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Fotografía de archivo de personas observando el cartel de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos de 2023, el 3 de febrero de 2022, en Santiago (Chile). EFE/Alberto Valdés

Un mundo de anécdotas, algunas inverosímiles, unas divertidas y otras curiosas, han dejado las dieciocho ediciones de los Juegos Panamericanos desde su primera versión en Buenos Aires 1951.

A 77 días de la inauguración, este 20 de octubre, de Santiago 2023, registramos cuatro acontecimientos especiales.

Eric Tinoco, campeón que no ganó

Precisamente en 1951 en el pentatlón moderno ocurrió uno de los hechos que marcaron esas justas.

El brasileño Eric Tinoco se consagró campeón individual y logró el oro para su país pese a que sus rivales llegaron, incluso, a burlarse de el porque no ganó ninguna de las pruebas del pentatlón: tiro, esgrima, natación, salto ecuestre y carrera a pie campo a través.

Los favoritos eran los estadounidenses James Thompson, Guy Troy y Gail Wilson, pero un voluntarioso Tinoco sumaba y sumaba puntos en cada competencia al clasificarse entre los primeros.

Ese Tinoco, que oyó decir que para qué se esforzaba si no acababa de ser el mejor en alguna de las especialidades, se colgó al final la medalla dorada en los I Juegos Panamericanos, mientras que EE.UU. debió conformarse con el oro por equipos.

Sin duda, acá cabe el refrán de quien ríe de último, ríe mejor.

Fidel y el caso de La Habana 91′

La premiación de la primera jornada del remo de la XI edición, en La Habana 1991, hizo que el gobernante cubano Fidel Castro lograra sonrojarse.

Castro, quien fuera el máximo símbolo continental de lucha y rechazo hacia todo lo relacionado con Estados Unidos, tenía que entregar las medallas. Todo iba bien hasta que ganaron los remeros de ese país.

Una de las medallistas lo miró, le sonrió y acto seguido le entregó a Castro una pequeña bandera de barras y estrellas.

La tensión y el silencio incómodo reinaron en el ambiente por varios segundos, pues todos temían que sucediera lo de un día antes en el atletismo cuando Fidel le negó el saludo a una estadounidense que obtuvo la plata.

Pero esta vez, Castro aceptó gustosamente ondear la bandera de Estados Unidos ante la sorpresa y el aplauso de muchos.

Cariñosos intercambios del ‘Chino’ Ríos y Meligeni

El brasileño Fernando Meligeni volteó un marcador en contra y se impuso en tres sets al chileno Marcelo Ríos para adueñarse de la medalla de oro en los sencillos del tenis de los Panamericanos 2003 en Santo Domingo.

Meligeni ganó por 5-7, 7-6 (6), 7-6 (5) en más de tres horas de partido y acabó con las ilusiones de ‘el Chino’, exnúmero uno del mundo, de titularse campeón panamericano.

Sin saber que el destino los iba a llevar a enfrentarse en la final, comenzaron a entrenar juntos y en esas prácticas el chileno le decía al brasileño, de forma jocosa, que sabía que se iba a retirar con honores y por eso llegaba al torneo por la plata.

«Yo pensaba que se refería al dinero, pero era a la medalla de plata», recordó Meligeni entre risas en alguna ocasión. «Entrenamos y me cagó a palos, me ganó 6-1 y 6-2», recordó el brasileño.

Meligeni afirmó que sus partidos fueron muy duros y la final no fue la excepción. Hasta se dijeron cosas en los cambios de lado. Frases como «dale viejito, levántate», «estás retirado, no vas a aguantar», fueron algunas de ellas.

Pero Meligeni no sólo aguantó, venció y le dio el oro a su país, mientras que ‘el Chino’ Ríos fue quien se llevó la plata y estos amigos y rivales terminaron abrazados porque ese partido significó el último de la carrera deportiva del brasileño.

Tropezón del venezolano Wuyke con Guimaraes

Uno de los hechos más polémicos en los Panamericanos se dio en la final de los 800 metros planos del atletismo en Caracas 1983, en la novena edición de los juegos, y los protagonistas fueron un venezolano y un brasileño.

Los hinchas locales esperaban que su corredor William Wuyke ganara, pero este tropezó en medio de la carrera con el brasileño Agberto Guimaraes, cayó al suelo y perdió las opciones de subir al podio.

Venezuela, que hizo gala de su condición de local, presentó una reclamación que surtió efecto casi que de inmediato: el jurado descalificó a Guimaraes y ordenó repetir la carrera ante los vítores del público y el desconcierto de la delegación brasileña.

Entonces la protesta surgió del otro lado. Ahora era Brasil que exigía un nuevo veredicto y cambio de jurado.

Con los corredores en las pistas y un público expectante, los miembros de la comisión del atletismo panamericano concluyeron que el choque había sido casual.

Así que Guimaraes mantuvo su título, pero también se ganó el repudio de los venezolanos, a tal punto que durante el resto de su estancia en Caracas fue protegido siempre por tres soldados.

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