Madrid.- Luis de Marcos, con esclerosis múltiple, murió en 2017; Maribel Tellaetxe, en 2019 con alzhéimer avanzado; y ese mismo año falleció María José Carrasco, enferma terminal también con esclerosis múltiple. En vida, los tres lucharon por la eutanasia y este jueves sus familiares celebraron en el Congreso español la aprobación de una ley que ven histórica.
No lejos, miembros de la asociación Derecho a Morir Dignamente, que lleva trabajando por la eutanasia desde hace casi 37 años, celebraron también la aprobación del derecho a decidir cuándo y cómo morir.
Las mascarillas no podían ocultar las sonrisas de unos maridos, esposas e hijos, que llegaron a reunir un millón de firmas para pedir a los diputados españoles que se regulara la ayuda a morir para que nadie se viera obligado a padecer lo que sufrieron sus familiares.
«La semilla ya estaba echada, el último impulso puede que lo diéramos María José y yo, pero hay que agradecérselo a Ramón Sampedro, a Luis de Marcos, a Maribel Tellaetxe, son ellos los verdaderos protagonistas», señaló Ángel Hernández.
Ángel se refería a casos como el de su esposa María José, a la que ayudó a morir, y Ramón Sampedro, un tetrapléjico español cuya lucha por la eutanasia hace más de veinte años fue llevada al cine en la película «Mar adentro», Óscar a la Mejor Película Extranjera en 2004.
Calcula que a finales del verano se celebrará el juicio contra él por ayudar a su mujer a cumplir su deseo, acercándole un vaso y una pajita para que ella, inmóvil, tomara un fármaco letal. La Fiscalía pide para él seis meses de prisión.
«Es un despropósito que esté en un juzgado de violencia sobre la mujer; no solo no hay pruebas, no hay ningún indicio de que haya violentado a mi compañera», afirmó con una fotografía de María José en el pecho en este día que consideró «histórico».
Nadie ayudó finalmente a morir a Maribel Tellaetxe, que falleció en marzo de 2019 con alzhéimer avanzado después de hacer prometer a su marido y a sus hijos que respetarían su voluntad de no vivir si la enfermedad le hacía perder la cabeza.
Su marido, Txema Lorente, y sus hijos David y Danel también se acercaron al Congreso, Cámara baja del Parlamento español, recordando la «rabia y el dolor» con el que recogieron firmas para ayudar a Maribel a morir dignamente, sin llegar a tiempo.
«Hoy es un día totalmente diferente», explicó a Efe Danel. «Estaría orgullosa, feliz de la camada que ha dejado, del legado», aseguró.
Asun Gómez tiene claras las palabras que diría Luis de Marcos, su marido, si hoy viviera: «Te lo dije que lo conseguiríamos».
«Le gustaba la vida, pero lo que él tenía al final no era vivir», rememoró al recordar cómo hace cuatro años su marido le dijo «te quiero mucho, pero yo me voy».
Empezaron entonces a recoger firmas en change.org y hoy ve los frutos. La votación fue unánime y grupos como el conservador PP y el de extrema derecha Vox rechazaron la ley, defendiendo que se debe apostar por cuidados paliativos.
«A Luis no le servían los cuidados paliativos; los propios médicos decían, le quedan días, que luego eran meses, pero no hay ninguna droga que le podamos aplicar que sirva mínimamente para mitigar el dolor», afirmó Asun.
A su marido no era tanto la tetraplejia que le mantenía inmóvil como el dolor insufrible lo que le llevaba a querer morir. «Todos queremos vivir, pero cuando alguien que no está depresivo y que tiene su capacidad cognitiva al cien por cien te dice no puedo más es porque realmente no puede más», aseguró.
Lejos de Madrid, en la aldea gallega de Sieira, la habitación de Ramón Sampedro está igual que entonces, con fotos del primer español en reclamar ante los tribunales el derecho a una muerte digna y que en 1998 fue ayudado para ingerir un veneno que provocó su fallecimiento.
Su hermano José recordó a Efe que Ramón ansiaba esta norma, hasta el punto de llegar al Parlamento Europeo, pero no encontró apoyo en la Justicia ni en la clase política de la época.
Noelia López EFE
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