La ofensiva comenzó con todo, carburando siete carreras en las primeras dos entradas, en la eventual victoria 9-6 ante una asistencia de 35,615 personas que llenaron el loanDepot park, en el segundo encuentro correspondiente al Grupo D para ambas novenas.
Pero quien impuso el ritmo para Venezuela en el otro lado del juego, fue el abridor Pablo López, quien aplacó a la poderosa ofensiva boricua por espacio de 4.2 innings, en los que permitió una sola carrera (un bambinazo solitario de Eddie Rosario), dos hits, ponchó a seis y no otorgó boletos.
Además, el oriundo de Cabimas estuvo extremadamente efectivo, lanzando 44 de sus 58 pitcheos en total en la zona de strikes.
“Sabía que este evento iba a pasar así que me tomé muy en serio mi preparación”, dijo López sobre sus ajustes de cara al Clásico. “Lancé 60 pitcheos de mucha intensidad. Sabía que haría eso así que me preparé mental y físicamente. Llegué a los campamentos habiendo lanzado ya dos sesiones de pitcheo en vivo”.
“Las emociones estaban más elevadas de lo normal”, señaló Lopez sobre la alta velocidad que mostró en sus pitcheos. “Ansiaba la hora del juego desde que me levanté. Sé lo representa y me llenó de orgullo hacerlo. Además, ese apoyo ofensivo simplifica mi labor. Se trata de atacar, atacar y atacar”.
Fue la presentación de su vida, en un campo que lo vio desarrollarse como ligamayorista. López pasó las primeras cinco temporadas de su carrera llamando casa al loanDepot park, donde habitan los Marlins. Con Miami, el venezolano dejó efectividad de 3.84 y 489 ponches a lo largo de 510.0 innings. Este invierno fue cambiado a Minnesota en un paquete que llevó al también venezolano Luis Arráez a los Peces.
“Sigo muy familiarizado con ella. Siento como que sigue siendo mi lomita, mi montículo”, dijo el monticular. “Me sentí dentro de mi zona de confort y logré enfocarme en hacer mis lanzamientos y dejar fuera de balance a una muy buena alineación de Puerto Rico”.
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