Evangelio

“En aquel tiempo, Jesús les mostró a sus discípulos, con un ejemplo que debían orar siempre, sin desanimarse jamás: «En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaba la gente. En la misma ciudad había también una viuda que acudía a él para decirle: Hazme justicia contra mi adversario. Durante bastante tiempo el juez no le hizo caso, pero al final pensó: Es cierto que no temo a Dios y no me importa la gente, pero esta viuda ya me molesta tanto que le voy a hacer justicia; de lo contrario acabará rompiéndome la cabeza.»  Y el Señor dijo: «¿Se han fijado en las palabras de este juez malo? ¿Acaso Dios no hará justicia a sus elegidos, si claman a él día y noche, mientras él deja que esperen? Yo les aseguro que les hará justicia, y lo hará pronto. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?».

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Josafat, patrono de la Reunión entre ortodoxos y católicos. Nació en Vladimir de Volhinia en el 1580 de padres ortodoxos. Fue ordenado sacerdote en el rito bizantino y posteriormente llegó a ser arzobispo de Polotzk, Lituania. Murió El 12 de noviembre de 1623, a manos de una turba que estaba en contra de la unidad de la Iglesia, fue canonizado por el Beato Pío IX, siendo el primer Santo de la Iglesia de oriente con un proceso formal. Durante el Concilio Vaticano II, y a solicitud del Papa San Juan XXIII, los restos de San Josafat fueron puestos en el altar de San Basilio en la Basílica de San Pedro.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Lucas, capítulo 18, del verso 1 al verso 8. En el que JESÚS, les narra una parábola a sus discípulos, para animarlos a orar con insistencia, ya que la insistencia debe de formar parte de la confianza que se tiene en DIOS, para lograr la solución a los problemas planteados. La parábola narrada es la de la mujer viuda que acude a un juez, para que este le haga justicia, ante una demanda que ella ha hecho, y que el juez, en un principio da largas a sus reclamaciones. JESÚS, hace hincapié en que esta mujer no desmaya en su afán, ya que, día tras día acude ante el administrador de justicia, para que falle a su favor, porque ese caso es vital para su vida.

Muy oportuno es desmenuzar la trama que gira en torno a los dos personajes de la parábola, que, al compararlos con realidades de distintos tiempos, se revela el caos que desde siempre ha habido en la administración de justicia. El juez representa el aparato de justicia de todos los tiempos, que son capaces de postergar las demandas de una justicia pronta y favorable a las personas más vulnerables, mientras que favorecen a los grandes criminales y corruptos de la sociedad. Y la persistencia de la viuda al buscar justicia para su causa, representa a los sectores excluidos de la sociedad, que no se casan de clamar a DIOS, para que reivindique sus derechos.

Al confrontarnos con el texto, vemos que JESÚS, nos recalca nuestra responsabilidad frente al mundo, y nos invita también a pedir a DIOS de día y de noche. Porque si sabemos orar perseverantemente, descubriremos poco a poco que todo lo que acontece, no es tan absurdo como parece; y llegaremos a reconocer, a través de los acontecimientos de la vida, el rostro de un DIOS que nos Ama y que Su Justicia, más temprano que tarde se impone por encima de las desviaciones humanas, y de nuestros propios pareceres.

Por lo que hay que tener claro que cada uno de los seguidores de Cristo, somos los brazos operativos de DIOS, y que nuestra oración también debe llevarnos a la disposición de reclamar la aplicación con equidad de las normas legales existentes en nuestra sociedad. Y que debemos trabajar afanosamente para que la aplicación de la justicia no se realice porque alguien aburra o soborne a un funcionario, sino porque haya una convicción ética, humana y cristiana de los funcionarios públicos de servir a la justicia y de respetar el debido proceso y la dignidad de todos los privados de libertad.

Señor JESÚS, Tú eres el Señor de las horas y de los tiempos, concédenos la suficiente perseverancia en la oración y la suficiente confianza, para entender los designios del PADRE, ya que Él sabe darnos oportunamente lo que necesitamos.

Amén

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