin Magnussen.
El astro astur, victorioso en Mónaco en 2006 y en 2007, se había quedado a nueve décimas del crono de ‘Mad Max’.
A la hora de la verdad, en una prueba en la que la cronometrada principal prácticamente decide el resultado de la carrera, el más egregio eliminado en la primera ronda (Q1) fue ‘Checo’, ganador en el glamour mediterráneo hace justo un año.
El mexicano perdió, en Santa Devota, el control de su monoplaza. Que también tuvo que ser retirado de la pista por una grúa (de nuevo impresionantes imágenes); provocando la interrupción de la misma, con bandera roja, a falta de casi once minutos y medio.
Reanudada la ronda, Verstappen marcó el mejor crono; con dos décimas y media sobre el japonés Yuki Tsunoda (Alpha Tauri), que al final acabó noveno y saldrá desde ese puesto este domingo. Carlos marcó el cuarto tiempo, a 331 milésimas; y Fernando el noveno, exactamente a medio segundo.
En la Q2, en la que se quedaron fuera Stroll y el finés Valtteri Bottas (Alfa Romeo), Verstappen volvió a comandar la tabla de tiempos, justo delante de Leclerc y de Fernando, con Carlos en el séptimo puesto. Hasta culminar otra actuación semi-estratosférica en su último intento de la Q3.
En la ronda decisiva, dos españoles, Alonso y Sainz, llegaron a ocupar virtualmente la primera fila. Antes de que el crono del Aston Martin lo mejorasen Ocon, en primera instancia; y Leclerc -provisionalmente primero- justo después.
El nuevo buque insignia de la escudería de Silverstone -cuyo jefe de equipo, el luxemburgués Mike Krack, reconoció que hace un par de meses no se hubiera imaginado ni por asomo estar en la posición en la que se encuentran- se colocó de nuevo el cuchillo entre los dientes y firmó una última vuelta que rozó la matrícula de honor.
Pero quedaba en pista Verstappen. Y Verstappen -admirador declarado del genial piloto asturiano, que llegó a competir contra su padre, Jos, a principios de siglo- se marcó un tercer sector de auténtico lunático. Porque ‘Mad Max’ es un salvaje. Y este sábado lo volvió a demostrar.
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