Pekín.-China aspira a convertirse en el primer país del mundo en producir una vacuna a gran escala contra la COVID-19, para lo que cuenta con media docena de países en vías de desarrollo, entre ellos varios latinoamericanos, que participan en la fase final de ensayos clínicos de 3 proyectos.
De la treintena de vacunas que se encuentran en fase de ensayos según la lista de más de 170 candidatas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tres chinas han entrado en la tercera y última etapa de pruebas con la esperanza de llegar en cabeza en la carrera por el remedio y demostrar así su capacidad científica.
Expertos consultados por Efe creen que China no busca sacar rédito económico, y que al gigante asiático le pesa mucho más el prestigio que le otorgaría para reivindicarse como potencia e impulsar su ‘poder blando’, especialmente entre los países emergentes.
China, proveedor masivo de equipos y componentes médicos en todo el mundo, ya lo intentó con la llamada «diplomacia de mascarillas» con el objetivo de «limpiar su imagen» tras ser acusada de ocultar el brote en sus inicios y ahora busca «dar otro salto», comenta a Efe el politólogo Joseph Cheng de la Universidad de Hong Kong.
«China podría ser la primera en vista de los recursos que ha invertido y de las pruebas que está realizando. Creo que será generosa con los países en vías de desarrollo porque tiene beneficios políticos en mente», argumenta.
El profesor español Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China, comenta a Efe que «China está a día de hoy entre los primeros países en lograr la vacuna». «Esto demuestra el incremento exponencial de sus capacidades científicas, poniéndose a la par de los países más avanzados del mundo también en ese orden».
«Ofrecerla como un bien público global reforzará el relato chino entre un numeroso grupo de países en cuya retina quedará su solidaridad frente a la pasividad de los países desarrollados. Para China es muy importante mostrar que su nacionalismo es cooperativo en contraste al excluyente de su principal rival estratégico, Estados Unidos», agrega.
Cheng cree que «los líderes chinos quieren competir de tú a tú por el liderazgo global, y el aislamiento de Washington al fin le ha dado la oportunidad para marcar el paso».
ENSAYOS EN PAKISTÁN Y EN LATINOAMÉRICA
Así, no es casual que la tercera fase de ensayos de una de las vacunas que más interés ha levantado, la desarrollada por el Instituto Científico Militar y la compañía biofarmacéutica china CanSino Biologics, tenga lugar en Pakistán, tradicional aliado estratégico de China y que hasta el momento ha registrado casi 300.000 casos y más de 6.000 muertes por la COVID-19.
A su laboratorio de pruebas podrían añadirse Rusia, México, Arabia Saudí y Chile en un futuro próximo, según la empresa, tras demostrar en la segunda fase que la vacuna, denominada «Ad5-nCoV», es «segura e induce respuesta inmune», según la revista especializada The Lancet.
Otra de las candidatas, la de Sinopharm, estaría lista en diciembre a un precio menor de 1.000 yuanes (144 dólares, 121 euros), de acuerdo con el presidente de China National Biotec Group, «una vez termine la tercera fase de pruebas», que se suceden en países como Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Perú y Argentina.
Según los medios locales, Sinopharm ha invertido al menos 1.000 millones de yuanes -145.000 millones de dólares, 122.885 millones de euros- en la investigación y desarrollo de esta vacuna.
China pretende que su precio de venta al público se fije en función de los costes de producción, en sintonía con la OMS, que ha alertado del surgimiento de un «nacionalismo de vacunas» en la carrera para hallar un remedio, además de abogar por «evitar la especulación» y «garantizar su acceso en los países en desarrollo».
Así, el director del Departamento de Desarrollo de Ciencia y Tecnología de la Comisión Nacional de Sanidad, Zheng Zhongwei, ha comentado a la televisión estatal CCTV que el objetivo no será obtener ganancias «significativas».
«Eso no implica que las empresas implicadas no puedan ganar dinero, pero sus beneficios deben ser modestos», indicó.
También Liu Jingzhen, presidente del Grupo Farmacéutico Nacional de China (del que depende Sinopharm), ha señalado que las vacunas chinas serán «asequibles para todos», y que el grupo acaba de llegar a un acuerdo para probar la suya en Perú.
«Estamos trabajando con la Universidad Nacional de San Marcos y la de Cayetano Heredia para cooperar en los ensayos clínicos de fase tres. Son dos de las mejores universidades del Perú», indicó.
«CHINA Y ARGENTINA LUCHAN CODO CON CODO»
Las pruebas también llegarán a Argentina, según el presidente de Sinopharm, Liu Yong: «Aunque China y Argentina están separadas por un océano, están profundamente conectadas de corazón a corazón frente a la pandemia. Luchamos codo con codo hacia el mismo camino».
Pero no sólo se trata de dar con una vacuna segura y efectiva, si no también asegurar su producción en masa: para ello, Sinopharm cuenta con dos instalaciones en Pekín y Wuhan que podrían garantizar el suministro de 200 millones de dosis al año.
Estas deberían inyectarse dos veces con un intervalo de 28 días para prolongar su validez.
«Es segura y hasta ahora no se ha informado de efectos secundarios. Al mismo tiempo, estamos atentos a su eficacia. La velocidad con la que (los participantes) se inscribieron en los ensayos supera nuestras expectativas. Somos muy optimistas», anotó el consejero delegado del grupo Yang Xiaoming.
SINOVAC, PRUEBAS EN BRASIL Y EL SUDESTE ASIÁTICO
Mientras, la farmacéutica Sinovac está también probando su vacuna, llamada CoronaVac, en Latinoamérica, concretamente en Brasil, el segundo país más afectado del mundo por la pandemia.
Las primeras dosis empezaron a ser aplicadas en julio a 890 profesionales de salud, aunque la previsión es testarla a unos 9.000 voluntarios.
El director ejecutivo del grupo, Yin Weidong, afirmó esta semana a los medios locales que su vacuna «puede neutralizar todas las cepas del virus del mundo», y que las instalaciones del grupo pueden producir 300 millones de dosis anuales: «Hemos prometido a algunos países que podrán disfrutar de la misma prioridad que China», dijo.
Por otra parte, China e Indonesia alcanzaron recientemente un acuerdo para probar CoronaVac allí, mientras que el primer ministro chino, Li Keqiang, anunció el pasado lunes que su país dará «prioridad» a los países por los que fluye el río Mekong -Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam- para «suministrarles vacunas una vez estén completamente desarrolladas y en uso».
Habitualmente, el período para que una vacuna pueda estar disponible para su uso a nivel masivo es de, al menos, entre 12 y 18 meses, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque Pekín ha permitido que se lleven a cabo al mismo tiempo algunos estudios en diferentes fases.
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