La entrega de las primeras mujeres muertas el martes en una cárcel de Honduras entre quemadas y asesinadas a tiros y con armas blancas, se lleva a cabo en Tegucigalpa entre el dolor de sus familiares y la confusión de muchos que no saben nada de las parientes a las que buscan.
«Yo perdí a mis hermanas (dos) y a mi mujer, que murió acribillada a tiros, no se sabe si la mataron los policías, lo más seguro es que fueron policías y también personas que están ahí recluidas», dijo a EFE Ángel Antonio García, mientras esperaba frente a Medicina Forense, del Ministerio Púbico, que le entregaran a sus tres familiares.
Agregó que sus dos hermanas, Miriam y Fanny García, iban a salir el 1 de julio del Centro de Adaptación Social de la Mujer (Cefas), cercano a Tegucigalpa, donde estaban recluidas desde hace cinco años y se produjo el crimen, en el que fallecieron 46 mujeres, según la información oficial.
Su esposa, Claudia Vaquedano, llevaba un año en la prisión y le faltaban un año y tres meses para salir, indicó García, quien además recalcó que la corrupción en Honduras también impera en las cárceles, porque se permite el ingreso de armas de fuego, blancas, piedras y otros objetos contundentes.
FAMILIARES DE LAS VÍCTIMAS CLAMAN POR JUSTICIA
El portavoz del Ministerio Público, Yuri Mora, dijo a EFE que de las 46 mujeres que murieron en el Cefas, 23 fue a causa de armas de fuego y blancas, mientras que las otras 23 por las quemaduras en el incendio que se registró durante una reyerta, al parecer entre integrantes de dos pandillas enemigas.
«Yo ando buscando el cuerpo de mi hija, sea muerta o viva», dijo a EFE Lourdes Ardon, quien hoy llegó temprano, llorando y desesperada a Medicina Forense en busca de información sobre su hija Kimberly Izamar Ardón.
Agregó que hasta las 10.00 horas locales de hoy (16.00 GMT) no le habían dado ninguna información sobre su hija, a la que busca porque el martes escuchó que entre las víctimas figuraba una «de la que solo dijeron que se llama Kimberly», por lo que presume que puede tratarse de su hija.
«Lo que quiero es darme cuenta. Si está muerta, pues ni modo, que me la entreguen», expresó la acongojada mujer, residente en el barrio Nueva Suyapa, de la capital hondureña.
Ardón le exigió al Gobierno que preside Xiomara Castro «que se haga justicia, porque no han sido perros los que han matado, sino que a seres humanos».
«Aunque estaban privadas de libertad, ellas no tenían que morir así, calcinadas, matadas, hasta con piedras. Somos muchos los familiares que estamos sufriendo ahora, lo que exijo es justicia, que esto se componga, que no haya corrupción de esos mismos pícaros policías», en la prisión, recalcó.
Otra mujer, que solamente se identificó como Belkis, indicó a EFE que llegó a Medicina Forense a buscar información sobre una cuñada y una sobrina, de quienes no sabe si están vivas o muertas.
«No sabemos nada de ellas, estamos desesperadas, sus hijas están sufriendo porque no sabemos nada de ellas desde ayer. Ellas estaban recluidas en el Modulo 1», del Cefas, agregó.
A las parientes que busca las identificó como Maribel Breve, de 48 años, y su hija Karla Breve, de 33.
Hasta ahora Medicina Forense ha identificado a 23 mujeres, que son las que murieron por disparos con armas de fuego y heridas con armas blancas.
Varios de los cuerpos ya fueron entregados a sus familiares, mientras que diez de ellos estaban pendientes de ser reclamados, según el portavoz del Ministerio Público.
Yuri Mora dijo además que el trabajo más difícil, el de identificar a las víctimas quemadas, ha comenzado y que llevará mucho tiempo porque se tienen que hacer pruebas de ADN o de dentaduras, entre otras, para lo que se debe contar con el apoyo de sus familiares.
Hasta ahora no se sabe cuánto tiempo llevará identificar a las mujeres quemadas en la peor tragedia ocurrida en una cárcel para mujeres en Honduras.
RECOMIENDAN PEDIRLE AYUDA A NAYIB BUKELE
Las cárceles de Honduras, unas 25, que conforman el Sistema Penitenciario, son verdaderas trampas mortales y las más importantes, según fuentes oficiales, son controladas por pandillas, conocidas como «maras».
El abogado y analista Juan Carlos Barrientos le recomendó hoy al Gobierno de Castro que le «pida ayuda al presidente de El Salvador», Nayib Bukele, quien «le puede enviar un par de asesores sobre cómo controlar a las maras y las cárceles», como lo ha hecho en su país.
En ese mismo sentido se han venido pronunciando diversos sectores a raíz de múltiples hechos violentos que se han registrado en los dos últimos años en las cárceles hondureñas, algunas denominadas de «máxima seguridad», aunque también hay quienes a oponen a las medidas extremas como las adoptadas por Bukele.
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