Miles de carteles con la cara del presidente egipcio, Abdelfatah al Sisi, inundan las calles de El Cairo a falta de poco más de una semana para las elecciones presidenciales de Egipto, en las que con casi total seguridad el exmariscal saldrá reelegido para un tercer mandato.
Ya no hay calle en la capital egipcia que escape a la atenta mirada de Al Sisi desde las pancartas, financiadas en gran parte por partidos oficialistas y diputados afines al Gobierno que piden el voto para el mandatario y obvian la existencia de los otros tres candidatos en los comicios, que tendrán lugar entre el 10 y 12 de diciembre.
Pero muchos pequeños comercios y tiendas de barrio también han sido «obligados» por las autoridades a colgar imágenes del presidente, aseguran los tenderos, que afirman que negarse a esta demanda tendría consecuencias muy severas.
«Si no hiciera esto, sería muy difícil seguir trabajando, porque las autoridades se pasarían cada dos por tres preguntando por la licencia del establecimiento. Este cartel me sirve para seguir trabajando con normalidad», asegura a EFE un vendedor de un local del barrio de Al Agouza que pide no ser identificado.
Dar una imagen de apoyo
Según el tendero, los dueños de los establecimientos deben abonar unas 5.000 libras egipcias (unos 162 dólares al cambio actual) para poder imprimir y colgar los carteles, el precio a pagar para «evitar problemas».
Otro comerciante consultado por EFE corrobora este hecho, y pide mantener el anonimato porque «en este país, quien habla desaparece y es perjudicado».
«Es obligatorio colgar los carteles, (las autoridades) obligan a los dueños y éstos simplemente lo hacen para no meterse en líos», asegura el joven, de 26 años, que considera «desproporcionada» la cantidad de carteles de Al Sisi, que copan cada puente, cada avenida y cada fachada.
Asimismo, asegura que recientemente las fuerzas de seguridad irrumpieron en su local para forzar a los vendedores y clientes a salir a la calle para «dar una imagen de apoyo» durante el paso de un convoy del presidente, una acción que fue recompensada con «un cuarto de pollo».
«Me molesta ver su imagen y escupo cada vez que paso cerca de una», asegura tras responsabilizar al Al Sisi de la debacle económica que azota a Egipto, sumido en una grave crisis marcada por una inflación de alrededor del 40 % y la pérdida de más de la mitad del valor de la moneda local.
Sin esperanza de cambio
Son pocos los egipcios que creen que las elecciones pueden suponer un cambio, ya que el actual presidente no tiene contendiente real debido a la persecución de la disidencia y a la presencia de una oposición tolerada que tampoco se esmera para ofrecer alternativas.
Al Sisi ha basado su discurso electoral en «la seguridad y la estabilidad» de Egipto, algo que convence a Ali Husein, de 60 años, que asegura que «es lo más importante de todo», incluso por encima de subsanar la grave crisis económica, que «afecta a todo el mundo».
Sentada en una cafetería del popular barrio cairota de Kitkat, Reda Ahmed, de 47 años, asegura a EFE que votará en las elecciones a pesar de saber que «obviamente no serán justas ni transparentes», pero mantiene la esperanza de que «una persona que mejore el país salga elegida».
«Si (Al Sisi) sigue en el poder, todo irá a peor», lamenta la mujer, que recuerda que el presidente en los últimos años ha centrado sus políticas en grandes megaproyectos en detrimento de medidas sociales para una población que se está empobreciendo a velocidad de crucero.
Los tenderos de la zona también comparten esta visión, al denunciar que los precios de los productos básicos incrementan de forma drástica día a día, dificultando cada vez más «tener una vida digna».
«Ahora, uno está trabajando simplemente para tener un techo bajo el que dormir, ni siquiera para comer bien. Apenas tengo para una comida al día», asegura uno de ellos, que afirma que subsiste con un salario de unas 4.000 libras egipcias (casi 130 dólares).
Asegura que no participará en las elecciones porque «no sirve de nada y ya se sabe quién va a ganar», y teme que la situación económica empeore tras conocerse los resultados al no haber ni siquiera un programa electoral con medidas para revertir la situación.
«Solo necesito que Egipto tenga más libertad como en cualquier otro país y tener un sueldo que me permita tener una vida feliz. Ni siquiera estoy pidiendo lujos, solo poder dar y recibir, pero aquí estoy dándolo todo sin tener nada a cambio», sentencia.
Carles Grau Sivera y Samar Ezzat
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