El cáncer de mama es el tipo de tumor más común a nivel mundial. Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), solo en 2020, se diagnosticaron 2,2 millones de casos.

Cuando el cáncer está limitado a la mama o a las regiones de los ganglios linfáticos cercanos, se llama cáncer en estadio inicial o localmente avanzado.

En cambio, cuando el cáncer de mama se disemina a un área distante de aquella en la que se inició, se habla de metástasis.

Ahora, una proteína terapéutica llamada Omomyc y desarrollada en todo su potencial en el Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO), ha demostrado ser eficaz para frenar la metástasis en cáncer de mama.

La familia de genes MYC

Desde hace tiempo se sabe con certeza que la familia de genes MYC desempeñan una función importante en el desarrollo de muchos tipos de tumores y Omomyc, como proteína inhibidora de los mismos, es eficaz para tratar tumores primarios. Sin embargo, existe cierta controversia sobre el papel de MYC en las metástasis.

Pero la investigación del VHIO, cuyos datos acaban de ser publicados en Cancer Research Communications (una revista de la Asociación Americana de Investigación del Cáncer), han demostrado la eficacia de inhibir el MYC con Omomyc, a través de diferentes experimentos tanto in vitro como in vivo.

«La respuesta ha sido muy positiva y en todos los casos se ha podido comprobar que Omomyc tiene una importante actividad antimetastásica, en contra de lo que se había especulado”, explica el doctor Daniel Massó, investigador del spin-off Peptomyc y primer autor del artículo.

“Hasta el momento habíamos demostrado que Omomyc era eficaz controlando muchos tumores primarios. Ahora, además, hemos visto que también es un fármaco eficaz al bloquear la invasión, el establecimiento y el crecimiento de las metástasis en el cáncer de mama”, añade la doctora Laura Soucek, codirectora de Investigación Traslacional y Preclínica y jefa del Grupo de Modelización de Terapias Antitumorales del VHIO.

Omomyc, efectivo en tumores primarios

Hace décadas que la investigación oncológica ha puesto de manifiesto que el gen MYC tiene una importante función en el desarrollo de la práctica totalidad de los tumores sólidos. Sin embargo, había también una creencia generalizada de que se trataba de una diana inalcanzable.

Sin embargo, todo cambió hace más de 20 años, cuando la doctora Laura Soucek se planteó que esto no tenía por qué ser así. Fruto de su esfuerzo y trabajo nació Omomyc, una miniproteína capaz de inhibir a MYC, que, tras múltiples estudios preclínicos cuyos resultados han dado la vuelta al mundo, ya se está probando en pacientes, en un ensayo clínico iniciado en mayo del año pasado en VHIO.

Por tanto, previo al ensayo, Omomyc ya había demostrado una potente actividad antitumoral en múltiples líneas de células tumorales y modelos de cáncer en ratón, independientemente de su tejido de origen y de sus mutaciones.

Frenar el crecimiento de la metástasis

Para poder demostrar estas hipótesis, se plantearon una gran multitud de experimentos. Se realizaron pruebas tanto en modelos in vitro como en modelos de ratón. En los primeros, se probó la eficacia en todos los tipos de tumores, mientras que en los segundos el trabajo se centró en el cáncer de mama triple negativo, una enfermedad que necesita urgentemente mejores opciones terapéuticas.

Para comprobar los resultados de la terapia se emplearon diferentes modelos y técnicas de imagen que permitían medir el desarrollo de los tumores. “Así, pudimos ver que, en ratones modificados genéticamente, Omomyc era capaz de hacer que el tumor primario creciera menos pero también observamos que impactaba en el crecimiento de las metástasis y en algunos casos las hacía desaparecer”, señala Massó.

Resultados en pacientes 

La investigación realizada todavía no se ha llevado a cabo con pacientes, pero se quiso analizar también la posible repercusión de la aplicación de Omomyc. Para ello se analizaron bases de datos de pacientes, en las que se pudo comprobar que aquellas pacientes de cáncer de mama que presentaban sobreexpresión de los genes que bloquea Omomyc tenían una supervivencia más baja.

“Esto nos hace ser optimistas y pensar que, si estas pacientes se tratasen con nuestro fármaco, quizá podríamos mejorar su supervivencia”, concluye Massó.

Agencia

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