Bogotá.- Un súbito cacerolazo prolongó esta noche del jueves en los barrios residenciales de Bogotá y otras ciudades colombianas la jornada de protestas contra la política económica y social del presidente Iván Duque.
El movimiento comenzó en el tradicional barrio de Chapinero y se regó como pólvora por otros sectores de la ciudad donde esta forma de manifestación se prolongó por más de una hora.
Primero fue en las ventanas de los edificios donde los vecinos comenzaron a expresar a golpe de cacerola su descontento con el Gobierno de Duque y luego el movimiento fue tomando fuerza y la gente salió a las calles con utensilios de cocina y pitos para reforzar su protesta.
PROTESTA GENERALIZADA
A Chapinero le siguieron barrios como La Macarena, La Candelaria, Kennedy, Usaquén y Modelia, entre otros, donde con banderas de Colombia y una que otra whipala de los movimiento indígenas los habitantes se arroparon para huir del frío de la capital.
Los más entusiastas sacaron a la calle una carroza con parlantes musicales que avanzó por la Carrera Séptima, en la zona de Chapinero, seguido por un gentío que no cesaba de golpear las cacerolas.
En La Macarena una multitud, niños incluidos, tomó la Carrera Quinta con ollas pero también con música para exigir cambios al Gobierno al grito de «Resistencia, resistencia».
El cacerolazo, símbolo de las protestas en otros países latinoamericanos, era hasta hoy algo casi inusual en Colombia donde el único antecedente de esta manifestación popular se remonta a mediados de la década del noventa contra el entonces presidente Ernesto Samper, por el escándalo de filtración de dineros del narcotráfico en la campaña electoral que lo llevó al poder.
MANIFESTACIONES Y VIOLENCIA
Miles de colombianos, convocados por las centrales obreras, coparon hoy las calles de todo el país para expresar su rechazo a lo que llaman «paquetazo» de reformas sociales y económicas del Gobierno y pedir un cambio de rumbo.
El inicio de la jornada tuvo un ambiente festivo y de unión con indígenas, trabajadores y estudiantes que al ritmo de tambores bailaron y corearon consignas contra el Gobierno.
Pese al reiterado llamado a la paz de quienes convocaron la protesta, al finalizar la jornada encapuchados reunidos en la Plaza de Bolívar atacaron a los policías que custodiaban el Capitolio, la Alcaldía de Bogotá y el Palacio de Justicia.
Un desorden similar ocurrió en el populoso sector de Suba donde agitadores destrozaron la principal estación de autobuses públicos del barrio así como una oficina de atención de los servicios públicos, y saquearon comercios.
Estos escenarios de violencia se replicaron en otras ciudades, y el caso más grave fue el de Cali, donde los saqueos a establecimientos comerciales obligaron a las autoridades a declarar un toque de queda que estará vigente durante toda la noche.
Pese a esta medida, en algunos barrios de la zona sur de esta ciudad, capital del departamento del Valle del Cauca, vándalos ingresaron a algunos conjuntos de apartamentos a robar, lo que obligó a sus moradores a armarse con palos y otros objetos para defender sus propiedades.
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