Oliva (Valencia, España).- El poeta español Francisco Brines celebró su reconocimiento con el Premio Cervantes pero, sobre todo, haber conseguido con su poesía «un canto diverso», que llega a los lectores «como lo hicieron los versos de Berceo o Manrique», a los que «desearía acercarse», y de Ausiàs March, a su juicio el máximo exponente de la poesía medieval en España.

Brines (Oliva, Valencia, 1932) recibió este martes a la prensa, a amigos y a los miembros de la fundación que lleva su nombre en su vivienda familiar, «Elca», donde pasó su infancia y a la que regresó hace 25 años y se convirtió en su punto de «retorno» y de inspiración de muchos de sus poemas.

Su estado de salud, muy delicado, impidió que pudiera mantener un encuentro más cercano con los medios, pero mostró su agradecimiento saliendo al balcón de la vivienda, con apenas un hilo de voz que necesitó la ayuda de la directora de la Fundación Francisco Brines, la poeta y escritora Àngels Gregori, que hizo de «altavoz» de las palabras del escritor.

Brines relató que lo primero que le vino este lunes a la cabeza tras conocer el premio fue su madre, porque «las madres son quienes suelen cobijar las extravagancias de los hijos», y el agradecimiento de que «acertara en el asentimiento» hacia lo que él hacía, «que era poesía».

Preguntado sobre si irá a recoger el galardón a Madrid señaló: «Quizás, no lo sé, porque mi salud es como es y yo no soy un nadador de aguas bravas».

A sus 88 años, Brines, uno de los últimos supervivientes del «Grupo poético de los 50», continúa escribiendo y leyendo y trabaja en un nuevo libro que llevará por título «Donde muere la muerte», de cuya temática no quiere «hablar», bromeó.

«Donde muere la muerte», avanzó, reunirá prosas líricas y una poesía «conviviente»: «Yo siempre escribo la poesía para mí, como lector, la recibo como creador y pensando siempre en los lectores a los que le llegará».

«Lo importante es que la poesía sea de los que la leen, así que estáis condenados a leerla», advirtió a los asistentes al encuentro.

La finca «Elca» es además la sede de la fundación que lleva el nombre del escritor, gestada en 2018 siguiendo el deseo de Brines de perpetuar su legado poético en este entorno que convirtió en su espacio de vida, rodeado de más de 30.000 volúmenes y de fragmentos de Historia del Arte que ha ido adquiriendo a lo largo de su existencia.

Brines, miembro desde 2006 de la Real Academia Española, decidió promover esa entidad, sin ánimo de lucro, para preservar su legado material y poético y establecer una programación cultural regular para difundir la literatura. Con esta fundación el escritor quiere además rendir un «homenaje a la poesía, porque la poesía aparte de lo estético es un camino muy ilustrativo», señaló.

La Fundación instituirá también dos premios de poesía anuales: el Premio Francisco Brines, en lengua castellana, y el Premi l’Elca, en catalán, con los que Brines quiere mostrar su «gratitud» por todos los reconocimientos que ha tenido a lo largo de su trayectoria literaria y que, asegura, se ve «obligado a devolver» para que surjan valorados otros poetas.

Para Brines, reconocido con el Premio Nacional de Literatura, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el Internacional de Poesía Federico García Lorca y el Nacional de la Crítica, entre otros, la poesía «hace falta siempre» por su «función pedagógica profunda».

Y defenderla es también una forma de apoyar «la educación de la ciudadanía, porque la poesía es un método de enseñanza para la democracia».

La directora de la Fundación Francisco Brines, Àngeles Gregori, destacó a EFE que la obra del poeta es además «una escuela de tolerancia, del poeta que usa el poema como una forma de abrazo al otro, a aquello que es desconocido», una lección que el escritor aprendió de sus padres y que ha practicado en su vida.

Eva Batalla

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