Astrónomos descubren un sistema planetario excepcional, denominado K2-360, situado a unos 750 años luz de la Tierra. Este descubrimiento, publicado en la revista Scientific Reports, revela dos planetas orbitando una estrella similar al Sol, desafiando las teorías convencionales sobre la formación planetaria en condiciones extremas.
El planeta más cercano a la estrella, K2-360 b, es un verdadero prodigio cósmico. Con una masa 7,7 veces superior a la de la Tierra y un tamaño 1,6 veces mayor, este super-Tierra completa una órbita alrededor de su estrella en tan solo 21 horas. Su densidad, comparable a la del plomo, sugiere que podría ser el núcleo desnudo de un planeta más grande, despojado de sus capas externas por la intensa radiación de su estrella.
La composición de K2-360 b es predominantemente rocosa, con un núcleo de hierro que constituye casi la mitad de su masa. Este perfil químico lo acerca más a la Tierra que a Mercurio. Además, debido a las extremas temperaturas a las que está sometido, se especula que su superficie podría estar cubierta por magma, convirtiéndolo en un verdadero infierno planetario.
Un sistema dinámico y complejo
El segundo planeta del sistema, K2-360 c, es significativamente más masivo y tiene una órbita más amplia. Aunque no transita frente a su estrella, su influencia gravitatoria ha permitido estimar su masa mínima. Los modelos sugieren que K2-360 c podría haber desempeñado un papel crucial en la migración de K2-360 b hacia su órbita actual, a través de un proceso conocido como «migración de alta excentricidad».
Un laboratorio cósmico
Este sistema planetario se convierte en un laboratorio natural para los astrónomos, ya que los planetas de período ultracorto, como K2-360 b, son extremadamente raros. La presencia de un compañero masivo en este sistema podría ayudar a refinar las teorías sobre cómo se forman estos planetas y cómo evolucionan en entornos tan extremos.
«Este sistema es un laboratorio perfecto para entender cómo los planetas sobreviven y evolucionan en entornos tan hostiles», afirmó John Livingston, líder del estudio en el Centro de Astrobiología de Tokio.
El descubrimiento de K2-360 abre nuevas perspectivas en la búsqueda de exoplanetas y desafía nuestras nociones sobre la diversidad de mundos que pueden existir en el universo. A medida que la tecnología avanza, es probable que se descubran sistemas planetarios aún más exóticos, ampliando nuestros conocimientos sobre la formación y evolución de los planetas.
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