Los 133 cardenales, que desde este miércoles iniciaran el procesos de la elección del 267 pontífice de la Iglesia católica, se juramentaron antes de que se cierren las puertas de la Capilla Sixtina y comience el cónclave con la primera votación para designar al sucesor de Francisco.
Los purpurados se comprometen a observar las reglas del cónclave y quien salga elegido «a cumplir la misión encomendada por Jesús al apóstol Pedro», así como a guardar «el secreto» sobre «todo lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio», entre otras cosas.
Tras la llegada de los cardenales en procesión desde la Capilla Paulina a la Sixtina, Pietro Parolin, secretario de Estado de Francisco y uno de los máximos favoritos para ser elegido, ha sido el encargado de leer el juramento en voz alta, y a continuación cada uno de los cardenales electores, con una mano sobre los Evangelios, renuevan el juramento.
Sustitución de Giovani Battista
Como el cardenal más antiguo de la Orden de los Obispos, Parolin sustituye en el rito al decano del colegio cardenalicio, Giovani Battista Re, que al ser mayor de 80 años no puede entrar en la Capilla Sixtina.
Luego, cada purpurado ocupa el asiento que le corresponde: los más cercanos al altar son los cardenales del orden de los obispos, luego los del orden de los presbíteros y luego los del orden de los diáconos.
Juramentación
La fórmula del juramento, que se hace en latín, dice: «Todos y cada uno de nosotros Cardenales electores presentes en esta elección del sumo pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica del sumo pontífice Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, emanada el 22 de febrero de 1996».
«Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quienquiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el munus petrinum de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede», continua.
Asimismo, concluyó que «sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio; no violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice».
Libro para la juramentación
A continuación, los cardenales electores se ponen en fila según el orden de precedencia y se acercan a un volumen de los Evangelios apoyado sobre un atril en el centro de la Sixtina.
Allí apoyarán una mano sobre el libro y prestarán juramento con la fórmula siguiente: «Y yo (nombre), Cardenal (apellido), prometo, me obligo y lo juro. Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano».
Tras el juramento, todos los cardenales se encierran en el cónclave y están listos para empezar a votar.
Procesión de los cardenales a la Capilla Sixtina
Los 133 cardenales electores cumplieron con la procesión que desde la Capilla Paulina les llevó a la Capilla Sixtina, donde se encerraron en el cónclave que elegirá al 267 papa de la historia de la Iglesia Católica para una primera votación en busca del sucesor de Francisco.
Los cardenales se encaminaron hacia la Sixtina a las 10:30, hora venezolana, (16.30 – Hora Roma) tras permanecer cerca de 15 minutos en la cercana capilla Paulina para una oración inicial oficiada por el secretario de Estado, Pietro Parolin, primero de los cardenales obispos, pues el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, es mayor de 80 años y no puede participar en el cónclave.
Antes de la procesión, Parolin les recordó en latín que entrarán en cónclave «para elegir al Romano Pontífice y que toda la Iglesia está unida a ellos en oración invoca la gracia del Espíritu Santo para que el elegido sea un digno pastor del rebaño de Cristo».
Después comenzó la procesión, encabezada por una cruz, seguida de los miembros de la Capilla Musical Pontificia, algunos prelados y los ceremonieros, así como el Maestro de las Celebraciones Pontificias, Diego Ravelli, y el padre Raniero Cantalamessa, encargado de la meditación que escucharán los cardenales antes de votar.
Detrás iban los cardenales, en orden inverso de precedencia: primero los de la orden de los diáconos, seguidos de los presbíteros y de los obispos, mientras que respondían a la «Letanía de los santos», en la que invocan la ayuda de los grandes santos de la historia del cristianismo.
Salida de la procesión
La procesión salió de la Capilla Paulina, que recibe su nombre del papa Pablo III, quien hacia el año 1540 encargó su construcción y que cuenta con dos imponentes frescos de Miguel Ángel – «La conversión de San Pablo» y «La Crucifixión de San Pedro»- hasta llegar a la Sixtina, atravesando la Sala Regia.
También allí los cardenales electores concelebran la misa ‘De Spiritu Sancto’ todos los días del cónclave para invocar la ayuda de Dios.
Una vez que han entrado todos en la Sixtina, se invocará la ayuda del Espíritu Santo cantando el «Veni Creator» (Ven Espíritu creador), himno en latín con el que se solicita solemnemente su presencia y ayuda, y se procederá el juramento.
Constitución vaticana
Los 133 cardenales electores que este miércoles se encierran en la Capilla Sixtina tienen en su mesa, para su eventual consulta, un ejemplar de la Constitución vaticana y otro que regula el funcionamiento de esta reunión destinada a elegir al nuevo pontífice.
Un vídeo difundido por la Santa Sede muestra cómo se encuentra dispuesta la Capilla Sixtina para este cónclave y los objetos que permitirán el desarrollo de las votaciones.
Los cardenales ocuparán dos filas de bancos en las paredes laterales de la Capilla y tres – más cortas – en el fondo opuesto al monumental fresco de El Juicio Final que Miguel Ángel pintó entre 1508 y 1512.
Asimismo, los cardenales se sientan por un orden establecido según su categoría como purpurados. En primer lugar, los llamados cardenales obispo -que son 5- y son los de mayor rango en el Colegio y después los presbíteros -108- y los diáconos, que son 20.
Con esa división en tres bloques aparecen también en las papeletas de voto.
Ritos del cónclave
En los bancos figura el apellido de cada cardenal, lo que indica donde se deben sentar y, aparte de un bolígrafo y una carpeta con el símbolo de la Santa Sede, hay un ejemplar de la Constitución Apostólica que Juan Pablo II promulgó en 1996 y el «Ordo rituum conclavis», que regula todos los ritos de este encierro de purpurados.
Al comienzo de la sala, en un lateral, hay una mesa en la que está colocado un tablero con bolas numeradas, hasta 133, destinadas a contabilizar el proceso de votación, así como las papeletas de escrutinio y una madeja de hilo rojo con una aguja en la que se ensartarán esos sufragios, que los quemarán para indicar al mundo, mediante la chimenea, si hay papa o no.
La Capilla Sixtina ha estado cerrada al público desde el 28 de abril, dos días después del funeral y entierro de Francisco, para preparar el cónclave en el que se elegirá a su sucesor.
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