El caserío Balneario Acapulco lleva más de 50 años olvidado por las autoridades regionales, aseguran sus habitantes. 

La realidad de Balneario Acapulco es, en parte, la realidad de muchos en Ciudad Guayana. 52 familias padecen la falta de electricidad, agua potable, sus carreteras carecen de asfalto, aunado a la escasez de lo necesario para vivir. 

El equipo de Nueva Prensa Digital visitó el lugar y de entrada se perciben varios escenarios: niños jugando, amas de casa tendiendo su ropa lavada en el río, hombres pescando para cubrir la comida del día. 

Pese a que cada escenario es diferente, las necesidades básicas son las mismas; la pobreza que los arropa, afecta tanto a los adultos como a los niños.

Educación para los niños

Zelenis Patete tiene 29 años viviendo en el caserío, creció entre la tierra mojada y a orillas del río Caroní, es fiel testigo de las dificultades que pasa la comunidad para intentar llevar una vida digna. Recibir educación se hace cuesta arriba en el sector, por la complejidad que significa dirigirse a los colegios más cercanos, ante la ausencia del transporte público y lo retirado del lugar. 

62 niños se recrean a diario con lo poco que tienen, su espíritu infantil no se pierde, pero sí el tiempo de su etapa escolar. 

«Nosotros fuimos al Distrito Escolar para buscar soluciones y los niños puedan iniciar con la educación, muchos ya están grandes y no saben leer ni escribir», explicó Patete.

La mujer contó que lograron conseguir una respuesta positiva para que los niños inicien clases. Al parecer, iniciarán el período escolar dentro de la misma comunidad, gracias a una maestra que es familiar de uno de los vecinos de Balneario Acapulco.

Debido al tiempo de ocio de los niños, sus padres ven como opción ponerlos a trabajar en su mismo oficio: la pesca. Aun así, reconocen que su prioridad será la educación. 

Servicio de agua potable

Hace cuatro años la comunidad recibió una bomba de agua que llevaban solicitando desde hace algún tiempo a los entes regionales, y así paliar la ausencia de agua potable. 

Sin embargo, la bomba trifásica recibida no sirve para la comunidad, pues solo cuentan con energía 110 y 220. 

«Este llamado ya lo hemos hecho en reiteradas oportunidades, hasta ahora no hemos tenido respuestas positivas. Lo que nosotros pedimos es que nos la puedan cambiar y nosotros entregar esta que nos dieron hace cuatro años, y no ha tenido uso», declaró Patete.

La comunidad sacia su necesidad de agua con la proveniente del río Caroní. Con ella lavan ropa, friegan platos, se bañan, se cepillan los dientes y la consumen para calmar la sed. 

A raíz de esto, muchos niños se han enfermado de diarrea, vómitos, llagas en la cabeza y en el cuerpo. 

Transporte público

Salir del caserío hasta San Félix toma 30 minutos, la única forma de hacerlo es caminando o en curiara, bajo un sol inclemente, explica Zeneida Patete. En el tránsito se tropiezan con cerros de basura y zamuros. 

La ausencia de transporte público y sus causas, es evidente. 

«Hace un mes, una de las vecinas dio a luz en plena avenida de los Trabajadores, saliendo de aquí, donde las personas que pasan arrojan su basura. No le dio tiempo de llegar al hospital», contó la vecina.

Asimismo, agregó que muchas mujeres han tenido a sus pequeños en la misma comunidad, porque no les da tiempo llegar a ningún centro asistencial, mencionando que el más cercano para ellos es el Centro de Diagnóstico Integral del Roble.

La curiara es el único método de transporte factible con el que cuentan para salir de la comunidad y acercarse hasta el malecón de San Félix. Acuden a ellas cuando requieren comprar alimentos en el mercado o empujados por la necesidad de vender el pescado que consiguieron en el día. 

Derecho a una vida digna

Todas las personas están en el derecho de gozar de una vida digna, y aunque esta localidad se encuentre un poco aislada, están en toda la potestad de disfrutar al igual que otros sectores de Ciudad Guayana de todos sus servicios básicos.

Por esto, le hacen un llamado directamente al alcalde del municipio Caroní, Tito Oviedo, y al gobernador del estado Bolívar Angel Marcano, para que dentro de sus agenda de trabajo, apunten esta comunidad que merece ser escuchada y atendida.

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