La mujer juega un rol muy importante en la ciencia, pero no hay ayudas ni políticas suficientes para impulsar su papel ante los varones, ya que están en un nivel inferior, según Laura Marcos Zambrano, una científica venezolana residenciada en España.
En una entrevista, Laura Marcos, actualmente dedicada a la microbiología computacional, considera que «hay un avance, pero no creo que sea muy significativo», porque «todavía falta mucho para igualar la brecha de género, sobre todo en cargos de mayor responsabilidad e importancia» en el mundo de la ciencia.
«A la hora de pedir ayudas y financiación, en los centros cada vez es más obligatorio que se tenga en cuenta la existencia de políticas de igualdad», reconoce la científica, aunque es insuficiente, en su opinión.
Marcos Zambrano utiliza el símil de la tijera para explicar estas diferencias en un sistema «en el que empezamos mujeres y hombres en el mismo lugar, pero a medida que vamos avanzando, los cargos más importantes se los quedan los hombres», y a pesar de los avances, siente que «todavía falta mucho para eliminar el techo de cristal».
Se pierden mujeres por el camino
Para esta científica venezolana, el mayor problema no es que no haya suficientes mujeres en el sector; afirma que «en bioanálisis y biomedicina en realidad hay muchas mujeres que empezamos a estudiar, es algo que se ve en Venezuela y también en España», pero reconoce que «a medida que vamos avanzando en la carrera científica se van perdiendo mujeres por el camino».
La conciliación familiar es la justificación principal de este problema para ella, «en ciencia, a medida que se van teniendo cargos con más responsabilidades es mucho más difícil encontrar un equilibrio», afirma.
«Por las razones que sea, las mujeres somos las que tenemos más carga de cuidados, sobre todo familiares», y cuenta que en el caso de que el poder siga estando en los hombres, «la conciliación va a recaer en nosotras y siempre va a ser más difícil».
Problemas estructurales
Laura Marcos destaca que dedicarse a la ciencia en su país «es complicado, no hay programas de becas predoctorales como existen en España», y de ahí la razón de su cambio de residencia.
Ella se licenció en Venezuela y afirma que estudió bioanálisis «por vocación», pero por la falta de ayudas se mudó a España, donde realizó un máster y un doctorado en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Actualmente, trabaja para el instituto de alimentación e investiga sobre «el microbioma intestinal, origen de muchas enfermedades».
Confiesa que se sorprendió mucho cuando llegó a España, por las ayudas que se le presentaron cuando vino, pero también reconoce que «en cuanto te vas adentrando en el sistema, ves que hay problemas estructurales».
Insiste en que las posiciones relevantes las ocupan en la actualidad los hombres, «por lo menos en la ciencia», pero quiere creer que gracias a las ayudas que se están poniendo en marcha, «a la larga llegará a ser normal, no se tendrá que mirar la presencia de las mujeres y será algo que se normalice por completo».
En su opinión, la manera de solucionar la brecha de género es «dar a conocer que somos muchas mujeres en el sector», y reconocer su valor.
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