Santiago de Chile.- Los chilenos volverán mañana, domingo, a las urnas por quinta vez este año, en esta ocasión para elegir a los candidatos presidenciales de derecha e izquierda en los comicios del 21 de noviembre, para los que el centroizquierda aún no ha desvelado sus cartas por falta de acuerdos.

En la coalición «Chile Vamos», integrada por los cuatro partidos conservadores con los que gobierna el presidente chileno, Sebastián Piñera, todos los sondeos señalan como favorito a Joaquín Lavín, un viejo conocido de la política nacional.

Militante de la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI) y edil del acaudalado barrio capitalino de Las Condes en 1992-1996 y 2016-2021, es la tercera vez que trata de llegar a La Moneda tras los intentos de 1999 y 2006.

Pese a ser miembro del Opus Dei y estar en contra del aborto y el matrimonio igualitario -dos temas que debate actualmente el Parlamento-, Lavín se presenta como una opción «dialogante» y defiende incorporar «conceptos de la socialdemocracia europea».

También está bien posicionado el independiente Sebastián Sichel, quien fue exministro de Desarrollo Social de Piñera y expresidente del Banco Estado (nacional) y asegura que haber pasado por varios partidos del espectro político, incluida la Democracia Cristiana (DC), le hace ser el único candidato de «centro».

Los que están más alejados en las encuestas son los también exministros de Piñera Mario Desbordes (Defensa) e Ignacio Briones (Hacienda), de Renovación Nacional (RN) y Evópoli, respectivamente.

EL AUGE COMUNISTA

Daniel Jadue, el exalcalde del capitalino barrio de Recoleta entre 2012-2021, es el comunista con más proyección presidencial en décadas.

Con un duro discurso contra las élites y con arraigo entre los chilenos que salieron masivamente a manifestarse en 2019, Jadue es defensor de un Estado más fuerte y acabar con el modelo neoliberal instalado en la dictadura militar (1973-1990).

Respaldado por su popular gestión municipal, llevaba semanas liderando con bastante distancia los sondeos, pero en los últimos días empezó a perder fuelle, principalmente tras sus tibios posicionamientos sobre las revueltas en Cuba.

Jadue se verá las caras con Gabriel Boric, del Frente Amplio (FA), un bloque de partidos de izquierda que emergió tras las protestas estudiantiles de 2006 y 2011 y que tiene una propuesta de cambio más transversal que la comunista.

«Es una primaria más competitiva que en la derecha y el resultado depende de la participación. Si es baja, gana Jadue, pero si mucha gente sale a votar Boric sale beneficiado», dijo a Efe Julieta Suárez-Cao, de la Universidad Católica.

Los partidos tradicionales de centroizquierda no consiguieron ponerse de acuerdo para inscribir una candidatura común, así que estarán ausentes de las primarias y su carta presidencial no será sometida a votación popular.

Todo apunta a que la presidenta del Senado, la demócrata-cristiana Yasna Provoste, se lanzará antes de la fecha límite del 23 de agosto, pero la gran incógnita es si recibirá el respaldo del Partido Socialista (PS), que a priori se decanta por Paula Narváez, quien fue portavoz en el segundo mandato de Michelle Bachelet (2014-2018).

QUIÉN PUEDE VOTAR

En las primarias -las quintas elecciones en 2021 tras las constituyentes, las municipales y la primera y segunda vuelta de las regionales- pueden votar en uno de los bloques toda persona que no milite en ningún partido.

Los que forman parte de las formaciones participantes solo pueden sufragar por su sector, mientras que los militantes de partidos que no se presentan a las primarias no pueden participar, como DC o PS.

Quienes resulten perdedores en ambas coaliciones no podrán presentarse como independientes para los comicios de noviembre.

La baja participación -que podría tocar mínimos el domingo por la pandemia, la fatiga electoral y el festivo del viernes- es un problema endémico desde que Chile dejó de tener voto obligatorio en 2012 y ninguna elección ha superado el 50 %, a excepción del plebiscito de octubre donde se decidió cambiar la Constitución.

«La participación en esta votación no se puede comparar con otras elecciones nacionales o municipales, ya que solo se miden dos conglomerados políticos. Va a ser baja», dijo Mario Herrera, de la Universidad de Talca.

En las primarias de 2013, casi tres millones de chilenos fueron a votar, mientras que cuatro años después la cifra bajó hasta 1,8 millones.

 

EFE

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