Madrid, España. «Un hito histórico de insensatez y de ignorante intromisión política en el gran acontecimiento deportivo».

De esa manera contundente definió Conrado Durántez, historiador del olimpismo y presidente de la Academia Olímpica Española, el boicot de Estados Unidos y sus aliados a los Juegos de Moscú 1980, un episodio solo comprensible en el contexto de la Guerra Fría.

Se cumplen esta semana 40 años de la votación en la que el comité olímpico estadounidense (USOC) se plegó a las exigencias de Jimmy Carter y anunció que ningún deportista norteamericano participaría en los Juegos de Moscú. El Comité, reunido en Colorado Springs, aceptó con 1.604 votos a favor, 797 en contra y dos abstenciones el boicot que les había ‘sugerido’ el presidente estadounidense como protesta por la invasión soviética de Afganistán.

No había sido una amable solicitud: Carter amenazó con retirar el pasaporte a cualquier deportista de su país que intentase ir a los Juegos. Centenares de atletas asistieron impotentes al entierro de sus aspiraciones profesionales bajo paladas de tierra lanzadas desde los despachos políticos.

Un acontecimiento ajeno en todo al deporte, la invasión de Afganistán por parte de tropas soviéticas en diciembre de 1979, fue la excusa a la que recurrió Estados Unidos para no participar en la fiesta olímpica organizada por Moscú.

Ese mismo mes, en una reunión de la OTAN, varios países plantearon la conveniencia de boicotear los Juegos. En enero de 1980 Estados Unidos lanzó un ultimátum: o la Unión Soviética se retiraba de Afganistán antes del 15 de febrero o ellos no participaban.

Carter propuso al COI que le retirase a Moscú la organización. Aprovechando la Sesión del organismo ese febrero en Lake Placid, donde se iban a disputar los Juegos de Invierno, el secretario de Estado norteamericano, Cyrus Vance, intervino en el mismo sentido, sin mucho éxito.

La votación del USOC en el mes de abril ratificó definitivamente el boicot y escribió una página negra en la historia del olimpismo.

El español Juan Antonio Samaranch, entonces vicepresidente del COI y que fue elegido presidente cuatro días antes de la inauguración de los Juegos de Moscú, tuvo siempre clavada aquella decisión de Jimmy Carter. No solo porque Estados Unidos no participase en los Juegos, sino porque presionó para que otros países tampoco lo hicieran: 66 comités olímpicos nacionales se dieron de baja, entre ellos grandes potencias deportivas como Alemania Federal, Japón, Canadá, Noruega o Kenia. Solo participaron 80 países, el número más bajo desde Melbourne 1956.

El veto se extendió por todo el planeta. Por Latinoamérica faltaron Argentina, Bolivia, Chile, El Salvador, Honduras, Haití, Panamá, Paraguay y Uruguay. Sí asistió, en cambio, Puerto Rico, que hizo gala de su independencia de Estados Unidos en cuestiones olímpicas y, pese a las presiones de Washington, envió una pequeña delegación de tres boxeadores.

En 1993 Samaranch mantuvo una reunión con el presidente Bill Clinton en la Casa Blanca y aprovechó el viaje a Estados Unidos para entrevistarse con Jimmy Carter en la sede de su fundación en Atlanta. «Es un deseo de cerrar viejas heridas, ya que, si bien él promovió el boicot a los Juegos de Moscú, el olimpismo debe demostrar que sabe perdonar este tipo de errores». El viejo diplomático lo dijo todo sin decir nada.

Cuando Carter comenzó a sonar como candidato a Nobel de la Paz, premio que ganó finalmente en 2002, Samaranch deslizó que no dudaba de sus méritos, pero que para la historia olímpica había sido una figura nefasta.

ESPAÑA, A PUNTO DE SUMARSE AL BOICOT

Entre los países occidentales que no secundaron el boicot estadounidense y que inscribieron a sus deportistas en los Juegos de Moscú destacaron Francia, Gran Bretaña, Italia, Australia y España. Aunque España estuvo en un tris de quedarse en casa.

En enero de 1980 el presidente español Adolfo Suárez salió de un encuentro con Jimmy Carter con una idea clara: «No es deseable la participación en Moscú, ni que los atletas usen el himno y la bandera española en esos Juegos».

