Río de Janeiro.-Salvar de la quiebra a las librerías de barrio en Brasil. Ese es el objetivo de un puñado de iniciativas, que, con la participación de editoriales y clientes, se han empeñado en la supervivencia de estos establecimientos amenazados por los impactos de la pandemia.

Distribución anticipada de los lanzamientos de obras en las tiendas físicas y recaudación de fondos para sufragar alquileres en atraso son algunas de las acciones solidarias adoptadas para evitar el cierre de pequeñas librerías, consideradas un pilar fundamental para el desarrollo económico y cultural de un país.

«Son parte importante del comercio de calle y de la economía de los barrios (…) Funcionan como centros culturales y de promoción de actividades», dijo a Efe el presidente de la Asociación Brasileña de Librerías (ABL), Bernardo Gurbanov.

Según este librero argentino radicado hace 40 años en Brasil, la ayuda es urgente porque las librerías, pequeñas y grandes, son fundamentales en la comercialización de libros en el país, ya que, pese al crecimiento de las ventas en internet y otras plataformas, aún responden por el 50 % del mercado.

«También hemos recibido informaciones de muchos casos de solidaridad por parte de los clientes, entre ellos uno de una librería en (la ciudad de) Porto Alegre que les pagó el alquiler el primer mes en que estuvo cerrada», relató.

La Cámara Brasileña del Libro (CBL), por ejemplo, recaudó recursos para darles ayuda financiera a pequeñas librerías en dificultades.

La propia CBL se asoció a la ABL y al Sindicato Nacional de Editores de Libros (SNEL) para lanzar en junio el Proyecto Reapertura de las Librerías, que recauda donaciones destinadas a ayudar a las micro, pequeñas y medianas librerías.

El proyecto seleccionó inicialmente 53 de 210 pequeñas librerías en dificultades que estaban cerradas por la pandemia, a las que distribuyó los 356.700 reales (unos 67.300 dólares) que recaudó hasta el 31 de agosto para reforzarles el capital de giro, pero su meta es elevar en un 50 % las donaciones para poder ofrecerle a cada una al menos 10.000 reales (unos 1.887 dólares).

Según el presidente de la CBL, Vitor Tavares, el proyecto surgió luego de que unas 2.500 librerías cerradas por la pandemia acudieran a la entidad para solicitar plazos mayores para pagar sus deudas.

«Cuando se cierra una librería de barrio se cierra un centro de cultura. Cerrar una de estas librerías es como cerrarle la biblioteca al barrio. No podemos permitir que estos centros cierren», dijo a Efe Tavares, para quien la ayuda puede ser poca pero motiva a los libreros y mueve la economía.

NUEVOS LIBROS LLEGAN ANTES A LAS LIBRERÍAS

En otra pequeña iniciativa, el Grupo Record, uno de los mayores grupos editoriales de Brasil, lanzó la campaña «Yo apoyo una librería de barrio», que incluye capacitación virtual de libreros, acciones específicas de ventas, encuentros en línea con autores y la distribución anticipada de los lanzamientos en las tiendas físicas.

Los cerca de 30 libros que las 12 editoriales de este grupo tienen previsto lanzar en septiembre llegarán primero a las librerías, que tendrán 30 días de exclusividad antes de que las obras sean puestas a disposición en las plataformas de comercio electrónico o de que sean distribuidas como libros digitales.

Según Record, es la misma estrategia de las películas que tienen que ser exhibidas primero en las salas de cine y servirá para «impulsar un sector golpeado tras meses de puertas cerradas mientras que los portales siguieron en pie».

«Es difícil dimensionar su impacto porque son iniciativas pequeñas. Son mucho más simbólicas que objetivas. Queremos crear estímulos al consumo en las librerías de barrio, mostrarle a los lectores las ventajas de comprar en estos locales», dijo a Efe la vicepresidente del Grupo Record, Roberta Machado.

UN NUEVO GOLPE

La pandemia supuso un nuevo golpe para las pequeñas tiendas, que en 2019 venían recuperándose de una larga crisis que golpeó al mercado editorial y que entre 2017 y 2020 obligó a unas 200 librerías a cerrar sus puertas, incluyendo a las dos mayores redes de Brasil, Saraiva y Cultura, que se acogieron a la ley de quiebras.

Las ventas de libros cayeron cuatro años seguidos (desde 2015 hasta 2018) y esa caída se profundizó en marzo de 2020, cuando las medidas de distanciamiento desplomaron en 18 % los ingresos de las librerías, algo de lo que solo se salvaron los portales en internet.

«Parecía ser el año de la remontada. Empezamos 2020 con una expectativa muy buena, de un crecimiento del 3 %, pero pronto vino la pandemia», lamentó Tavares.

«Sabemos que las librerías sufrieron un impacto brutal en su facturación, pero creemos que hay buen espacio para las pequeñas y medianas en Brasil», agregó la vicepresidente de Record.

Gurbanov afirmó que algunas pequeñas librerías demostraron que toda crisis también genera oportunidades y han comenzado a resurgir gracias a que crearon portales de venta en internet, aprendieron a divulgarse mejor entre sus vecinos y comenzaron a ofrecer una atención personalizada a través de WhatsApp y entregas a domicilio.

«La crisis fue muy dura pero ya tenemos noticias de pequeñas que ya están vendiendo más de lo que vendían antes», dijo el librero, para quien, como consecuencia de las medidas de aislamiento, aumentó la calidad y la cantidad de lectura entre los brasileños y los clásicos volvieron a la lista de libros más vendidos.

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