Miami.- Existe un no se que en la voz y en el cuerpo de «la Rosalía» que es hipnótico, que atrapa, diga lo que diga y cante lo que cante. Chicken Teriyaki, probablemente su canción más viral hasta la fecha, puede ser la expresión más hortera del mundo y con menos sentido, pero incluso cuando la canta aparecen detrás connotaciones, referencias y hasta una curiosidad inexplicable por saber qué habrá detrás.

«Con Rosalía nada es lo que parece, siempre hay una vuelta de tuerca».

La cantante sabe cuáles son sus bazas, una voz que domina a la perfección, un estilo que se ha basado en el cambio, en lo fluido y en el anclaje a unas raíces que respeta, a la vez que las rompe.

De Los Ángeles, su primer disco sobre el duelo y la muerte, donde modernizaba los cantes y las narrativas tradicionales del flamenco, a El Mal Querer, en torno a una relación tóxica, inspirada en gran medida en la novela Flamenca del siglo XIII. Ya hubo un abismo entre ellos.

El salto es todavía mayor en Motomami, su tercer álbum producido ya por Columbia Records, el mismo al que pertenecen Adele, AC/DC, Bruce Springsteen o Beyoncé. Rosalía ha presentado el disco primero en TikTok, la plataforma china con más descargas en los últimos años a nivel mundial. 

TikTok ha dejado atrás a Facebook, Twitter e Instagram, hoy es la más popular entre los jóvenes, y el 80% de sus usuarios reconoce que conoce canciones nuevas, nuevos ritmos, solo a través de esta aplicación. Así que no es casual que Rosalía presente Motomami en TikTok, un evento especial en todo el mundo.

Signo de los tiempos que ejemplifica como nadie Rosalía, esa tensión entre lo analógico y lo digital, entre tradición y cambio. Y a una muy buena hora en Estados Unidos, de donde viene de desplegar sus alas en The Tonight Show, de Jimmy Fallon, o su edredón en Saturday Night Live, nada más y nada menos, algo histórico para una cantante española.

Motomami es un disco hijo de su tiempo, el del caos, la transformación, el de los ritmos callejeros que suenan en República Dominicana, en Sant Cugat del Vallés, en Nueva York o en los barrios de Madrid. Es el tiempo de la banalidad y el empoderamiento, el de lo simple y lo global. Todo eso está en Motomami. Pero, además, Rosalía usa sus canciones para hablar de ella, de su música y de su posición en el mundo. De cómo ha crecido y evolucionado en estos años, aunque solo hayan pasado cuatro de El Mal Querer y siga siendo una joven de 28 años.

Rosalía se justifica o se explica, según se mire, y lo hace como mejor sabe: componiendo una serie de canciones que completan este disco y que funcionan como una especie de Rayuela de Cortázar -su libro favorito, por cierto- y con una narrativa transmedia que sobrepasa la escucha.

La Fama, Saoko, Chicken Teriyaki y Hentai eran los cuatro singles que ya habíamos escuchado y que causaron revuelo en las redes sociales, sobre todo los del medio, porque cada vez el lenguaje es más incomprensible y porque se ha alejado de las raíces flamencas para abrazarse la música urbana.

Cada vez su forma de cantar se difumina más, suturando las palabras, olvidando letras y poniendo en el centro un vocabulario tan loco como efectivo. Los tres muestran que las raíces de Rosalía son temporales. En La Fama se adentra en la bachata junto a The Weeknd, en Saoko y Chicken Teriyaki al reguetón y en Hentai… a ver cómo lo explicamos.

«Te quiero ride, como a mi bike, hazme un tape, modo Spike, yo lo batí, hasta que se montó, segundo es chingarte, lo primero Dios». ¿Es esto poesía?, le preguntábamos al letrista y escritor Carlos Zanón cuando Rosalía adelantó este fragmento de Hentai en Instagram.

«La gente que se escandaliza ahora con estas letras, es la gente que reivindica las letras del rock’n’roll, de Chuck Berry y de todos esos autores que utilizaban la sexualidad y las imágenes para decir determinadas cosas. La música popular es la inmediatez, la necesidad, la juventud, el no future. Es el caso de Rosalía, que es una artista brutal y me parece genial que utilice ese medio para decir lo que importa. Uno no escribe una letra de canción para hacer poesía o pasar a la historia de la literatura, eso viene luego. Tú la utilizas para comunicar algo, comunicar una urgencia y me parece que es genial. Creo que las críticas vienen de que uno se ha hecho viejo y no recuerda lo que le gustaba cuando tenía 20 años», nos decía Zanón.

