Ángel, un hombre solitario que anhela un empleo y con buenos sentimientos. Foto: Níger Martínez

Este personaje es uno de los tantos que se observan en las horas nocturnas en distintos sitios de Puerto Ordaz, ellos prefieren la oscuridad, generalmente porque son rechazados por la sociedad y vistos con desconfianza, sin embargo, detrás de cada una de estas personas se esconde una historia.

Ángel Marcano tiene 48 años de edad, es natural de Maturín, estado Monagas, migró a Ciudad Guayana, abrigando esperanzas de tener una vida mejor que la que vivía en esa región petrolera.

Todo aquel que lo conoce lo llama por su nombre, no tiene ningún seudónimo, su faena es en las noches en La Plaza La Navidad, parqueando vehículos y cuidándolos, mientras vea movimiento nocturno.

Luego se desplaza hacia la parte posterior de la Torre Continental, en donde funcionan algunos negocios de comida rápida; también un bodegón, cerca de la Feria de Las Hortalizas.

No se considera un vagabundo, a pesar de dormir en lugares abandonados de la ciudad, tampoco pernota en una plaza o pasillos de algún edificio, cuenta que descansa en sitios en los cuales no causa problemas a los mortales.

Construcción abandonada

Ángel, dormía encima de una puerta de madera, cuyo tablón de color caoba descansaba en ocho cauchos.

Este espacio en una oportunidad funcionaba como oficina de una agencia de vehículos, ubicada en la carrera Potosí, urbanización Villa Bolivia, ahora dichas instalaciones son unas ruinas.

Cuenta el entrevistado que anteriormente trabajó como vigilante, cuidaba la construcción de la Catedral, pero una noche llegaron varios sujetos y decapitaron la escultura de bronce que se hallaba en la Cruz del Papa, para robársela por pedazos, él tuvo algunos días en averiguaciones por dicho suceso.

-Me gano la vida de manera honesta, no tengo un hogar propio, tampoco un trabajo fijo, quisiera que alguien me contratara para salir de las calles, apuntó al ser entrevistado.

¿Qué sabes hacer?

-No soy exigente…, me defiendo haciendo trabajos de albañilería, tengo conocimiento de estructuras y sé empastar, lo que me pongan hacer lo hago, menos robar.

Detrás de Ángel existe una historia, anteriormente se paseaba por algunas calles de Puerto Ordaz con más de 40 perros.

Dice que cuidaba a los cuatro patas que eran abandonados, sin embargo, luego del suceso en la Cruz del Papa, cada peludo cogió rumbos diferentes.

Arribó a Ciudad Guayana a los doce años, tiene familia en San Félix, “cuando reúno dinero suficiente y alimentos bajó y paso varios días con ellos, después me regreso.

No solo parquea autos, también les hace mantenimiento, “siempre he recibido buen trato de las personas, no me puedo quejar, llevó una vida solitaria y nocturna en la ciudad».

Además, «soy testigo que en las horas nocturnas es cuando se ven muchas personas necesitadas en las calles, buscando entre la basura alimentos para llevar algo a su hogar”.

¿Qué anhelas?

-Quisiera una casa, en donde vivir y salir de la calle, no quiero seguir escondiéndome a descansar; igual, pido para todas esas personas necesitadas que la gente no ve, pero nosotros sabemos que existen, ellas salen en las noches.

Ángel, igualmente se rebusca reuniendo envases de plásticos, “esas pimpinas las llevo  a los negocios en donde venden liquido de limpiezas y obtengo algo de ganancias”.

Por último expresó que tenía muchos pensamientos, sueños y deseos, pero, uno de esos anhelos, un empleo, “lo demás llega en el momento indicado. Tengo fe en Dios, sé que mi Dios no tiene prisa, yo tampoco”.

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