Berlín.- El plan de la canciller alemana, Angela Merkel, para una reactivación ordenada de la vida pública empieza a topar con la impaciencia de los poderes regionales, las presiones de la industria y algunas decisiones judiciales, generadoras de excepciones en las restricciones impuestas contra la COVID-19.
Lo único que este lunes arrancó de forma parecida en toda Alemania fue la reapertura de las peluquerías. Tras seis semanas de cierre, los locales abrieron bajo estrictas normas de higiene, con cita previa y evitando la concentración de clientela en su interior.
El regreso a la escuela, en cambio, depende de las disposiciones de cada «Land» -la educación es, de por sí, competencia de los poderes regionales-. En algunas regiones empezaron una semana atrás los exámenes de secundaria; en otros hay clases regulares desde hoy para alumnos que entrarán en secundaria o a otro nivel superior.
LAS DESVIACIONES REGIONALES
La canciller y los poderes regionales acordaron hace quince días la reapertura de los comercios de hasta 800 metros cuadrados. Pero en Turingia y Sajonia-Anhalt, dos estados del este con bajo nivel de contagios, abrieron este lunes todo tipo de superficies comerciales. La misma decisión adoptó Renania-Palatinado, fronterizo con Francia.
Asimismo en Sajonia-Anhalt se rompió la norma nacional que prohíbe toda reunión de más de dos personas o gente que conviva, para ampliarse el permiso a cinco personas.
«Seguimos una ruta común, aunque con desviaciones regionales», afirmó el portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, confrontado de nuevo al término «Flickenteppich» -o alfombra hecha de parches- que se aplica a lo que, para algunos, son desajustes del federalismo.
El objetivo de Merkel es seguir una «estrategia coordinada», para una «cautelosa reactivación», añadió la fuente gubernamental.
No toda Alemania impuso al mismo tiempo el uso de la mascarilla en el transporte público o los comercios. La multa al infractor va de los 150 euros de Baviera a la ausencia de sanción en Berlín. Pero sí se logró implantar, en cascada, esta medida de protección.
«A nuestro país le ha ido hasta ahora mejor que a otros. No lo pondremos en peligro», insistió Seibert. Alemania es el sexto país del mundo en contagios -tras EEUU, España, Italia, Reino Unido y Francia-, con un índice de mortalidad mucho más moderada.
Hasta hoy, el Instituto Robert Koch (RKI), competente en la materia, verificó 163.175 contagios, con 6.692 víctimas mortales y 132.700 pacientes recuperados.
La próxima reunión de Merkel con los «Länder», el miércoles, se centrará en la apertura de guarderías, la siguiente fase de la actividad escolar y deportes -en especial, la reanudación de la Bundesliga-. Pero en algunos «Länder» se prepara ya la reactivación de la hostelería y el sector turístico.
La región más impaciente es Renania del Norte-Westfalia pese a ser la segunda en contagios del país. La próspera Baviera, la más afectada por la pandemia, sigue la vía prudente de Merkel.
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES Y LA COVID-19
No son los «Länder» los únicos responsables de que los tropiezos de la línea de Merkel con la práctica. La justicia ha abierto la puerta a otro tipo de desviaciones, no regionales.
El Tribunal Constitucional alemán (TC) respondió a principios de abril a dos demandas de grupos minoritarios recordando que no puede haber un veto general al derecho a la manifestación. La sentencia posibilitó la convocatoria de reuniones en formato minoritario y guardando los 1,5 metros de distancia. En las manifestaciones del Primero de Mayo saltaron por los aires en Berlín y Hamburgo estas normas.
También correspondió a la justicia pronunciarse acerca de la prohibición de los oficios religiosos. La primera demanda -presentada en Semana Santa por ultraconservadores católicos- no prosperó. Ahora el TC levantó el veto total al rezo colectivo, a demanda de una comunidad musulmana ante del Ramadán.
El tribunal administrativo de Baviera obligó a sus autoridades a modificar la regulación para los comercios mayores de 800 metros cuadrados; el KaDeWe, los más históricos grandes almacenes de Berlín, lograron asimismo el derecho a la apertura en tribunales.
LA INDUSTRIA CLAMA ACTIVIDAD
El tercer brazo contra la desescalada pausada es la industria, amparada en los efectos de la pandemia en la economía alemana. El desempleo subió en abril al 5,8 % en abril -un aumento interanual del 0,9 %-. A ese dato se unen las 751.000 empresas que han solicitado reducción de jornada para 10,1 millones de trabajadores.
La jornada reducida evitará despidos masivos, argumenta el gobierno, que prevé para este 2020 la mayor recesión de su historia reciente: 6,3 % de contracción del Producto Interior Bruto (PIB).
Para la Federación de la Industria Alemana (BDI) no hay más curvas de contagios a analizar. «Cada semana de parálisis cuesta miles de millones a las empresas», advertía estos días su presidente, Dieter Kempf.
Gemma Casadevall EFE
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