La periodista y escritora Isabel Navarro añade que Rosalía es una poeta de su tiempo, como lo fue Lorca. «Creo que es una enorme artista y la caracteriza esa osadía y esa capacidad de radar de que está pasando en el mundo. Y lo que está pasando en el mundo es que el lenguaje está cambiando, que cada vez todo es más híbrido, una alusión a otra cosa, ella hacer lenguaje, que es lo que hacen los poetas. No suena Lorca, como nos sonaba El Mar Querer, pero era ella está tratando de hacer algo propio, que es dificilísimo».

Y como el poeta granadino, Rosalía le canta a Nueva York. Su viaje a Estados Unidos, un nuevo planeta musical, está presente en todo el disco. Ya no hay aurora de Nueva York, hay cadenas de oro, hay joyeros, hay vendedores de rosas, y motos, papeles por el suelo y modelos con ropas de marca». Otra constante en todo el disco, las referencias a diseñadores y marcas: Fendi, Moschino, Naomi Campbell y Versace, como en La combi Versace.

El sonido de la moto es el hilo conductor de un disco, junto al humor. Ambos elementos se cuelan en todas las canciones, también en las que mantienen ese quejío flamenco que tan bien le sale, como en Bulería o Sakura. Su madre iba en moto, suele recordar la cantante catalana.

De ahí el título del disco, el casco de la portada, como una Venus de Botticelli motera, y el sonido del motor y los derrapes como base de muchas de las canciones. Pero, además, Motomami -palabra viral en Twitter- tiene un significado, representa su manera de entender el feminismo y que viene a significar hacer lo que a una le da la gana, sin depender de nadie. Rosalía no es objeto, es sujeto.

Esa determinación le ha llevado a saber desde los ocho años que se dedicaría a la música, que estudiaría en la Escuela Superior de Música de Cataluña, que produciría sus discos, que saldría en una película de Almodóvar, que revolucionaria no solo el flamenco, también el pop y, por supuesto, la música española.

El negro, el rojo, los colores de la combustión -y de la revolución- junto con el blanco, son los tonos que predominan tanto en los videoclips como en la estética del disco. Ya estaban en El Mal Querer y aquí vuelven, más minimalistas, más urbanos, con la mariposa como símbolo de la transformación están por todas partes. Transformación como gran proceso que define a la cantante, que va alejándose de sus raíces cada vez más, sin perderlas para acercarse a lo que ahora mismo es tendencia.

Si El Mal Querer era un disco sobre el dolor de una mujer, este es mucho más luminoso, se ha desprendido de aquellas ataduras. Quizá también coincida con su nueva vida y situación sentimental o quizá simplemente sea un proceso natural. En Motomami se habla de sexo, de ropa, de penes, de dios, pero también se habla de la familia o de echar de menos, con esa canción donde escuchamos al final a la abuela de la cantante.

Rosalía tensa la cuerda, pero no la rompe, no corta el cordón umbilical con sus raíces y con el flamenco. Hay varios temas que nos meten de lleno en sus primeras referencias, Manolo el Caracol y La niña de fuego, por ejemplo. Pero añade nuevas, como las de Daddy Yankee en Saoko. Si los géneros se rompían en El Mal Querer, aquí salta por los aires. Todo se mezcla, todo vale. Eso tiene que ver con cómo consumimos música, a saltos, cambiando, buscando una canción, un grupo, un estilo. E incluyéndolas en playlist, que hoy pocos escuchan un disco del tirón y eso es algo que a lo mejor no funciona aquí.

Hasta la publicación del disco, Rosalía nos había presentado temas. Todos ellos tenían algo en común: la polémica que han generado, entre enamorados, entregados a la música urbana, y los que han criticado su evolución, la pérdida de las raíces. Haters, en muchos casos, que han hecho memes con sus canciones, con su estética, con las letras. ¿Y si Rosalía buscaba eso? Todo en ella tiene una vuelta de tuerca más, como hemos dicho, un giro, un inesperado final. Y es lo que encontramos en los 16 temas que componen el disco, que son estos:

Saoko

Saoko es la canción sobre la transformación. Y es la que abre el disco, seguro que intencionadamente. Un homenaje al reguetón, pero distorsionado. De hecho toma la expresión principal de una composición de Wisin y Daddy Yankee. En Saoko hay reguetón, ritmos urbanos, pero también jazz, uno de sus estilos favoritos, con ese piano que se cuela en medio de la canción. «A ver si sirven de algo, los caramelos de la voz, a ver», dice la cantante en lo que parece una improvisación.

