Pekín.- Miles de residentes extranjeros y chinos, que regresan estos días a Pekín y a otras ciudades, se ven obligados a someterse a una cuarentena en hoteles designados por las autoridades para intentar combatir los llamados casos «importados» que no cesan de subir mientras llegan a cero los contagios locales.

Todos los residentes que llegan a Pekín deben someterse desde esta semana a esa cuarentena hotelera de 14 días, salvo los mayores de 70 años, las mujeres embarazadas y quienes tengan una enfermedad que no les permita ese tipo de aislamiento, que podrán hacerla en sus casas.

La estancia en los hoteles elegidos debe ser abonada además por los propios confinados, que ya tienen que hacerse cargo de por sí del habitualmente costoso alquiler de sus viviendas en la capital.

Los vuelos llegan llenos estos días, según indicaron varios pasajeros, ya que millones de chinos que se quedaron en el extranjero cuando estalló la epidemia en el país, están regresando estas semanas a sus casas para retomar el trabajo o los estudios.

Volver a Pekín antes de quedarse atrapados en España 

También vuelven cientos de extranjeros, entre ellos numerosos españoles, que decidieron regresar a China antes de que un más estricto cierre del espacio aéreo en España y nuevas cancelaciones de vuelos les puedan impedir hacerlo.

La llegada es toda una odisea. Horas de espera en el avión nada más aterrizar mientras van llamando a grupos de cuatro en cuatro, controles de temperatura, formularios sanitarios y una zona especial para recoger las maletas.

Después, todos los viajeros son llevados a un centro de convenciones cercano al aeropuerto, donde se decide su distribución en hoteles o en sus casas si entran en alguna de las excepciones, para lo que es requisito indispensable la autorización de su comunidad de vecinos, lo que en muchos casos no se consigue.

Hay viajeros que relatan periodos de más de 12 horas en total desde que el avión aterriza hasta la llegada a sus casas o al hotel.

Siete becarios del Instituto de Comercio Exterior español (ICEX) y de los gobiernos autonómicos vasco y valenciano, que volvieron esta semana, se encuentran aislados individualmente en cuarentena en varios hoteles de Pekín.

«Nos dieron a elegir entre dos hoteles, nos decidimos por este, que cuesta 500 yuanes (65 euros) la noche con el desayuno», cuenta Begoña Ballester una española de 27 años que llegó el pasado martes a la capital y está aislada sola en una habitación desde entonces.

Esta joven, del sur de la provincia española de Alicante, asegura que se encuentra bien y que está de acuerdo con el endurecimiento de las medidas aplicadas por Pekín, que obligan desde ayer a confinar en hoteles a la gran mayoría de los que llegan de fuera.

El lunes todavía se permitía a quienes vivían solos hacer la cuarentena en su casa pero, coincidiendo con un significativo aumento de los casos «importados» en la capital, se suprimió esa excepción.

«Es la responsabilidad de cada uno contagiar a los demás»

«Yo lo veo bien porque si no tienen contagios aquí, quién dice que no lo vayamos a traer desde España. Es la responsabilidad de cada uno no contagiar a los demás», afirma la joven española.

Begoña pide la comida por internet a restaurantes de la ciudad y los empleados del hotel se la dejan ante su puerta, aunque procuran siempre no encontrarse con ella.

«No entran ni para limpiar, nos han dejado productos de aseo y limpieza como para 20 días, yo me ocupo de hacer la cama y ordenar la habitación, igual que en casa», explica.

En su solitario confinamiento, tiene la suerte de contar con su ordenador portátil para teletrabajar y también de defenderse bien en mandarín ya que el personal del hotel no habla inglés.

Cada día debe llamar a la recepción para comunicar su temperatura corporal, que se toma al menos dos veces cada 24 horas.

Ella, como el resto de becarios de las oficinas comerciales españolas, se fueron a España a mediados de febrero y están regresando ahora para poder acabar sus programas aprovechando que la situación en China ha mejorado.

«Volví para poder terminar mi beca, si no lo hacía ahora después podría ser muy complicado salir de España», explica.

Las instituciones para las que trabajan correrán con los gastos de hotel, aunque a algunos de ellos les parece excesivo tener que pagarlo cuando se trata de una situación impuesta.

«Me parece un robo, demasiado caro cuando te obligan a hacerlo. El gobierno debería exigir a los hoteles que cobren más barato, además tienes que pagar todo a la entrada y solo aceptan tarjetas chinas», explica otro de los becarios españoles en cuarentena hotelera, que prefiere no identificarse.

Parejas separadas en habitaciones distintas

Una ciudadana alemana, que llegó esta semana a Pekín con su pareja, aseguró a través de una aplicación de mensajería que les han confinado a ambos en un hotel apartado en habitaciones separadas, por lo que el precio de su estancia se duplicará.

«Las parejas son separadas estrictamente. Doble precio, doble estupidez», afirmó, tras comentar que se arrepentía de haber regresado a China.

A otra pareja española, con dos hijos pequeños, también les han separado, indicaron a Efe otros viajeros que coincidieron con ellos en el centro de convenciones cercano al aeropuerto.

Muchas comunidades de vecinos no están aceptando además a los que llegan de fuera por miedo al contagio, aunque pertenezcan al grupo de excepciones establecidas, por lo que no les queda otra que aceptar la cuarentena del hotel.

La española Patricia Casero llegó el pasado lunes antes de que las personas que viven solas fuesen también obligadas al confinamiento hotelero. Aún así, le exigieron el permiso de su comunidad, que tenía que haber solicitado con antelación en España, para poder irse a su casa.

Después de múltiples gestiones y demasiados nervios finalmente consiguió, ocho horas después de llegar, que le dejasen aislarse en su domicilio, donde le pegaron un cartel en la puerta de entrada que comunica el período de cuarentena a los vecinos.

«Dudé en coger el avión cuando me informaron de que se endurecían las condiciones de cuarentena, pero tengo aquí mi casa, está aquí mi gato, no sabía si cambiando el vuelo iba a poder volver y también tengo que trabajar. No me arrepiento de la decisión», explica.

En Shanghái, confiados sin calefacción ni luz natural

En ciudades como Shanghái cada vez hay menos hoteles disponibles para la cuarentena ya que los viajeros son muchos y los alojamientos deben reunir unas condiciones específicas, relacionadas con los accesos, la recogida de basuras u otras características.

Algunos españoles están confinados en hoteles sin calefacción ni internet o en habitaciones sin ventanas o interiores con apenas luz, aseguran fuentes de la colonia española en la capital financiera del país.

Además, en muchas habitaciones no hay vasos, platos, ni botellas de agua potable y la mayoría de los establecimientos no cuentan con personal que hable otro idioma que el mandarín, según las mismas fuentes.

China vivió el segundo día consecutivo sin ningún nuevo contagio en su territorio aunque los «importados» siguieron creciendo y marcaron un nuevo récord de 39 casos. 

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