Un total de 33 personas murieron en Ankara en los últimos días, tras beber alcohol adulterado, informó este viernes el gobernador de la provincia capitalina, Vasip Sahin, quien precisó en rueda de prensa que 20 personas siguen hospitalizadas en cuidados intensivos.

En gran operativo contra la venta de alcohol ilegal, la Policía turca investiga a 32 personas, de las cuales 13 ya fueron arrestadas mientras que se incautaron 102 toneladas de alcohol metílico y etílico.

Sahin hizo hoy un llamamiento general contra el consumo del alcohol: «es malo para la salud» y «si consumes compralo en sitios autorizados», dijo el gobernador, nombrado por el Gobierno turco, desde 2002 en manos del partido islamista AKP.

En enero pasado, 38 personas habían fallecido por consumir alcohol adulterado, mientras otras decenas de personas fueron hospitalizadas.

El presidente de la Plataforma de Vendedores de Alcohol y Tabaco de Turquía, Özgür Aybas, criticó hoy los impuestos excesivos que se cobran en el país al alcohol.

En un comunicado, publicado en la red social X, dijo que esas tasas son las «causantes de las muertes por alcohol adulterado» y consideró que el culpable es la visión del gobierno de «interferir en el estilo de vida de la gente».

«Las subidas del precio del alcohol son un acto político», añadió Aybas.

Partido Popular Republicano

La vicepresidenta del partido de la oposición Partido Popular Republicano (CHP), Zeliha Aksaz Sahbaz, pidió al Gobierno islamista dar una solución permanente a este problema de salud pública.

«Los altos impuestos que han llegado a un nivel de interferir con el estilo de vida de la gente, son la principal causa de las muertes masivas y de discapacidades como la ceguera», afirmó en declaraciones al diario opositor Cumhuriyet.

Según recordó Sahbaz, los impuestos de una bebida con un 45% de alcohol alcanzan ya el 70 % de su precio de venta.

«Estas condiciones hacen que las bebidas alcohólicas sean inaccesibles para muchos y alimentan el mercado del alcohol adulterado», concluyó.

En la última década, el Gobierno islamista turco ha ido elevando los impuestos del alcohol de forma continua para desincentivar su consumo por razones religiosas.

La subida de precios ha propiciado la fabricación casera de raki, un aguardiente de anís muy popular en el país eurasiático, que se vende actualmente por unos 25 euros por botella de 0,7 litros, de los cuales más de un 60 % corresponde a impuestos.

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