Hay rugido de las motos y hay una declaración de intenciones, en Rosalía todo es cambio y transformación, todavía no hemos conocido toda su personalidad. Ella, como las mariposas, se transforma. Por cierto, las mariposas como liberación de un mal querer o maltratador, ya las usó Mariah Carey en 1997, cuando abandonó Tommy Mottola y a Sony y publicó todo un disco emancipador:’Butterfly’.

Candy

Es quizá la más pop de las canciones, con su base de reguetón. Pero el primer sencillo que nos encontramos completamente distinto a lo que nos había vendido hasta ahora. Hay ritmos y coros que pueden transmitirnos a ‘El Mal Querer’. «Vestida con F de Fendi», arranca la canción que vuelve a remitirnos a ese universo de marcas de lujo reapropiadas por la calle.

La Fama

Una bachata estilo Romeo Santos, de quien dice que se lo ha escuchado todo, junto a The Weeknd. Otro de los temas que se repiten en este disco es el de la fama y sus consecuencias, de lo que se pierde y se gana con ella. «Es mal amante la fama, es demasiado traicionera», dice aquí. Es la canción más reproducida hasta el momento de Rosalía en las plataformas de streaming.

También es la que primero sacó, ya en 2021. Una canción que describe perfectamente ese salto que ha dado. Se alejaba del flamenco, de sus raíces, para contarnos lo que le supuso el impacto de El Mal Querer, de la fama. Giras mundiales, viajes constantes, colaboraciones internacionales, entrevistas… y todo siendo aún tan joven En La Fama nos cuenta con madurez, en una bachata, ese vértigo, alegrías y angustia que trae el éxito, el ser tan popular.

Bulería

Coro, taconeo y palmas aparecen en Bulería, una de las canciones que más conecta con esas raíces flamencas. En ella deja claro sus intenciones, ya que encontramos referencias a Manolo Caracol, uno de sus referentes con La niña de fuego, con el coro final y con un autotune. También porque da un paso adelante a las críticas, tanto por su imagen, como por su música: «Soy igual de cantaora, igual de cantaora con un chándal de Versace, que vestidita de bailaora .Y aunque a mí me maldigan a mis espaldas, de cada puñalaíta saco mi rabia». 

La fusión, la copia, el diálogo o la apropiación han sido cuestiones que han estado en el debate en torno a Rosalía desde casi su primer disco, Los Ángeles.

Chicken Teriyaki

«Pa’ ti naki, chicken teriyaki, Tu gata quiere maki, mi gata en Kawasaki», el estribillo hecho para petarlo en TikTok, en una canción que, creemos, habla de dinero, de su vida en Nueva York, de la fama y en la que ha colaborado con uno de los artífices del disco anterior, El guincho. Lo cierto es que Rosalía demuestra en esta canción que tiene la habilidad de atraer a la gente y de hacerlos cantar letras que tal vez ni siquiera puedan traducir o pronunciar, pero que parecen entender emocionalmente”.

Y con un baile sencillo, pero que nos ha costado en la redacción. Decía Rosalía que la canción busca todo el tiempo el contraste, igual que el disco en su conjunto. Letras duras con un movimiento de manos que significa ‘cute’ (mono, bonito), que es el gesto que vemos en el videoclip. Y de nuevo el sonido de base son las motos, también con la referencia a Kawasaki, una marca de motocicletas. En esta canción, de nuevo, insiste: «Y sí, la fama es una condena, pero otra que te pague la cena». Es como reconocer: «esto es lo que vende y es el precio que tengo que pagar».

Hentai

Es la canción más desinhibida del disco, el nombre hace referencia al porno manga japonés. Su propio lanzamiento ejemplifica esa manera de promocionar su música. Primero cantó unas líneas en redes y sus letras incomprensibles, sus metáforas sexuales, liaron una buena. Enseguida fue lo más comentado, polarizando al público entre a los que le parecía una genialidad y los que pensaban que se le había pirado la pinza y que se reía de todos ellos.

En esto último quizá tuvieran razón. No quedó ahí al cosa, unos días antes del disco, leyó, como si estuviera recitando a Lorca, la letra entera de la canción enfundada en un albornoz blanco. Hentai es una canción sobre sexo y penes, con distintas metáforas nada sutiles, como «enamorada de tu pistola, rojo amapola», mientras resuena el ruido de las motos. Si hablábamos de humor, está todo aquí y en Chicken Teriyaki, por supuesto.

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store