Padre Gerardo Moreno
Padreo Gerardo Moreno, transmitiendo la Santa Misa desde News 105.3 FM. Foto: Wuilmer Barrero (NDP)

«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto». (Juan 20, 1-9).

Novedad que inmediatamente se convierte en gozo y alegría no solo para María Magdalena, sino también para los Apóstoles, y que hoy nos llena de Esperanza y sabemos que verdaderamente, Jesús, el Señor, resucitó.

Queridos hermanos, la Resurrección es un acontecimiento único y esperanzador que abraza a toda la humanidad, pero creer en la Resurrección del Señor implica fe, pero también coraje; pues la muerte es natural y sabemos que en algún momento va a acontecer, sin embargo, creer en la Resurrección en una sociedad que cree en todo menos en Cristo, Hijo de Dios, y Señor nuestro, imperativamente exige fe y al mismo tiempo exige coraje.

Aunque la muerte siga jugando sus mejores cartas, tengamos la fe y el coraje ante ella que no tiene la última palabra (Juan 11, 25-27; Apocalipsis 21, 4), porque Cristo ya la venció y nos abrió el camino del Reino de Dios (1 Corintios 15, 20-26).

¿Tendremos el coraje de proclamar al Resucitado? ¿De no ocultar nuestra fe? ¿De decir que Jesucristo es nuestro Salvador, aunque la burla, la exclusión y la persecución hagan su mejor apuesta en nuestra contra? Tengamos el coraje, queridos hermanos, porque Aquel que nos llamó a que lo siguiéramos no nos abandonará, no lo abandonemos a Él.

Lo que viene a continuación leámoslo A ritmo de Secuencia:

La piedra fue movida anunciando que resucitó, el que antes estaba muerto, a la misma muerte en su poderío, derrotó.

El diablo pensando que era vencedor, macabramente sonreía, pero al ver al Resucitado, vivo y resplandeciente, retrocedió al Sheol, donde todo es sufrimiento, rechinar de dientes y un sempiterno dolor.

Aquel a quien la muerte tenía en su presupuesto, ya no está entre los muertos, así lo anuncian los ángeles, también las mujeres, por supuesto.

A la muerte le falta un cuerpo, sus cálculos no resultaron, pues la ha vencido el Señor, el Maestro, el Resucitado.

El pueblo ya no camina en tinieblas (Isaías 9, 1), pues siendo la Luz (Juan 8, 12-36) el Resucitado al mundo iluminó, y a las mismas tinieblas junto con el pecado una paliza les dio. Qué privilegio tan grande ser discípulo del Señor, que hasta el centurión (Mateo 27, 54) y el demonio (Mateo 4, 1-11) saben que verdaderamente el Crucificado Resucitado es el Hijo de Dios.

Uno por uno se fueron alejando los enemigos del Señor, a tramar una nueva manera para atacar y atormentar aún sabiendo que ante Cristo volverán a fracasar.

El cantante dice a todo pulmón: «Ella es María, la que ruega por ti y por mí todos los días. Es la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia, nosotros la descendencia que le aplasta al diablo la cabeza” (Freddy Chavarria).

Suenan las campanas anunciando un nuevo amanecer, ha resucitado de veras el Carpintero de Nazaret. Nuestra Iglesia lo celebra y con ella el mundo entero, anunciando vida eterna con pasaporte en la tierra.

Guitarra, bajo y bongó junto a los demás instrumentos respaldando a los músicos que a una sola voz, cantaban con alegría: “Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya.” Al que llamaban borracho y glotón, amigos de pecadores (Mateo 11, 19), de la tumba se levantó, porque verdaderamente el Resucitado es el Señor, y la muerte en Él no tiene control.

¡Ánimo! Saltemos hacia la vida que está siempre adelante.

P. Gerardo Moreno

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