Berlín.-El castillo de Mühlberg, al suroeste de Berlín, se ha convertido en singular alojamiento temporal cuyo destacado papel histórico bajo el emperador Carlos V inspira a artistas iberoamericanos dirigidos por la española Marina Salvo.

Los artistas, mayoritariamente de España o México y en algún caso de Alemania, acuden como residentes al edificio, a orillas del río Elba en el «Land» de Brandeburgo, para participar en una experiencia multidisciplinar.

«Vienen a pasar unos días en el castillo y yo los guío en su trabajo antes y durante su estancia, intento sacarlos de su zona de confort y convertimos el monumento en un laboratorio de creación», explica a Efe Salvo, artista gaditana y directora de la iniciativa.

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Granada, los trabajos de Salvo, con una dimensión participativa, abordan el entorno social, la migración o el suicidio; en el verano de 2019 llegó a Alemania tras haber participado en exposiciones colectivas en México, en la Art Basel Week de Miami o en el Hispanic Innovation Center de Chicago.

El proyecto de uso del castillo alemán tiene detrás a un grupo de inversores mexicanos con intereses en el sector inmobiliario, la promoción artística y el rescate patrimonial que compraron el edificio en 2018 y comenzaron su restauración.

La fuente de inspiración fundamental del castillo es el contexto histórico del edificio y en particular la batalla de 1547 en la que se impusieron los ejércitos católicos del emperador sobre los protestantes aliados en la Liga de Esmalcalda.

Numerosos artistas han encontrado inspiración en la historia del castillo, como Tiziano, que inmortalizó al emperador en el lienzo «Carlos V en la batalla de Mühlberg» (1548), que exhibe el Museo del Prado.

«Muchos artistas se inspiran en lo histórico como la batalla, la torre y las celdas del castillo. Tuvimos en residencia un artista que hizo una instalación en una de las celdas con una luz roja, una aroma de vainilla, una música trágica…», cuenta Salvo.

La situación geográfica del monumento también le aporta la ventaja de situarse en el centro del triángulo formado por las ciudades de Leipzig, Dresden y Berlín que cuentan conjuntamente con casi 200 museos de arte e historia.

A la excelencia histórica y geográfica del castillo, se le suma la dieta de proximidad por la que apuestan en el espacio, basada en alimentos procedentes del mismo pueblo de Mühlberg, también la vida comunitaria y el intercambio cultural constante.

Este es doble, según explica Salvo: «por un lado mi presencia personal, que siendo española estoy en un castillo en Alemania del este adquirido por una familia mexicana. Por el otro lado, la constante residencia y vaivén en el castillo de artistas de España, México y cada vez más de Alemania».

La pandemia ha tenido su impacto en el proyecto y, desde marzo de 2020, el castillo de Mühlberg empezó a exigir pruebas PCR a aquellos artistas que quisieran realizar residencias de arte en el espacio; también por la covid-19 ha aumentado la oferta de seminarios a distancia.

El acuerdo es que estos inquilinos temporales no pagan por su estancia pero sí que contribuyen dejando sus obras en el castillo para luego exponerlas aunque Salvo asegura que no tiene un filtro en cuanto al «tipo de artista» que puede vivir esta experiencia.

«Tengo amigos que no son artistas pero vienen unos días y también dejan sus huellas teóricas, como por ejemplo sus conocimientos para conferencias online de política, migración, economía… al final el arte contemporáneo es también esta mezcla de todas las disciplinas, entonces no hay filtros de artistas», reflexiona.

ARTE Y COVID

Con el «Lago Project», Salvo explica que ha creado una experiencia que surge desde un espacio concreto físico situado junto al castillo, un lago, entendido en este contexto como un espacio «liminar» como representación de los espacios habitados por todos en la pandemia.

Con la proyección de las emociones a través del agua dentro de un espacio fronterizo, que representa las restricciones marcadas por la pandemia, el objetivo es que los artistas que transiten en el centro interactúen desde sus disciplinas artísticas con el lago.

«Aunque aquí estábamos mejor en cuanto a restricciones, no me paraban de llegar noticias sobre amigos y familiares de España que estaban sufriendo mucho con el confinamiento y empecé a visualizar el lago como un sitio común para todo el mundo en el que intentas remar, pero no puedes salir», recuerda Salvo.

Varias acciones artísticas se han realizado en el lago a partir de este proyecto, como remar en Kayak con los ojos tapados o andar alrededor de este respirando profundamente cada metro y medio para representar la sensación de falta de aire que está causando la covid-19.

«El lago representa las emociones y los efectos psicológicos que tendrá el hecho de habernos encerrado a todos y, por otro lado, también veo el agua como un transformador que puede llevarnos a un sitio más idílico con la eliminación de la desigualdad de clases», explica la artista, quien subraya que la pandemia no entiende de ricos o pobres.

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