Sao Paulo.-Científicos brasileños desarrollan una vacuna contra el coronavirus con un método diferente al utilizado hasta ahora por la industria farmacéutica y grupos de investigadores de otros países, que esperan que sea testada en animales en los próximos meses.

Es el gran reto actual de la comunidad científica internacional y Brasil, como potencia de Latinoamérica, se ha sumado a esta agónica carrera por descubrir una respuesta inmune eficaz contra el virus que ha paralizado medio mundo, aunque lo ha hecho con un abordaje diferente.

Mientras, los científicos brasileños continúan escépticos sobre el alcance de esta pandemia global en el país, donde hay unos 300 casos confirmados y al menos una muerte por COVID-19.

UN NUEVO MÉTODO CON PARTÍCULAS SEMEJANTES AL VIRUS

Solo el ruido de las cámaras frigoríficas y algunas conversaciones en voz baja rompen el silencio en el laboratorio de Inmunología del Instituto del Corazón (Incor) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo (USP).

La concentración es absoluta. Aquí, una decena de científicos brasileños de diversas áreas investiga desde hace un mes una vacuna a través de partículas artificiales semejantes al coronavirus, según explica a Efe, el doctor Jorge Kalil, director del laboratorio y coordinador del proyecto.

Hasta ahora, la mayoría de los experimentos desarrollados en países como Alemania y Estados Unidos están centrados en vacunas creadas a partir del material genético del patógeno, más concretamente, de la inserción en la vacuna de moléculas sintéticas de ácido ribonucleico (RNA) mensajero.

Pero Kalil, quien se encuentra en cuarentena después de que un familiar cercano diera positivo por coronavirus, sostiene que ese camino no dará los resultados esperados.

«Creemos que esa manera, a pesar de ser segura, no induce una respuesta inmunológica muy fuerte y generalmente, cuando testamos esa vacuna de RNA en seres humanos da una respuesta débil», explica.

La premisa entonces es «no utilizar material genético», debido a la poca información existente sobre el coronavirus, y desarrollar estructuras similares a él, afirma el doctor Gustavo Cabral, responsable del proyecto.

«No conocemos tanto al virus y las informaciones que tenemos son insuficientes para proyectar una vacuna que utilice material genético», expresa.

Esas estructuras multiproteicas son las denominadas VLPs, siglas en inglés de «virus como partículas», creadas en el laboratorio por medio de técnicas de biología molecular y fácilmente reconocibles por las células del sistema inmunológico.

«La vacuna que nosotros proponemos parece la corteza de un virus, tiene la parte externa de un virus, pero no tiene ácido nucleico dentro, que es lo que le permite multiplicarse», indica Kalil.

«Y podemos hacer que en la superficie de esa partícula haya pedazos de proteína del coronavirus para que el sistema inmunológico lo perciba como si fuera el virus, dé una respuesta fuerte y sea capaz de producir anticuerpos contra esa parte del coronavirus que queremos atacar», completa.

OBJETIVO: ATACAR LAS ESPIGAS DEL SARS-CoV-2

Un denominador común que se repite en varias de las investigaciones contra el nuevo coronavirus es la forma de desactivarlo, algo en lo que ya se venía trabajando desde los brotes de SARS-CoV en 2002 y MERS-CoV en 2012.

La clave parece estar en las puntas características de los coronavirus, que tienen una forma esférica de la que sobresalen una especie de «florecitas», que en realidad son unas proteínas, como explica Kalil.

«La idea es desarrollar una respuesta inmune contra esa parte específica», pues es la que «facilita que el coronavirus entre en la célula», apunta Cabral, quien estudió los últimos cinco años en Europa para desarrollar vacunas contra el zika, y volvió a Brasil en febrero para crear una contra un estreptococo y el chikunguña, pero la irrupción del coronavirus le obligó a cambiar el foco.

La misión ahora es generar algún tipo de anticuerpo contra esas espigas del coronavirus que le impida entrar e infectar a las células del organismo.

LA IMPORTANCIA DE LA CONCIENCIACIÓN

Brasil es el país de Latinoamérica con más casos confirmados por coronavirus -el primero se registró el 26 de febrero y ya registra unos 300 y al menos una muerte-, se espera que tenga muchos más en las próximas semanas y apenas está comenzando a tomar algunas medidas preventivas.

La mayoría de las acciones se han tomado en las dos principales ciudades del país y también las más afectadas por el coronavirus, Sao Paulo y Río de Janeiro, con el cierre de las escuelas, museos y la suspensión de los eventos públicos masivos, aunque la mayoría de sus habitantes aún no han entrado en mentalidad «cuarentena».

En el vestíbulo del Instituto del Corazón abundan los cárteles que alertan del COVID-19 y de cómo evitar su contagio, pero casi todos los pacientes ni guardan la distancia de seguridad, ni llevan mascarilla.

Una de las recepcionistas lleva una, pero bajada, con la boca al descubierto, mientras habla con las personas que llegan al hospital.

De ahí la importancia de la concienciación de la población.

«Escuchen a los especialistas, escuchen a las personas que conocen y trabajan con ello hace mucho tiempo, más que al juego político o la cuestión financiera», ruega Cabral.

Del otro lado, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien considera que existe una «histeria» en torno al coronavirus, al que llegó a calificar de «ficción» alimentada por la prensa.

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