Fotografía de los objetos expuestos de la muestra "1983. Volver a votar" en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Matias Martin Campaya

Argentina celebra este lunes 40 años de las elecciones que marcaron el fin de la última dictadura militar (1976-1983), que inauguraron el período más largo de democracia en el país suramericano al dejar atrás una seguidilla de golpes de Estado que marcaron el siglo XX en esta nación.

El aniversario coincide con la campaña para el balotaje del 19 de noviembre que deberá decidir si el candidato peronista, Sergio Massa, o el ultraliberal Javier Milei presiden el país desde el 10 de diciembre, cuatro décadas después de la ascensión al poder del radical Raúl Alfonsín.

Hoy, la Unión Cívica Radical (UCR) integra la coalición Juntos por el Cambio (centroderecha) -gran derrotada en los comicios del 22 de octubre-, pero está abiertamente enemistada con uno de sus socios, Propuesta Republicana (Pro), cuyos referentes Mauricio Macri y Patricia Bullrich apoyan a Milei, quien los ha insultado en repetidas ocasiones y ha criticado el Gobierno de Alfonsín.

La polarización es distinta a la de 1983.

Colapso militar y consensos

Hace 40 años «había cierto consenso respecto a dónde no se quería volver o qué cosas no eran posibles en esta nueva Argentina», explica a EFE el historiador Juan Cafferata, del equipo de investigación del Museo Histórico Nacional (MHN), de Buenos Aires, mientras que «el arco ideológico político está más cubierto hacia ambos extremos» hoy, en alusión al peronismo y a la ultraderecha.

La campaña de 1983 fue un hito para la comunicación política del país en unas elecciones convocadas por un gobierno militar en colapso: participaron 12 fórmulas presidenciales para elegir a un mandatario por seis años, pero los comicios estuvieron polarizados entre la UCR y el Partido Justicialista (PJ, peronistas).

Tras la derrota en la guerra de las Malvinas contra Gran Bretaña (abril-junio 1982), el gobierno militar se vio forzado a un proceso de apertura democrática y en agosto promulgó una ley orgánica de los partidos políticos que establecía las pautas.

«Ya para 1981 la dictadura militar estaba muy desgastada», «había cada vez más movilizaciones pidiendo por un retorno y una apertura democrática» por parte de los viejos partidos políticos y luego «con la derrota en Malvinas, esto se vio mucho más fuerte» y «se vio obligado el gobierno a iniciar una transición democrática», explica Cafferata.

Las agrupaciones políticas debieron reorganizarse y reestructurarse tras años de veda política llamando a afiliarse -lo hicieron 5,5 millones de personas- antes de iniciar la campaña.

Esperanza

El clima social del momento era de esperanza, porque quedaba atrás un período cruento de la historia argentina. Y fue el discurso de Alfonsín el que concitó los anhelos y las expectativas de vastos sectores de la sociedad argentina.

Sus discursos cerraban con el preámbulo de la Constitución argentina, como una «oración patriótica» que llamaba a la unión nacional y la recuperación de derechos; además, apostaba a la democracia como instrumento para la pacificación y el desarrollo económico, al usar la hoy célebre frase «con la democracia se come, se cura y se educa».

«La sociedad estaba muy movilizada», indica Cafferata.

En las elecciones con la participación más alta de estos 40 años de democracia (el 85,61 % del padrón de 17,9 millones), Alfonsín ganó con un 51,75 % tras una campaña muy personalista.

La muestra «1983. Volver a votar», que exhibe el MHN de Buenos Aires, permite recordar cómo fue aquella campaña «inédita en lo que hace a la publicidad política», destaca Cafferata, como puede verse en lo audiovisual y en «la utilización de nuevas estrategias estéticas en lo que eran los clásicos afiches políticos».

Los carteles de Alfonsín solían mostrar su icónico saludo, con las manos entrelazadas sobre el hombro izquierdo, que simbolizaba el abrazo con la gente y aludía al espíritu de conciliación contra la violencia, y políticas públicas de inspiración socialdemócrata.

La campaña del PJ, más tradicional, reivindicaba los viejos postulados peronistas de justicia social, soberanía política e independencia económica, las imágenes de Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974), la mítica Evita y la expresidenta María Estela Martínez de Perón (1974-1976), el escudo y su tradicional marcha.

El acto que, se considera, hizo perder al peronista Italo Luder (40,16 %) fue el del dirigente Herminio Iglesias, quien quemó un ataúd con las siglas de la UCR y la frase «Alfonsín q.e.p.d.», justo cuando el país buscaba abandonar los años de oscuridad.

El período de 1973 a 1976 se caracterizó «por la crisis económica y por la conflictividad política» y «gran parte de la población no quería volver a eso», recuerda Cafferata, quien agrega que «hay quienes indican» que la estrategia peronista «fue errónea» porque, «a diferencia de la UCR, no apuntaba el futuro». 

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