“En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu». Nicodemo le preguntó: «¿Cómo puede suceder eso?». Le contestó Jesús: «¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”.
Reflexión hecha por: Luis Perdomo. Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Francisco Solano, llamado «el Taumaturgo del Nuevo Mundo», por la cantidad de prodigios y milagros que por su intermedio se realizaron en Suramérica. Fue un fraile y sacerdote franciscano español que misionó en el Perú, donde residió por 20 años, hasta su muerte, predicando el Evangelio a los aborígenes. Nació en Montilla, Córdoba España, el 10 de marzo de 1549 y murió en Lima, Perú el 14 de julio de 1610.
Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 3, versos del 5 al 15, en el que, dándole continuidad al Evangelio de ayer, se resalta el diálogo de JESÚS y el Maestro de Ley Nicodemo. Y que, por su condición de experto de la Ley, JESÚS lo increpa, ya que no está haciendo un correcto discernimiento, de lo que allí está anunciado.
El encuentro entre el Maestro de la humanidad y Nicodemo el Maestro de la Ley, deja claro que la religión vista desde el punto de vista ritualista y adaptada a intereses humanos, no ayuda a los hombres a encontrarse con DIOS, sino que genera en el ser humano mayores angustias y dolores profundos. Nicodemo es un experto en religión y en ese volverse experto en asuntos religiosos, descuidó la vida del Espíritu, cerrándose a la posibilidad de experimentar la vida plena de DIOS en su propio ser.
Al confrontarnos con el texto y hacernos parte protagónica, vemos como también nosotros estamos invitados a vivir la conversión que JESÚS le propone a Nicodemo, que es la de desandar el camino que hayamos recorrido, para comenzar a caminar desde la lógica del Evangelio de JESUCRISTO. Porque anunciar el Evangelio fortalecidos por el Espíritu, es vivir, testimoniar y dar razón de la transformación profunda que el Reino de Dios ha provocado en nosotros y por consiguiente en los entornos donde nos desarrollamos. Y al considerarnos Discípulos de JESÚS Resucitado, asumiremos la misión de anunciar en el seno de nuestra comunidad, una sociedad alternativa, en la que el veneno del odio, de la competencia, del amor al dinero por encima de todo, sean vencidos por la fuerza del Espíritu Santo.
De allí que hoy sea el día para plantearnos el cambio de paradigmas y donde reine el afán de pisotear a los demás anunciaremos hermandad y lealtad, donde unos poco lo tienen todo y muchos no poseen nada anunciaremos la igualdad, donde reine el poder del dominio, anunciaremos el servicio, donde reine el acaparamiento y la corrupción, anunciaremos la verdad y la solidaridad, donde reine la injusticia, anunciaremos el esfuerzo organizado por la justicia, donde reine el individualismo, anunciaremos la comunidad servidora y samaritana, donde reine el odio y el rencor, anunciaremos el perdón y la misericordia.
Y es que, el encuentro con Cristo Resucitado por el AMOR infinito del PADRE, tiene que hacer posible el surgimiento de una nueva humanidad, con otra lógica, con otro proyecto, es lo que le plantea JESÚS a Nicodemo. De este modo el Reino se extenderá sobre la tierra, y hombres y mujeres, de distintas razas, y condición social, de distintos credos y afiliación política, nos miraremos como hermanos y juntos construiremos “la civilización del AMOR”.
Señor JESÚS, danos la fuerza de Tu Espíritu, para convertir el acaparamiento y la corrupción en verdad y solidaridad, la injusticia en esfuerzo organizado por la justicia, el individualismo en comunidades servidoras y samaritanas, el odio y el rencor en perdón y misericordia.
Amén
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