Elena Camacho
Madrid (EFE).-Durante miles de años, muchas especies humanas compartieron la Tierra, pero solo quedó una, el Homo sapiens, una especie a la que el paleoantropólogo español Juan Luis Arsuaga ve conquistando el espacio en viajes sin retorno como «los de los navegantes polinesios que llegaron hasta Hawai y nunca volvieron a casa».
Para este científico, la expansión del ser humano a otros mundos depende de dos cuestiones: la rentabilidad, porque «si hubiera oro, hace tiempo que los habríamos colonizado, y en la Luna habría una base o una ciudad»; y los límites de las leyes de la materia que dicen que no podemos viajar más deprisa que la luz.
Pero Arsuaga (Madrid, 1954) cree que el hombre que triunfó por encima de todas las especies, conquistará el espacio, superará el reto medioambiental y evitará la destrucción de la Tierra, comenta en una entrevista con Efe en la que habla de su último libro, «Vida, la gran historia» (Destino).
Pregunta: ¿Por qué ha escrito este libro?
Respuesta: Porque es el libro que llevo escribiendo o que he querido escribir toda mi vida, desde la infancia; recoge las grandes preguntas de la teoría de la evolución desde el principio pero no se limita a narrar, sino que intenta abordar las grandes cuestiones que se han discutido en los últimos 75 años.
P: ¿Y qué preguntas son esas?
R: Principalmente determinar si la evolución es lineal y las especies se encadenan en una secuencia, o si es ramificada y, si es así, por qué solo somos una especie ahora, qué ha sido de las otras.
También hay preguntas sobre el origen de la conciencia, la solidaridad, el egoísmo, la libertad, el pensamiento simbólico, o el arte, que no sabemos por qué o cómo han surgido y si era inevitable que sucediera, es decir, abordamos la historia y la intrahistoria.
P: ¿Cuándo aparece la inteligencia?
R: No estamos de acuerdo en si está desde el principio de nuestra especie ni si éramos los únicos. Todavía estamos determinando si otras especies como los neandertales tenían lenguaje, pensamiento, consciencia y arte o no… pero sabemos que es un fenómeno relativamente reciente de la historia de la evolución, y si por inteligencia entendemos lenguaje, existe en nuestra especie y no tiene más de un millón de años.
P: Después de que los primeros homínidos salieran de África, hubo una variabilidad tremenda de homínidos (h. habilis, h.naledi, h.erectus….) y muy similares genéticamente ¿cómo se explica?
R: esta es una de las grandes preguntas de la biología y la evolución humana. Algunos autores sostienen que solo ha habido una especie en cada momento en el planeta y que se han ido sucediendo, y otros autores -entre los que me encuentro- defendemos la existencia de varias especies a la vez hasta hace 40.000 años en que una de ellas, la nuestra, se extendió por el planeta y eliminó a las demás.
P: ¿Qué pasó?
R: que competimos con las otras, ocupamos su lugar, las excluimos y las hicimos desaparecer.
P: El yacimiento de Atapuerca -del que es codirector- es fundamental en su vida y en la paleontología. ¿Cuál ha sido la mayor aportación?
R: Atapuerca ha dado muchos fósiles humanos de un periodo de tiempo muy amplio. Tiene un registró de la evolución humana de más de un millón de años pero además demostró que la llegada del hombre a Europa no tuvo lugar hace 500.000 años como se pensaba sino hace más de un millón, es decir, ha duplicado la historia humana en Europa.
P: ¿Cuáles son las grandes cuestiones pendientes de resolver para la paleontología?
R: Yo citaría por ejemplo el origen del altruismo y la cooperación y cómo apareció la solidaridad dentro del grupo y quizá el origen de nuestra característica más destacada: el pensamiento, un proceso que ni la neurociencia actual sabe cómo se produce.
P: En los últimos 40.000 años ¿hemos cambiado?
R: El gran cambio de la evolución humana no ha sido biológico sino cultural y se produjo hace 11.000 años con la aparición de la agricultura y la ganadería.
P: ¿Es la crisis medioambiental actual producto del Neolítico?
R: Obviamente. En el Paleolítico no había más seres humanos que leones y osos, éramos una especie más que pintaba las cavernas pero su capacidad de impacto en el medio era mínima. El gran cambio, el gran salto nuestra capacidad transformadora empezó en el Neolítico y ha producido una extinción en masa, una gran destrucción y nos sitúa ante problemas de desequilibrios entre poblaciones humanas, de desequilibrios en los recursos naturales que suelen acabar en fricciones y conflictos.
Nos enfrentamos a un problema muy serio que espero seamos capaces de resolver porque también existe la capacidad de ser felices en este planeta que es por lo que yo abogo en este libro.
P: El transhumanismo plantea -con ayuda de la tecnología y la genética- mejorar nuestra calidad de vida, combatir el envejecimiento e incluso buscar la inmortalidad…
R: Yo de la inmortalidad descreo mucho. No me parece un objetivo para este milenio. Ahora mismo lo más que podemos plantearnos es prolongar la vejez, no la juventud, y la eterna vejez no es lo mismo que la eterna juventud. Es preferible apostar por la calidad de vida.
El transhumanismo es una posibilidad que yo no deseo y a la que me opondré con todas mis fuerzas. Es posible pero no deseable. Y aunque tengamos la tecnología y las posibilidades de modificar genéticamente al ser humano, no quiere decir que lo vayamos a hacer.
P: ¿Confía en la capacidad ética del ser humano?
R: Sí y estoy convencido de que no lo veremos. Este tipo de futuros, de distopías, solo son posibles en sociedades planificadas, dominadas por un gran hermano.
El peligro no está en la tecnología, está en las sociedades totalitarias y estos programas de transhumanismo no son aplicables a las sociedades libres, no son un peligro.
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