Fue Jesús Hermida Cebreiro, secretario de Estado para el Deporte y presidente del Comité Olímpico Español (COE), quien se encargó de convencer al ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, al de Exteriores, Marcelino Oreja, y a través de ellos a Suárez, de la conveniencia de estar en la ceremonia inaugural. Entre sus argumentos, hubo uno que pesó de forma decisiva: la candidatura de Samaranch a la presidencia del COI. El boicot de España habría acabado con sus aspiraciones. Y el Gobierno de Suárez quería ese puesto para el que era su embajador en Moscú.

A cambio de la participación, Hermida tuvo que hacer algunas concesiones: el equipo español desfilaría y competiría con la bandera del COE, no con la de España, y el propio Hermida no acudiría a los Juegos para mantener ante los ojos de Estados Unidos una cierta actitud de protesta. Carter visitaba España en junio y el Gobierno no quería importunarle más de la cuenta.

El mandatario estadounidense insistió en el boicot durante aquel viaje de Estado, pero España ya había tomado la decisión de asistir.

Lo hizo con 156 deportistas (147 hombres y 9 mujeres), a los que en la ceremonia de apertura marcó el paso «el único abanderado del equipo español que no ha llevado la bandera española», el piragüista Herminio Menéndez.

«Fueron semanas muy complicadas. Yo veía muy difícil que participásemos. Y creo que lo hicimos porque Samaranch se presentaba a las elecciones del COI y con un boicot de España no habría salido elegido. Eso inclinó la balanza», comentó Menéndez a Efe sobre los acontecimientos de 40 años atrás.

Hasta tres meses antes, los deportistas españoles se entrenaban para los Juegos de Moscú con la incertidumbre de no saber si participarían, pero con el temor creciente de que se iban a quedar en casa.

«No sabíamos nada, pero cada día escuchábamos noticias de más países que secundaban el boicot. Estábamos todos pendientes y cuando supimos por la radio y la televisión que España participaría fue un alivio enorme», dijo Menéndez, que luego fue el mejor deportista español de aquella edición: dos de las seis medallas ganadas entonces llevan su nombre.

España obtuvo en Moscú una medalla de oro, tres de plata y dos de bronce.

Fueron campeones olímpicos en la clase Flying Dutchman de vela Alejandro Abascal y Miguel Noguer. Las platas llegaron en hockey sobre hierba masculino, en el K-2 500 de Herminio Menéndez y Guillermo Del Riego y en los 50 km marcha gracias a Jordi Llopart.

David López Zubero, en 100 m mariposa, y Herminio Menéndez y Luis Gregorio Ramos, en K2 1.000, completaron el botín con sus medallas de bronce.

«Para mí, con dos medallas en dos pruebas, fueron unos grandes Juegos», indicó el expiragüista, que ya había ganado una plata en Montreal 1976 con el K-4. En su deporte, «dominado entonces por la Unión Soviética, Alemania Democrática, Hungría o Rumanía», no se notó un descenso del nivel competitivo por culpa de los países ausentes. «Otra cosa fue en los deportes en los que mandaba Estados Unidos, como la natación o el atletismo».

Menéndez ya había competido en varias ocasiones en Moscú y encontró en 1980 «otro Moscú, una ciudad diferente, extraña, sin niños, sin coches que no fueran los vehículos oficiales». En la Villa Olímpica, sin embargo, el ambiente fue igual al de otros Juegos, con las mismas medidas de seguridad que comenzaron a aplicarse después del atentado en Múnich 1972.

Aunque ya hace de aquello cuarenta años, hace solo un mes, cuando el COI aún defendía que era pronto para tomar una decisión sobe el aplazamiento de los Juegos de Tokio por la pandemia de COVID-19, su presidente Thomas Bach recordó el boicot a Moscu’80 para justificar la espera.

«En circunstancias muy diferentes y por razones muy distintas, tuve una experiencia de gran incertidumbre como deportista durante los preparativos de los Juegos de Moscú’80. No estábamos seguros de si los Juegos se llevarían a cabo y si se nos permitiría participar. Francamente, hubiera preferido que los responsables de la toma de decisiones se hubieran tomado más tiempo para tener una base de información más sólida», dijo Bach, uno de los deportistas de Alemania Federal al que le privaron de participar en aquella edición.

Respecto a Tokio 2020, el coronavirus se encargó de acelerar la decisión del aplazamiento con su avance imparable por los cinco continentes. No conforme con boicotear los Juegos, el virus ha boicoteado la forma de vida de los 7.700 millones de habitantes de la Tierra.

EFE noticias

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store