Imagen de archivo de terrenos secos en Kandahar, Afganistán. EFE/EPA/STRINGER

Una fuerte sequía en Afganistán, la peor de los últimos 30 años, genera alarma entre las agencias internacionales y los campesinos agrícolas de este país, considerado uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático.

Para estas fechas, «tenemos -normalmente- cuatro o cinco lluvias o nevadas, entre 40 y 50 centímetros de nieve sobre la tierra, pero en los últimos tres años, especialmente este año, no ha habido ni lluvia ni nieve. No hay nada en el horizonte», dijo hoy a EFE el agricultor Nasrullah Khan, de la provincia de Takhar, en el norte de Afganistán.

En esta zona, la más lluviosa de Afganistán, la tierra depende de las precipitaciones, sin las que el suelo «es completamente estéril», explicó.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) indicó en un informe publicado ayer que las repercusiones del cambio climático van más allá de la subida de las temperaturas, y están afectando la agricultura, el agua, la energía, la forestación, la biodiversidad, y los medios de vida.

Tercer año consecutivo

«Afganistán soportó el año pasado su peor sequía en 30 años, lo que agrava los desafíos que ahora enfrenta en su tercer año consecutivo de condiciones similares, algo que ha mantenido los niveles de inseguridad alimentaria en Afganistán entre los más altos del mundo», aseguró en el informe.

Según esto, en 30 de las 34 provincias la calidad del agua es «pésima» o «extremadamente mala», mientras que la desertificación ha afectado a más del 75 por ciento de la tierra en las regiones del norte, oeste y sur.

En el distrito de Grishk en la provincia de Helmand (sur), «el nivel del agua subterránea bajó mucho y nuestro pozo no funciona, no sé qué comeremos”, declaró por su parte a EFE Abdul Qayoum Noorzai, un agricultor de esta región.

Mohammad Rafiq, de la provincia de Kandahar, abandonó la tierra y vive actualmente en Kabul después de que los efectos del clima acabaran con gran parte de los medios de vida de los campos.

«Cientos de acres de tierra agrícola y jardines de nuestros aldeanos se secaron, la gente de la zona abandonó nuestra aldea (aldea de Enzarak) y se fue a las zonas urbanas y otras zonas», afirmó a EFE.

Los desastres naturales están aumentando en intensidad y gravedad, lo que convierte a Afganistán en el cuarto país con mayor riesgo y el octavo más vulnerable y menos preparado para adaptarse a la crisis climática, continuó el reporte.

Afganistán sufre, según la OCHA, la peor parte del cambio climático a pesar de contribuir con apenas el 0,08 % a las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

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