Así al menos lo afirma directamente Ciro, en una especie de local de reuniones en el corazón de Nápoles, rodeado por sus amigos que, desde la distancia, sin querer ser grabados, reticentes a responder en un primer momento, asienten y animan a su compañero mientras atiende a EFE.
«Maradona ha nacido en Nápoles, en Forcella (barrio del centro histórico), en la calle Forcella 10. Maradona no es argentino, es napolitano. Ellos dicen que es argentino, pero es napolitano, napolitano, napolitano», repite convencido.
«Verdadero», responden al unisono tres o cuatro amigos, casi gritando, con su marcado acento napolitano.
En Nápoles, por donde quiera que se mire, está el Diego. No hay esquina, balcón o recoveco que no esté cubierto con un detalle para el astro. Bien una figura pequeña artesanal, bien una bandera, bien una camiseta o bien un mural. Es una devoción. Va mucho más allá del fútbol. Nápoles siente que Maradona es un napolitano que nació por error en Lanús, en Buenos Aires.
Y es que el ‘Pelusa’ consiguió lo que hasta ese momento era impensable para la ciudad sureña: colocarla en lo más alto de Italia con los dos campeonatos italianos (1987-1990) y ponerla en el mapa en Europa con la Copa de la UEFA (1990). Motivos más que suficientes para que desde entonces sea venerado como un santo.
«Ha representado todo, todo, todo. Después de San Gennaro (patrón de Nápoles) está él. Justo después de San Gennaro está él. Lo llevamos siempre en el corazón», comenta Ciro.
Por eso es tan complicado que alguien alcance su figura en el futuro. Casi imposible. Ni si quiera los que van a ser campeones están cerca. Ni Osimhen, ni Kvaratskhelia. Diego solo hay uno.
«No existirá un heredero. Él y basta. Solo él y basta. Diego fue mucho más que fútbol y como símbolo es único en el mundo. No existirá nadie más», sentencia tajante Ciro.
Algo parecido cuenta también a EFE Francesco, unos veinticinco años más joven que Ciro, delante de su peluquería. Maradona es el único tema en el que todas las generaciones coinciden. Es una historia que se transmite de padres a hijos. De abuelos a nietos.
«Para nosotros es un símbolo de Nápoles. Para nosotros es la historia. Nos ha hecho ganar dos ‘Scudetti’ y ha representado al pueblo napolitano por todo el mundo», apunta.
Pero aún así puede sonar extraño que justo cuando van a ser campeones sea el momento en el que más se acuerden de él. Todos los cánticos son dirigidos a su figura, todos los recuerdos emanan al 10 argentino por excelencia.
«Porque para nosotros ha dado todo, ha sido fundamental para llevar la palabra de Nápoles por todo el mundo, ha sido un símbolo, una cosa fundamental», explica Francesco.
Maradona puso Nápoles en boca de todos, y eso no lo conseguirá nadie más. Al menos a su nivel.
Por eso cuando Nápoles está a punto de volver a los más alto de Italia 33 años después, los napolitanos se acuerdan más que nunca de Maradona. Es su manera de agradecer todo lo que consiguió por la ciudad del Vesubio. Ahora que los focos apuntan a Nápoles, ellos se echan a un lado y colocan en el centro a su Dios. Es una regla no escrita, les nace de manera natural porque Maradona fue uno de ellos.
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