Imagen de la destrucción en Derna, en Libia, tras el paso de la tormenta Daniel y la riada posterior. EFE/EPA/STRINGER

El director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ahmed Zouiten, no había visto en toda su carrera «la magnitud de destrucción» que presenció en la población libia de Derna tras la tormenta Daniel, asegura a EFE horas antes de regresar hoy a las zonas afectadas donde su agencia confirma hasta ahora más de 4.200 muertos y 8.000 desaparecidos.

«En mi carrera como personal de emergencia, nunca he visto esta magnitud (de destrucción) en una pequeña zona, la ciudad quedó barrida (por el agua) y se provocó una acumulación de daños», trasmite Zouiten por videoconferencia desde Trípoli, sobre lo que define como «una catástrofe de proporciones épicas» que requiere de una intervención psicosocial urgente entre la población.

«Han muerto familias enteras, que vivían en un área que fue barrida completamente» por el agua, ilustra sobre el estado de shock emocional detectado entre los afectados que han perdido «vidas y modos de vida»: «Quienes estaban registrados como supervivientes manifiestan ahora el trastorno postraumático que viene después de este tipo de crisis», advierte.

Restaurar la funcionalidad del sistema de salud es otra de las prioridades. El 52% de los centros de asistencia primaria no son operativos o solo parcialmente, ya que el agua alcanzó los tres metros de altura e inhabilitó equipamiento y medicamentos, un porcentaje que asciende al 63% en el caso de los hospitales.

«Y lamento decir que según los datos de hoy 101 trabajadores sanitarios han fallecido durante esta crisis. Es un alto peaje», valora.

DERNA, LA MÁS AFECTADA

Los equipos de emergencia de la OMS se desplegaron en las zonas afectadas (Derna, Al Bayda, Susa, Shahat, Taknis, Tobruk, Bersis, entre otras) tan solo unas horas después de que la tormenta Daniel arrasara en la noche del 10 al 11 de septiembre el noreste de Libia.

Zouiten pisó terreno una semana después cuando todavía las pertenencias que vio flotando en el agua le hicieron dimensionar la magnitud de la tragedia. Sobre todo en la costa de Derna, una localidad de más de 100.000 personas, que sufrió más allá de la tormenta, el colapso de sus presas.

«La primera presa está algo alejada de la ciudad, como a unos 20 kilómetros, y la segunda a uno, de protección. El agua llegó a la ciudad con toda la fuerza, porque al colapsar la primera, lo hizo también lasegunda, y junto con las riadas (de la tormenta) arrasó casas, coches, pertenencias, vidas», describe.

La Fiscalía libia ha abierto una investigación por posible negligencia en el mantenimiento de estas infraestructuras y hasta el momento 16 responsables, incluido el alcalde de la localidad, tienen orden de arresto.

Las estimaciones de los residentes a ambos lados del caudal que generaron las riadas arrojaron las primeras cifras de desaparecidos, entre 10.000 y 15.000, número que posteriormente se revisó y rebajó hasta más de 8.000, todavía sin confirmar.

Durante los primeros días, al menos 450 personas fueron rescatadas, pero a partir del día 18 de septiembre, los equipos de rescate no encontraron más supervivientes.

Hasta este 30 de septiembre, la OMS ha confirmado 4.267 muertos que constan en los registros por haber recuperado los cuerpos, haber sido identificados y enterrados. Contemplan que se hayan podido realizar sepulturas de las que la OMS no tiene certificación, por lo que las cifras son aproximadas pero, en todos sus casos, dramáticas.

PRIORIDADES Y NECESIDADES

La agencia de la ONU moviliza estos días sus recursos para congregar a tantos psicólogos como psiquiatras sean posibles para responder a «una de las necesidades más acuciantes»: la salud mental. «Porque la gente ha perdido a sus seres queridos, sus casas, sus coches, sus trabajos, todo lo que tenían», remarca.

Por supuesto, los trabajos, dice, se centran en la provisión de comida y garantizar el agua potable, que para Zouiten requiere la inmediata reparación de los sistemas de agua corriente para evitar infecciones, lo que por el momento no es motivo de preocupación ya que no se han detectado patrones de contagio.

«Estamos reforzando nuestro monitoreo para asegurar que ninguna enfermedad pase inadvertida», y añade que «hay casos en el área de alta infección, además de uno de leishmaniasis pero son normales en la zona, la tendencia no está aumentando», tranquiliza.

La ayuda material y humana está llegando desde toda Libia, desde todas las municipalidades, confirma Zouiten quien apunta que, pese a los dos centros de poder que dividen Libia entre el oeste y el este, la coordinación sanitaria está teniendo como objetivo «salvar vidas».

En poco tiempo, adelante, la prioridad cambiará a la reconstrucción de las localidades afectadas para lo que las autoridades del este han convocado una conferencia internacional el próximo 10 de octubre, cuando se cumple un mes de la peor crisis que recuerda Libia.

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