Madrid.-El éxito de Marisol, aquel «rayo de luz» de mirada angelical que catapultó de manera precoz la carrera de Pepa Flores, trascendió la gran pantalla para enamorar también los oídos de una generación a la que puso sintonía en su tránsito de niña a mujer, de «Tómbola» a «Háblame del Mar, Marinero».
Veinte películas rodó la artista, que este sábado recibe el reconocimiento de la industria del cine con el Premio Goya de Honor, pero su producción discográfica no le fue a la zaga ni en importancia ni en volumen, con 10 álbumes de estudio a su nombre y 14 bandas sonoras, amén de numerosos sencillos y EPs.
Criada en una zona muy humilde de Málaga (sur), un corralón típico de la ciudad, se unió muy joven a un grupo de coros y danzas con el que, en un viaje a Madrid, plantó su menuda figura en TVE ante el presentador Tico Medina para, con una flor de papel en el cabello, espetarle: «Me llamo Pepa Flores y quiero cantar como Lola Flores».
Así fue descubierta por el productor Manuel J. Goyanes, que se convirtió en su productor en exclusiva y así llegó su primer gran bombazo con tan solo 12 años, la película «Un rayo de luz» (1960), que le valió el premio a mejor actriz infantil en la Mostra de Venecia.
En su metraje, Flores (Málaga, 1948) se revelaba como una gran intérprete de flamenco, se atrevía a cantar en italiano y alumbró sus primeros éxitos musicales, como «Corre, corre, caballito».
«Yo nunca fui prodigio, yo solo era una niña que cantaba flamenco y hacía las cosas con cierta naturalidad», declararía ella sobre las razones de aquel despegue, en lo que fue un intento por reeditar el fenómeno de Joselito en la época del desarrollismo español.
Fue esta una etapa en la que sus temas más célebres surgen asociados a las películas que protagonizó y que, en muchos de los casos, llevaban la firma de Augusto Alguéró, uno de los autores más prolíficos y celebrados de la música ligera española.
Ahí están sus vivaces versiones de «Ola Ola Ola», interpretada previamente con otro poso más cupletero por Sara Montiel, o «Estando contigo», que tras ser defendida por Conchita Bautista en el estreno de España en Eurovisión 1961 fue relanzada por la joven malagueña en «Ha llegado un ángel». También, cómo no, «Tómbola», del filme del mismo nombre estrenado en 1962.
Es justo después cuando Marisol pasa de «Chiquitina» a «Muchachita» y se inaugura su período adolescente. Corre el año 1963 y se publica «La Bamba», su primer álbum de estudio, que incluye como tema central la canción mexicana anónima del mismo nombre, aunque con soniquetes más caribeños.
Debido al gran éxito que consiguieron las canciones que Algueró había compuesto para «Marisol, rumbo a Río», su casa de discos, Zafiro, quiso cubrir la demanda de grabaciones suyas que llegaban incluso de más allá del mercado español, de Europa a Japón (no es difícil encontrar grabaciones suyas en el idioma nipón).
El amor y el desamor comienzan a volverse frecuentes como motivos musicales y, formalmente, también las composiciones comienzan a adquirir un tono más maduro. Como ejemplo, «Me conformo», pieza de Algueró y Antonio Guijarro que se incluyó en el filme «La nueva Cenicienta» (1964).
El cine, al que empezaron a asomarse muchas otras estrellas musicales de la época, le permitió colaborar con artistas como el Dúo Dinámico, con los que coprotagonizó «Búsqueme a esa chica» (1964). Sin embargo, no hubo más que un tema interpretado conjuntamente, «Solo a ti», que nunca llegó a ser editado o comercializado por un conflicto entre las respectivas discográficas.
No fue el único cruce con otra voz famosa, pues en «Las cuatro bodas de Marisol» (1967) cantó la rumba «Belén Belén» junto al autor de la pieza, Peret.
Aquel trabajo fue el primero que no llevaba la firma musical de Augusto Algueró y abrió su abanico a otros autores como Fernando Arbex, batería y compositor de Los Brincos. Marisol acababa de cumplir 20 años y con ese timbre más maduro, con más cuerpo, interpretó una versión un tanto ye-yé del clásico canto de corro «La tarara».
A continuación, «Solos los dos» (1968) le dio la oportunidad de grabar temas compuestos por Juan & Junior, como la romántica «Dos unidos». A Juan Pardo volvería como autor poco después, cuando grabó su «Mamy Panchita» (1970).
Alcanzada la mayoría de edad (21 años), sus carreras en la música y en el cine empezaron a diverger, aunque aún habría puntos de encuentro, como «Corazón contento», uno de sus más conocidos temas, original en realidad del mexicano Palito Ortega que en España popularizó ella como sencillo y que luego recogió el filme coral «El taxi de los conflictos» (1969).
En esa etapa de independencia de lo cinematográfico, una Marisol más bohemia y audaz se embarcó en proyectos por ejemplo de folclore latinoamericano como «Marisol y Los Bohemios Paraguayos», de 1972, año en el que además representó a España en el primer Festival OTI de la Canción con «Niña», relato del tránsito a la madurez escrito por Manuel Alejandro.
De su mano consolidó plenamente el cambio de registro más adulto cuando grabó el LP «Háblame del Mar, Marinero» (1976), su mayor éxito, gracias sobre todo al tema titular. Atrás quedaba Marisol y Pepa Flores, la mujer, posaba desnuda para la revista «Interviú».
Cantó por Serrat, por Lorca, por Caco Senante y por Luis Eduardo Aute, autor del que fue su último disco, «Clima» (1983), dejando detrás otras piezas sorprendentes, como el comprometido LP «Galería de perpetuas, canciones para mujeres» (1979), que acaba de ser reeditado en formato vinilo y que descubrió a una artista valiente y audaz también en lo musical.
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