Ciudad Guayana.- Recientemente el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) anunció que los pensionados empezarían a recibir la  cantidad en total es de 1.800.000 bolívares, equivalente a unos centavos de dólares.

Ante este escenario, los adultos mayores vuelven a manifestar su inconformidad y preocupación por una pensión que no les ayudaría ni para “pagar por un arroz”.  Han tenido que salir de sus hogares, a pesar de ser una población de alto riesgo frente al covid-19 y adaptarse a las condiciones paupérrimas de dichos salarios.

En el mercado mayorista de San Félix, un señor de 60 años de edad explicó para Soy Nueva Prensa mientras le quitaba la concha a unas cuentas yucas para luego entregarlas a un cliente que estaba prácticamente obligado a trabajar bajo un sol enternecedor para poder llevar un poco de comida a su hogar.

“Trabajo aquí en el mercado, a pesar de ser un riesgo para mi salud, porque si me quedo en casa sin hacer nada y con esa pensión solo moriría de hambre. El dueño de este puestico me colabora con un poco de yuca o alguna papa para llevarme a mi casa y comer ese día”, añadió el señor.

Agregó que para poder hacer algo con su pensión, intenta reunir el máximo de dinero posible durante esa semana, ya sea por medio de familiares o vecinos y poder hacer un pequeño mercado.

Normalmente le toma dos o tres semanas reunir el dinero para poder adquirir dos o tres productos básicos de la canasta alimenticia.

Andrés Goncalves y su esposa deben juntar su pensión para lograr una cantidad mínimamente suficiente para comprar dos plátanos y dos kilos de yuca. Su nuera e hijo los ayudan con el resto para poder completar “un poco más” su alacena.

Goncalves adicionó que “actualmente me encuentro en casa, ya que me mandaron de cuarentena aquí, así que solo cobro la mitad, lo cual es mucho peor”.

Su trabajo ahora es ayudar a su nuera e hijo con el negocio de alimentos que tienen y así colaborar una parte con los ingresos diarios de la familia.

Adultos, jóvenes, niños y ancianos se han visto en situaciones precarias frente a la pandemia. Sin embargo, los adultos mayores aunque sean población de riesgo continúan arriesgándose cada día y tratando de buscar por sus propios medios, una forma de subsistir.

 

Ruth Meyerowitz

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