Madrid, España.  Las victorias de la Real Sociedad y el Granada, el renacimiento del Real Madrid en el clásico y la escalada amenazante del Atlético de Madrid han provocado un embotellamiento en la carrera por el liderato de LaLiga Santander que presume el equipo donostiarra.

El plantel de Imanol Alguacil, que goleó al Huesca (4-1) prolongó su estancia en la cima una semana más. Un alojamiento de momento temporal, provisional, a la espera de que el calendario se ajuste y que el Real Madrid, el Granada y, sobre todo, el Atlético, compensen su bagaje de partidos.

Eventual o no la Real disfruta de su hospedaje en el primer puesto. Síntoma de la buena línea en la que se ha establecido con la filosofía implantada sobre el césped por Alguacil.

Pero tres puntos separan a los cinco primeros equipos. Desde la Real Sociedad hasta el Cádiz. De ellos, solo los donostiarras, el Villarreal, cuarto, y el Cádiz, sexto, han disputado las siete fechas previstas. Un partido pendiente tienen el Real Madrid y el Granada y dos por jugar el Atlético Madrid.

El cuadro de San Sebastián cumplió de sobra con la visita del Huesca, al que goleó sin contemplaciones (4-1) para argumentar el liderato con su tercera victoria seguida. Un doblete de Mikel Oyarzábal, al que siguieron los goles de Cristian Portu y del sueco Alexander Isak, ventilaron la situación para el equipo de Imanol Alguacil que aventaja en un punto al Real Madrid y al Granada.

El estado de euforia que impulsa al equipo vasco, solvente en Europa y en LaLiga, ampara también al Granada. Tanto en la competición continental, en la que debuta, como en la española.

El cuadro de Diego Martínez, más solvente cada día, igualó al Real Madrid en la clasificación gracias a una victoria muy trabajada frente al Getafe (0-1), que sucumbió en un duelo muy táctico y trabado que desniveló Ángel Montoro con un tanto de penalti en el tiempo añadido de la primera parte.

El equipo madrileño no había encajado gol alguno en el Coliseum. Nadie había ganado hasta la llegada del Granada que salió airoso de un duelo duro, hosco, rocoso, impreciso y con pelea, mucha pelea. En esta ocasión, siempre fue noble, sin excesos, pero abundante. Los estilos de ambos clubes, muy marcados por el innegociable concepto del sudor que imponen sus técnicos, chocaron como un tren de mercancías para ofrecer un espectáculo feo pero emocionante.

Fue con un penalti protestado y transformado por Ángel Montoro al borde del intermedio como el Granada se llevó el premio. Siete puntos de nueve posibles han alimentado su ilusión y su perspectiva.

Por esa zona alta se manejan por ahora tanto el Villarreal como el Cádiz, que empataron sin goles en el estadio Ramón de Carranza. Fue un marcador lógico. Resultado de las trayectorias con las que ambos equipos llegaron a la cita.

El equipo andaluz, que saltó la banca en el Alfredo Di Stefano hace una semana, sigue sin ganar en casa. El Villarreal, por su parte, no ha sido capaz de ver puerta a domicilio. Nunca ha ganado fuera del estadio de La Cerámica.

Así las cosas el choque acabó en tablas. Conforme el Cádiz que vuelve a sumar, insuficiente para los visitantes, con las miras más altas.

Lejos se manejan tanto el Alavés como el Valladolid, pendientes de otra cosa. El conjunto vitoriano aprovechó la inferioridad con la que el cuadro pucelano encaró el partido durante setenta minutos para llevarse los tres puntos del Jose Zorrilla. Demasiado tiempo para el bloque local, que no conoce la victoria y que está anclado en el pozo de la clasificación.

La roja mostrada a Nacho marcó el partido. No transformó el penalti Lucas Pérez. Pero en la segunda parte los goles de Tomás Pina y de Borja Sainz dieron la victoria al conjunto de Pablo Machín, hundieron al Valladolid y acentuaron las sospechas en torno al futuro del técnico Sergio González.

EFE noticias

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