“En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es, «ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San José Sánchez del Río, Nacido en Sahuayo, Michoacán, el 28 de marzo de 1913, fue asesinado el 10 de febrero de 1928, durante la persecución religiosa de México por pertenecer a «los cristeros», grupo numeroso de católicos mexicanos levantados en contra la opresión del régimen de Plutarco Elías Calles. Fue beatificado el 20 de noviembre de 2005, por el Papa Benedicto XVI, como parte de un grupo formado por él y otros 8 mártires mexicanos. Y canonizado el 16 de octubre de 2016, por el Papa Francisco

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 7, versos del 31 al 37. En el que se narra la travesía de JESÚS, por la región de las Decápolis, y en la que le presenta a un hombre sordo y mudo, para que le impusiera las manos. JESÚS entra en comunicación con él, a través del lenguaje no verbal de los gestos, y la sanación acontece con la Palabra del Maestro: “ábrete”, que sana y libera de manera inmediata, del mutismo en que estaba sometido el sordomudo.

Dos acciones bien concatenadas se destacan en esta narrativa, por un lado, está el hombre incapaz de oír y de hablar, que estaba encerrado en un mundo inhumano de silencio absoluto, es liberado por la Fuerza de la Palabra de JESÚS. Y en la otra escena está la gente que se admira ante el hecho y comenta que JESÚS, como DIOS, al Crear el mundo, todo lo ha hecho bien. Y es que, sin lugar a dudas, la Sanación ha sido la creación de un nuevo ser humano, capaz de relacionarse con los demás y con DIOS.

Muy pertinente es recordar que la mayoría de los relatos bíblicos, donde se narra la vocación de los Profetas, es decir de personajes que han de ser portadores de la Palabra de DIOS, refieren al mismo tiempo sanaciones de mudos o tartamudos. Se trata de un procedimiento cuya finalidad, es darnos a entender que el Profeta apoyado tan solo en sus facultades naturales, no es capaz de comenzar a hablar por su iniciativa, ni puede hacer que otros hablen a través de sus dones, sino que recibe del Ser que lo Trasciende, las facultades para transmitir el Mensaje oral y el poder de Sanación para sus semejantes.

Al confrontarnos con el texto, y releer la frase con la que se cierra: “Todo lo ha hecho bien” (Mc 7,37), nos hace ver que JESÚS en el cumplimiento de la Voluntad del PADRE, Revela Su Misión Regeneradora a la humanidad, que, por su tozudez y sordera, se empeña en ir en contra de los Designios de DIOS. Y por eso es que las características del hombre en quien JESÚS Obra el Milagro: sordera y tartamudez, nos hace inferir, que se trata de la descripción de la propia humanidad, que ni oye la Voz de DIOS, ni habla el lenguaje de DIOS que es el AMOR.

Y que es la sordera la que, nos hace padecer toda clase de vicisitudes, para ubicarnos entre las amenazas ruidosas de las guerras y el sometimiento prolongado de muchos pueblos a la voluntad de sus gobernantes, teniendo como denominador común el egoísmo y los delirios de grandeza de quienes ejercen el poder en el mundo y de la indiferencia de la mayoría de los ciudadanos. Por eso es que la sanación de un mudo que posteriormente va a proclamar la grandeza de esta acción, nos hace entender que la Fe es una virtud infusa, Regalada por Nuestro Creador, pero que sus criaturas debemos colaborar abriendo nuestro corazón para que Él siga haciendo Su Obra de crecimiento y de fortalecimiento, que nos permita construir Su Reino, en medio de nosotros.

 De allí que hoy sea el día para tener en cuenta lo que nos dice DIOS a través del Salmista: “Si mi pueblo tan solo me escuchara” (Sal 81,14), y que cada uno de nosotros que hemos sido llamados y facultados desde nuestro Bautismo para Profetizar y evangelizar, nos preguntáramos: ¿Estoy convencido de que este es el momento de asumir mi vocación profética, para proclamar la Buena Noticia de JESÚS, o prefiero ser un mudo y ciego, para no escuchar o ver la realidad existente? ¿Cuándo decido contagiar a otros de la Buena Noticia del Reino, lo hago confiado en mis facultades o más bien me he anonado ante la Presencia del Espíritu Santo, para que fluya su fuerza Sanadora?

Señor JESÚS, ábrenos a la relación sincera y generosa Contigo y con nuestros semejantes. Y ayúdanos a superar los fríos y mortales silencios, que nos aíslan unos de otros, para entrar en una fraterna relación comunitaria de servicio y de inclusión.

Amén

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