“En aquel tiempo se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Bethesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: «¿Quieres quedar sano?». El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y echa a andar». Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar. Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: «Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla». Él les contestó: «El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?». Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: «Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor». Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado”.
“Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Nicolás de Flüe, también conocido como el Bruder Klaus, fue un cristiano suizo que vivió como campesino y en el transcurso de su vida, fue militar, político, asceta y ermitaño, y que es reconocido tanto por protestantes como por católicos. Es uno de los tres santo patronos de Suiza. Nació el 21 de marzo de 1417, en Unterwalden y murió el 21 de marzo de 1487, Sachseln, Suiza.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Juan, capítulo 5, del verso 1 al 16. En el que se relata la subida de JESÚS, a Jerusalén y encontrándose en los alrededores del Templo, en el cual había una piscina, a cuyas aguas, se le atribuía poderes curativos. Allí el Maestro entabla un diálogo con un hombre paralítico que llevaba años postrado, ya que no tenía a nadie que lo ayudara a meterse en la piscina al momento de la ebullición del agua, que era cuando se lograba la sanación esperada,
JESÚS fija la mirada en ese hombre impedido, el más indigente de todos, lo cura y lo hace caminar. Los judíos se escandalizan porque en un día sábado, el Maestro ha hecho un trabajo y aquel hombre carga con una camilla. JESÚS lo exhorta a no pecar más, para que no sufra una enfermedad peor que la parálisis física, que es el alejamiento de DIOS por el pecado.
Al confrontarnos con el texto, y ver el signo de las aguas curativas que brotan del lugar Santo, podemos hacer una reminiscencia de nuestra experiencia bautismal. Ya que, el agua que brota del Templo descrita por el profeta Ezequiel y que va purificando y curando todo lo que encuentra a su paso, representa la vida en DIOS. He allí el gran significado de este elemental recurso de la vida, utilizado en nuestras celebraciones litúrgicas y sacramentales El texto también complementa la Gracia de las Aguas Bautismales, con la Gracia de la que es portadora la Palabra de JESÚS, ya que es sanadora, y tiene el poder para dar la vida y devolver la dignidad a todos los seres humanos, reinsertándonos en el proyecto de vida y de sociedad del Amor que tiene DIOS para nosotros.
Es la Gracia que pedimos en este tiempo de Cuaresma, para pedirle a JESÚS que “haga brotar la Vida”, donde la sombra de la muerte quiere hacer su morada, porque solo Él tiene el poder para detener cualquier mal por muy coronado que sea. Lo que te pedimos hoy, mi Señor, es que fijes Tú mirada en este pueblo Tuyo y nos des Tú Gracia, la misma Gracia en la que deseaba sumergirse aquel enfermo que llevaba treinta y ocho años padeciendo su postración, y no necesitó llegar a tiempo a la piscina, pues Tú fijaste Tu mirada en él y lo curaste con la Autoridad de Tu Palabra.
Señor JESÚS, hoy me atrevo a pedirte que no nos falte el agua que Tú nos das, el agua de la Vida, el agua que sacia la sed, para siempre. Y le des Tu Gracia al Pueblo de Venezuela para salir de esta postración en la que nos encontramos.
Amén
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