Jesús y sus discípulos dirigiéndose a Jerusalén pasaron por Jericó, ciudad famosa por su producción y comercialización de perfumes, bálsamos y especias. En todo lugar donde hay producción hay personas con bastante dinero, como es el caso del hombre de la historia, basado en el Evangelio de “Lucas 19:1-8”. Era un “pobre rico” que necesitaba la verdadera riqueza que sólo Dios concede. Todos en la ciudad despreciaban a este hombre por ser cobrador de impuestos para el erario extranjero; su nombre, bastante sugestivo para su función: “Zaqueo”.

Para sus conciudadanos era un magnifico ladrón y un manifiesto pecador, pero así como tal, también lo somos nosotros. Zaqueo tenía una conciencia de la cual emanaba desesperadamente una necesidad espiritual y que el Señor bien conocía. De ahí el llamado de Jesús a este hombre por su nombre: “Zaqueo, baja… porque tengo que quedarme hoy en tu casa” ¿De quién era la necesidad? ¿De Jesús por alojamiento? No, en la privacidad de su propio hogar, este hombre de escasa estatura llegó a conocer la gran estatura del amor de Dios; en esta breve visita el Señor le habló, compartió en su mesa más allá de juzgarlo. Le explicó la verdadera necesidad, de la inmensa gracia de Dios en perdonar al ser humano pecador, y de esa enseñanza maravillosa se vieron los frutos de la incipiente fe de un verdadero cristiano. Se olvidó de sí mismo, se acordó de su prójimo y regresó cuanto tenía a los necesitados.

El maestro conoce nuestras más profundas necesidades, el dolor que vivimos, la crisis que nos ha arropado, la injusticia que percibimos a diario, pero Jesús sigue transitando a lo largo de nuestros días. ¿Escuchas su voz: “hoy necesito quedarme en tu casa”? Quien atienda a su llamado sea rico o pobre será verdaderamente enriquecido.

 

Licendiada MariAngeles Ladera    

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store