“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengan miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche díganlo en pleno día, y lo que escuchen al oído pregónenlo desde la azotea. No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga el Padre de ustedes. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de la cabeza tienen contados. Por eso, no tengan miedo; no hay comparación entre ustedes y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

En este Décimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta entre otros santos, en honor a a San Guillermo Abad, quien nació en Vercelli, el año 1085 y murió en Guglietto, el 25 de junio de 1142. Guillermo abad, fue un monje fundador de monasterios y comunidades, entre ellos la congregación de Montevergine (Monte Virgen). Pío XII lo proclamó patrono de Irpinia. 

En la liturgia del día meditamos los textos: Jer 20,10-13; Sal 68; Rom 5,12-15 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo desde el verso 36 del capítulo 9, al verso 8 del capítulo 10. en el que JESÚS exhorta a sus discípulos de todos los tiempos a no tenerle miedo a los desafíos que presenta este mundo terrenal. Por lo que es necesario estar prevenidos y Confiados en la Palabra del Maestro. Porque el Camino que deben de recorrer no es un sendero lleno de flores. Y es que, para llegar a ser unos auténticos discípulos de JESÚS, es necesario vivir su propio Calvario, tal como lo vivió el Maestro.

Por eso es que la instrucción de JESÚS es bien clara y nos previene acerca de tres cuestiones: 1) Quién quiera ser Misionero del Reino ha de estar dispuesto a declarar con su palabra y con su vida el Mensaje del Evangelio. 2) No debe de tener miedo a ningún obstáculo que se le presente, arriesgando incluso su propia vida. 3) Ha de ser consciente de que el mismo Cristo, en el momento definitivo que dejemos esta vida transitoria para ir a la Vida Eterna, Él asumirá el Rol de Defensor o Acusador nuestro, delante del PADRE Celestial, de acuerdo a nuestra decisión de negarlo o de manifestar nuestro apoyo a Su Mandamiento de AMOR.

Importante es destacar que, en la Sagrada Escritura, se repite 365 veces, la frase “no temas” con alguna variante, de las cuales 75 están en el Nuevo Testamento. De ellas, voy a compartirles dos, que nos ayudarán mucho a ampliar las Palabras de JESÚS: “¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellos. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y Él no te abandonará ni te dejará desamparado” (Dt 31,6). Y “No temas por lo que tendrás que padecer: mira que el demonio va a arrojar en la cárcel a algunos de ustedes para que sean puestos a prueba, y tendrán que sufrir durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap. 2,10).

Al confrontarnos con el texto, y sentirnos interpelados con la exhortación de JESÚS, que nos invita a “no tener miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el espíritu” (Mt 10,28). Mandato bien difícil de asumir, ya que casi la unanimidad de los seres humanos estamos muy apegado a esta vida terrenal, por lo que vivimos en un continuo temor, si andamos por la calle desechamos a las personas extrañas, los parajes solitarios, “las alcabalas móviles”. Y también nos angustia el disminuido salario que no alcanza para comprar la canasta básica, ni las medicinas a la hora de enfrentar una enfermedad de alguno de nuestro núcleo familiar.

Por lo que puede decirse que todos nuestros miedos y angustias, se pueden resumir en uno solo: el miedo a la muerte, acontecimiento que todos tendremos que enfrentar en algún momento, por mucho que no nos guste hablar de ello. Por eso es que, JESÚS nos invita a situarnos en una perspectiva diferente. Para poder entender que la muerte es el paso necesario para encontrarse con DIOS, nuestro PADRE. Por lo que hay que vivir sirviendo, y ayudando a otros a vivir la vida dando Gracias a DIOS por todo y de esa manera se disminuirá la envidia, los rencores, las ambiciones, los egoísmos y crecerá la solidaridad, el respeto, la justicia y la paz, en medio de nuestra familia y sociedad.

Señor JESÚS, Tú conoces mis debilidades y defectos, como conoces a todas las ovejas que escuchan Tu voz. Te doy gracias porque a pesar de mis dudas y mis negaciones, me haces volver a Ti y das Testimonio de mí, ante El PADRE y ante mis hermanos. Amén.

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